𝒳𝒳𝒱 -𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓫𝓻𝓾𝓳𝓪-

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(Maratón 2/?)

*Separador: Krista*

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*Separador: Krista*

Entré lo más rápido que mis piernas me permitieron y al logra mi cometido, me topé de frente con una terrible escena frente a mí con Evanna como protagonista.

Samantha estaba poniendo mucho empeño en retener a la rizada por la cintura mientras esta estaba intentando soltarse de su agarre para ir y atacar a.... ¿La Reina?

Parecía fuera de sí, como si la tierna chica de rulos hubiera sido sacada de su cuerpo para darle su lugar al mismísimo satanás.

¿Qué rayos pasó aquí?

Dejé de observar con sorpresa a Eva para dirigir mi atención a la reina, y al hacerlo, me di cuenta de inmediato de lo que realmente estaba sucediendo.

Evanna no intentaba lastimar a la reina...

La Reina de Lunae estaba protegiendo a alguien que estaba tras su espalda. Al conectar su mirada azul con la mía, observé sus labios moverse y presté atención a lo que estaba gritando, los sonidos me abrumaron en ese momento. Había mucha gente gritándose.

—¡Samantha, tienes que sacarla, ya!

—¡Eso intento! —Volvió a gritar. — ¡Amor, cálmate de una vez!

—¡Suéltame! — Gritaba la rizada al borde de la locura— ¡Suéltame!

Un empujón en mi espalda me obligó a caminar hacia la Reina, quien al ver que me acercaba se enfureció aún más de lo que ya se encontraba y me barrió con la mirada.

—No intentes nada— Susurró con molestia antes de hacerse a un lado y dejarme ver a la persona que se encontraba protegiendo. Había una chica sentada en el suelo, sosteniendo su cabeza entre las manos y meciéndose de un lado a otro.

Sentí como mi alma intentó salirse de mi pecho al ver lo que mis ojos estaban presenciando.

Los recuerdos me bombardearon y por un segundo me sentí como aquella joven de 19 años, aquella enamorada que estaba dispuesta a darlo todo por la chica que amaba.

Mis rodillas fallaron en su tarea y terminé cayendo al suelo frente a la misma chica que mi cabeza no dejaba de reproducir una y otra vez.

Intenté despejar mi mente y tranquilizarme, dejar de mirarla como si fuera su antigua versión, pero es que era imposible, aquel cabello rojo que caía por sus hombros me hacía muy compleja aquella tarea.

—Gally— Mi susurro provocó que la ahora pelirroja dejara de sostener su cabello entre sus manos y que sus ojos cerrados se abrieran para encontrarse con los míos.

El aire en mis pulmones se estancó de repente, impidiendo tanto su entrada como su salida al encontrarme con aquellos ojos que me devolvían la mirada.

Infierno Escarlata (C.E 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora