capítulo 13; amanecer

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Aparcó cuando no había más camino.
-Ahora tenemos que ir andando.
-¿Es mucho?
-Si fuéramos normal tardaríamos quince o veinte minutos, yendo coja no lo sé.
-Pues vamos -dijo riéndose.
Empezamos a andar y me di cuenta de que tendría que haber cogido las muletas.
-A este paso llegamos a las cinco de la tarde.
-Pues vemos el atardecer, no me estreses.
-Vale, vale.
Era un caminito de tierra muy clara y con muchos árboles a los lados. Hacía un poco de frío, pero no ese frío invernal que te helaba, sino uno mucho más moderado. Me encantaba pasear con ese clima porque no me cansaba nunca.
-¿Hoy es el cumpleaños de tus padres, no?
-Sí.
-Pues luego iré a tu casa con mi hermano.
-Vale pero mi padre no sabe esto, así que no digáis nada.
-Ni que hubiéramos hecho algo malo.
-Ya pero se pensará que somos novios y se pondrá muy pesado.
-¿Y qué somos?
-¿A qué viene esa pregunta?
-No sé, se me ha ocurrido.
Me quedé pensando unos segundos. No sabía que éramos. Estaba claro que todavía no éramos nada importante pero también estaba claro que éramos algo. Pero, ¿cuál era ese punto medio? Es la típica pregunta que todo el mundo se hace pero nadie sabe responder, y quien sabe responderla no es correspondido.
-Ay, yo que sé, Eric. No pienses las cosas, que las jodes.
-Tienes que pensar las cosas para encontrarle sentido.
-¿Para qué le vas a buscar sentido?
-Para saber porqué lo haces. ¿No sabes por qué estás en lo que sea esto?
-No sé, por diversión, supongo.
Vi que no le gustó esa respuesta por el gesto de desaprobación que hizo, pero no dijo nada. Tenía todo el derecho a enfadarse. Lo dije sin pensar, como todas las veces que la cagaba.
-No quería decir eso.
-Da igual, si no pasa nada.
Nos quedamos en silencio unos minutos que me parecieron horas. Lo único que sonaba de fondo eran algunas hojas que se movían por el aire. Pero eso no era lo que me molestaba, lo que más me molestaba era que no me hablara y tuviera esa cara de decepción. Me gustaba muchísimo más cuando estaba todo el rato sonriendo.
-Solo que creía que era algo más que tu entretenimiento.
-No eres mi entretenimiento. No he pensado antes de hablar y me ha salido eso pero de verdad que no quería decirlo.
-Pero lo has dicho.
-Porque soy imbécil. Pero no eres un entretenimiento.
-Entonces, ¿qué soy para ti?
¿Sabes esas preguntas que no quieres o no sabes como contestar pero debes hacerlo? Pues esta era una de esas. No sabía que era para mí, y, una vez más, no pensé la respuesta, pero esta vez salió bien. Supongo que, como dice mi madre, me salió del corazón.
-Te voy a decir la verdad: no tengo ni idea. No sé qué eres y no creo que lo sepa pronto. -Frené en seco y me giré para mirarle a los ojos.- ¿Me gustas? No lo sé. Pero me gusta mucho y hay algo que me obliga a estar contigo. Intento no pensarlo porque el amor se siente, no se planifica. Así que no te puedo responder pero quiero que sepas que si te he besado es porque siento algo, no porque me apetezca y ya. -Se quedó parado unos segundos, asimilándolo. No se esperaba una confesión, a decir verdad yo tampoco me la esperaba. Pero menos me esperaba que de todo lo que le había dicho, se quedara con eso.
-¿Amor?
-¿Eh?
-Has dicho que el amor se siente, así que has dicho que esto es amor.
-Sí, lo he dicho.
-Me vale.
Seguimos andando un rato hasta que se me ocurrió devolverle la pregunta.
-¿Y yo que soy para ti?
Pero él, claramente, ya sabía la respuesta.
