Instituto de Investigación Celeste

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La cancha de fútbol que se encontraba cerca de la plaza de Rincón era el lugar al que más recurrían los niños después de clases. Pero mientras los niños estaban estudiando, el lugar se quedaba completamente desolado. Raziel notó esto y decidió usar el lugar como sede de la primera sesión de entrenamiento del equipo de aventureros. Así que Ramier estaría fuera comprando algo para el desayuno mientras el resto practicaba en el campo.

El campo de fútbol estaba en una condición perfecta para entrenar, ya que aún quedaba el leve rocío causado por la lluvia del día anterior en el césped.

Mucho antes que Raziel, los primeros en llegar fueron Kayn y Catia. No pasaban de las seis de la mañana y la chica parecía llena de energía, a diferencia de Kayn, que seguía recién levantado.

—¡Buenos días, compañero! —Saludó Catia, haciendo skipping en su lugar. Kayn caminaba animado hacia ella, llevando sobre su hombro una bolsa llena de botellas de agua.

—¡Hola Catia! —respondió el chico, dejando las botellas en el suelo.

—Hoy hace una mañana perfecta para terminar de entrenar, ¿no?

—¿Terminar?

—Claro, con este entrenamiento en equipo voy a terminar con mi entrenamiento que empecé a las cuatro de la mañana, luego de eso tomaré mi siesta de descanso y entrenaré en la academia de dos a ocho —dijo la chica, sin dejar de hacer skipping por un segundo.

Kayn se quedó viéndola extrañado, no le parecía normal en un humano tener tanta energía a las seis de la mañana, aún más extraño tener la energía para levantarse a las cuatro de la mañana para entrenar.

—Estás en la academia de esgrima, ¿verdad? —preguntó Kayn. Se puso a su lado y empezó a hacer skipping tratando de seguirle el ritmo, pero Catia lo hacía con un dinamismo inalcanzable para él.

—¡Así es! —exclamó Catia, pasándose su mano por la frente para limpiarse el sudor.— Como te digo, voy de dos a ocho y práctico con el resto de gente en la academia, aunque muy pronto empezaré a ir hasta las diez cuando suba de categoría.

—¿Ocho horas entrenando? ¿No quedas vuelta nada al otro día? —preguntó Kayn.

Mientras hablaba, no pudo seguirle el ritmo del skipping a Catia y paró, agotado. Se tuvo que sentar en el pasto unos segundos para retomar su aire.

—La verdad, si cansa bastante. Pero es lo que me gusta entonces... —paró de saltar y se quedó quieta por un segundo, viendo fijamente a Kayn.

—Con razón debes ser tan buena con la espada —señaló Kayn, sonriente.— Ya quiero verte pelear.

Cuando Kayn terminó su frase, el rostro de la chica pareció iluminarse de repente, dejándole una sonrisa de oreja a oreja que mostraba sus grandes dientes. Al sonreír la chica apretaba su nariz, haciendo su expresión bastante divertida.

—¿Quieres que hagamos una pelea de práctica?

—¿Qué? Pues... Pues... —en la mente de Kayn resonaron las palabras de su padrastro el día de ayer. Si realmente quería ser un aventurero tendría que demostrar que no le tiene miedo a nada, y está sería su primera prueba.— No veo por qué no, ¡hagámoslo!

—¡Si, esperame aquí! —Catia corrió a toda velocidad hacía la banqueta frente a la cancha, en la que había dejado una maleta con sus cosas.

De la maleta sacó su arma, un largo florete de color plateado. Apenas verlo Kayn empezó a arrepentirse de haber aceptado pelear.

—Está bien, ponte en guardia, a la de tres —dijo Catia, llena de entusiasmo. La chica relajó sus hombros y flexionó las rodillas, para luego levantar hacia Kayn el brazo con el arma.— A esto se le llama postura de inicio.

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⏰ Última actualización: Nov 20, 2023 ⏰

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