WILLOW ๑ WINRINA OS

voyage

Mi primera relación, de tres años por lo demás, terminó hace cinco meses. Y sé que se supone que debería sentir algo, llorar o sentirme frustrada al igual que Ningning por romper con sus parejas luego de tres meses, pero luego de que Chaehyun me dejara en la mesa de mi restaurante favorito no sentí nada más que alivio.

Quizás sí me molestó un poco. No he vuelto a pisar aquel lugar desde esa vez ya que se me hacía inevitable recordar su monólogo —yo no tuve opinión respecto a aquella decisión— no había olvidado ninguna de sus palabras que enjuiciaban cada uno de mis defectos, ni el tono de su voz ni su mirada herida mezclada con la furia de su corazón.

Tuvo razón en muchos aspectos, tan buena fue su crítica que sin quererlo analicé cada unos de sus puntos intentando debatir su postura. No es raro pasarme la noche en vela, pero sí era raro que estuviera pensando en algo más que no sea en mis responsabilidades académicas, así que ahí estaba yo, sentada en la silla de mi escritorio con el codo apoyado en el reposabrazos y mis dedos en la sien, pensando, recordando todos los momentos en los que fallé.

No me gusta perder, eso es algo de lo que no me siento muy orgullosa, pero que sin embargo me ha acompañado en todas las etapas de mi vida. Que Chaehyun terminara conmigo fue como perder un juego que creía ganado, fue como caminar con los ojos cerrados por una calle que creía conocer para luego tropezar con una piedra y caer de cara al suelo. Con esa resolución hecha me di cuenta de que ese fue mi primer error.

Creer saberlo todo siempre me pone en aprietos, por lo general suelo salirme con la mía, pero simplemente hay cosas que jamás seré capaz de comprender al cien, y eso me carcome el alma. En el fondo, quería demostrarle al mundo que podía ser una estudiante de bien y al mismo tiempo alguien que pudiera ser capaz de manejar un desafío como ese: poner a una persona al mismo nivel que mis objetivos académicos. Sé también que Chaehyun era consciente de ello, pero no sabía que ella creía ser capaz de poder cambiarme, cambiar eso de mí; obviamente fallando en el intento.

Chaehyun y yo ingresamos a la universidad y a la misma carrera al mismo tiempo, pero no supe de ella hasta que anunciaron a los mejores estudiantes: yo primera y ella segunda. Fue un interés inmediato, más por su cerebro que otra cosa, temía que pudiera llegar el día en el que pudiera alcanzarme y mucho peor, superarme, no me gustaba ser la segunda en nada. Pero cuando la conocí lo comprendí, ella no era como yo.

Tenemos estilos de vida muy distintos y métodos de supervivencia aún más incomprendidos. Me gusta vivir en soledad, tengo un espacio pequeño para mí que se llena con el silencio del día y me encanta. Hay algo especial en compartir con quienes quieres, la habitación se ilumina, irradias felicidad con los ojos y los tarareos se convierten en risas animadas, por supuesto me reconforta, pero me agota demasiado rápido también.

Pocas veces puedo lidiar con los pensamientos en su ir y venir dentro de mi cabeza, estoy constantemente llenando mi mente de cosas que creo relevantes y no puedo parar, lidiar con ello al mismo tiempo que múltiples voces suenan alrededor no se me es nada fácil. Si no es de mi interés me cuesta demasiado prestarle verdadera atención a alguien, acudiendo a responder cuando dicen "A que sí, Minjeong" con un "Sí, sí" Sin saber verdaderamente de lo que hablan.

Valoro por sobre muchas cosas el espacio personal. La introversión nunca ha sido un verdadero problema para mí, recluirme en mi propio mundo ha sido siempre un refugio al cual acudir, pero para el resto del mundo, el que está fuera de esta barrera invisible simplemente parece que no lo pueden comprender. El contacto físico indeseado me provoca sudor frío y una corriente helada recorre mi piel antes de ponerme como piedra como si hubiese hecho contacto visual con medusa, cuando no es nada más que alguna persona de mi alrededor que solo me saluda con su mano en mi hombro o alguien que simplemente quiere captar mi atención.