-La chica que me gusta.
Se me iluminaron los ojos y no me hizo falta verme para saberlo.
-¿Cómo haces para soltarlo todo así?
-¿Así cómo?
-Sin que te dé vergüenza o miedo o algo así.
-No sé, es algo que me sale solo.
-Joder, pues ya me podría salir a mí.
-A lo mejor se te pega. Dicen que los que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma condición.
Me reí, a lo que él frunció el ceño.
-¿De que te ríes?
-¿Estás asumiendo que vamos a dormir en el mismo colchón?
-Ya lo hemos hecho.
-Pero en ese colchón no vamos a dormir cuando estemos juntos.
Parece una tontería, pero ese cuando era muy importante, porque era decir que acabaríamos juntos.
-¿Por qué? Es cómodo.
-Porque a saber quién ha dormido ahí antes.
-Pues mi ex. Nunca me llevo un lío de una noche a casa y no duermo con cualquiera.
-Pues cuando dormimos juntos me conocías de doce días.
-Pero solo me hizo falta una noche en una terraza para saber que no eras cualquiera.
¿Tenía un papel con todo lo bonito que podía decirme? Eso, o estaba enamorado hasta las trancas de mí.
-Me da igual, si cambias de pareja cambias de colchón.
Naiara, no sois nada.
-Vale, vale. Me compro un colchón nuevo.
Nos quedamos callados unos minutos, porque ninguno de los dos sabía que decir.
-¿Dónde se compran colchones?
-Pues en una tienda de colchones.
-¿Y cómo es una tienda de colchones?
-Yo que sé.
-Pues lo tendremos que mirar.
¿Qué hacemos hablando de nuestro futuro?
Llegamos al pequeño banco de madera. El sol acababa de empezar a salir y creaba un paisaje con tonos naranja, rosas y morados.
Miré a Eric, que estaba mirando al frente asombrado.
-¿Qué pasa?
-Que nunca había visto el cielo así.
-¿Nunca?
-Es que no me paro a mirarlo.
-Pues yo me paro siempre.
-¿Por qué?
-Porque me gusta recordar que pase lo que pase, todos estamos bajo el mismo cielo. Así me siento menos lejos de mis abuelos.
Asintió y se sentó en el banco mirando al frente. Me puse a su lado y le hice una foto al cielo.
-Voy a subirla. ¿Te menciono? -Dije de broma.
-Creo que salir una vez en Socialité es suficiente, por lo menos hasta mayo.
-¿No te gustó?
-Hombre le puedo poner ese vídeo a quién quiera conocerme. Les faltó poner la foto de mi primera comunión.
El sábado siguiente al cumpleaños de Eric, el programa de Telecinco hizo un vídeo sobre mi "nueva ilusión" por la foto que subí. Vieron el cabecero de la cama y la camiseta que llevaba y decidieron que éramos pareja. Fue tendencia en Twitter. Número cinco en España.
-Bueno, en mayo subimos algo para que vuelvas a salir y tengas tus cinco minutos de gloria en Mediaset.
Se rio y volvió a mirar al frente. Apoyé la cabeza en el hombro y pude notar que sus mejillas empezaban a coger un tono rosado.
Nos quedamos así un rato, sin hacer nada. Seguía habiendo el mismo clima perfecto que antes. El momento era perfecto, o por lo menos para mí.
-¿Nos hacemos una foto? -Asintió y saqué el móvil.
Hice tres fotos: una sonriendo, otra haciendo el tonto y otra la hice sin querer, pero era la más bonita. Salía mirándole y riéndome mientras me brillaban los ojos y él se reía. Esa foto se convirtió en mi favorita durante bastante tiempo, nunca se la enseñé a nadie. Ni siquiera se la mandé a Eric. Pero cada vez que la veía me ponía feliz.

en mayo dicen jajajaja que graciosos. actualizo tarde pero intentaré hacerlo más seguido lo juro. disfrutad de lo que queda gente, que se vendrán curvas. cuidaros🫶🏻

polaris ; eric ruiz ☆♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora