7.1 Diva emocional

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—Lamento el comportamiento de ellas... Son algo renuentes a los cambios tan bruscos —se disculpó la señora Leyla.

—Es normal. A nadie le gusta tener a alguien respirando sobre tu nuca —justificó Alek.

—Sí... Bueno, Alekséi, tú vas a hacerte cargo de Lissandra y, Nykolas, de Amelia. Ya vieron que Lissandra es más explosiva... Ella es la mayor. Y Amy es más calmada. No debería dar mayores problemas que los que cause Liss. Solo quédense fuera de la habitación de ellas, para no hacerlas sentir más... Vigiladas.

Asentí. En teoría, mi trabajo sería sencillo. Veía mal a Alek.

—Vale.

—Ellas ya tienen un horario establecido... Se levantan a las seis, desayunan a las siete, tienen clases en la biblioteca hasta medio día para almorzar, luego unas tres horas más de clases y por la tarde hacen sus deberes —explicó la señora Leyla.

—Ellas no salen por las tardes a menos que nosotros lo autoricemos —continuó el señor Geralt—. Los fines de semana tampoco.

—Okey, anotado.

—Es que...—La señora Leyla se apresuró en participar de nuevo—: Se escaparon de casa y no sabemos cuántas veces lo hicieron. Y nos da temor que les suceda algo. Son muy inteligentes e inocentes.

«¿Y cómo no van a ser inocentes, si las tienen encerradas?».

«Cállate. Ni se te ocurra decir algo».

Asentí y puse cara de preocupación.

—Están autorizados a cargarlas si es necesario, para que no salgan de casa... —comentó el señor, medio pesaroso—. A donde vayan ellas, van ustedes.

—Se portarán bien, no hará falta llegar a esos extremos —concilió la esposa, muy positiva—. Otra cosa... Tienen las tres comidas del día en la cocina que... Sugiero consuman en el mismo horario que mis hijas. Y si necesitan algo, le dicen a Mickjail o a Sara. Y creo que es eso... Por ahora —terminó y jugaba con el anillo en su dedo.

—Vale, muchas gracias por la información, señora Leyla.

—A la orden. Bueno, no los retraso más. Capaz las dos están maquinando algo... —mencionó con recelo—. No, no creo... Sería descabellado.

—Mejor asegurarse que no sea así —dijo Alek y se puso de pie.

—Suerte —habló la señora Leyla y su esposo la miró, desconcertado.

Salí del despacho detrás de Alekséi y subimos a la segunda planta. Fui a la recámara donde estaba mi maleta y cogí aire. Estaba nervioso, pero debía relajarme. Era solo una chica menor que yo, hija de unos adinerados. Ella no sabía casi nada de la vida y yo, con toda mi caótica vida, le llevaba ventaja; así que no debía ser difícil. Seguro ella llorará, me gritará y hará berrinches, pero se le pasará en cuanto le den dinero o cualquier otro capricho. Pegué mi maleta hacia la pared y salí de la habitación, fui directo a esa primera puerta que abrió la señora Leyla y toqué la madera. Escuché una vocecita dentro diciendo "adelante" y abrí la puerta. Di un par de pasos, hasta poder ubicar a la mocosa, sin embargo, me encontré con una enorme habitación en penumbra. A la derecha había una cama grande, podían dormir tres personas allí con total comodidad y soltura. Allí estaba la mocosa, sentada.

—Buenas noches, señorita Goldman.

Se asustó al verme.

—Buenas noches —contestó, casi no la escuché.

Tomé aire y me saqué las dudas de encima. Era solo un trabajo más.

—Lamento que sea de esta manera. Soy Nyx, con Y griega, Nyx Hedderich.

¿Doble Realidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora