Te enamoraste de Beatriz Pinzón Solano

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-Dios mío, Beatriz, dios mío! Vuelvo a sentir la vida... vuelvo a sentir MI vida! Gracias... gracias Beatriz... muchas gracias... - ya no puedo aguantarlo más, me acerco a ella y la beso con pasión.

-No, doctor, por favor- sé que Betty no quiere que nos besemos aquí en la oficina, pero no estoy dispuesto a parar.

-Beatriz lo siento... lo siento pero no puedo evitarlo... de verdad no puedo- vuelvo a arremeter contra sus labios, y puedo sentir cómo ella se da por vencida, siguiéndome, besándome con la misma necesidad que yo. Sube sus brazos a mis hombros, presionándome suavemente hacia ella, haciéndome sentir que me desea tanto como yo a ella. Pero de un momento a otro vuelve sus manos a mi pecho, y con esfuerzo me empuja despacito, separándose de mí, y aunque intento volver a sus labios, gira su cabeza y no me lo permite. 

-No, no doctor, por favor no-yo sé que estamos en la oficina, pero me aseguré que no quede nadie en la empresa, ya no hay nadie que nos pueda ver, no debería tener miedo.

-¿Qué pasa Beatriz? Yo la deseo, la deseo mucho. ¿Usted acaso no me desea?-susurro mientras no puedo evitar acercarme a ella. Si tan solo supiera lo que su cercanía me provoca. El calor de su piel, el olor de su pelo, la suavidad de su cuello... no hacen más que avivar el fuego que me quema por dentro. 

-Sí, doctor, demasiado- Betty lleva sus manos a su rostro como queriendo contenerse, sé que me desea tanto como yo a ella y está haciendo un esfuerzo demasiado grande por no llevar a cabo lo que nuestros cuerpos necesitan en este momento.

-Entonces qué esperamos? Dígame, qué esperamos?- tomo sus brazos y la miro a los ojos. Necesito que sepa que no tiene nada que temer. Que hoy nada me importa más que estar con ella. Pero ella sólo mira al piso, con tristeza. -¿Qué le pasa?-no puedo soportar ver sus ojos tristes.

-Doctor, no va a pasar nada pero... por favor... abráceme...deme un abrazo-no entiendo por qué Betty está tan triste, pero sin dudarlo la envuelvo en mis brazos. Ella apoya su cabecita en mi hombro, mientras me rodea con sus brazos y me aprieta con fuerza. Es un abrazo especial, en el que puedo sentir cuánto me ama... pero es un sentimiento mezclado con tristeza, con melancolía.

-Beatriz... yo siento este abrazo como esos abrazos de despedida. Siento como cuando uno va al aeropuerto y se despide de la persona a la que ama y sabe que jamás la va a volver a ver.

-Se parece mucho doctor- susurra Betty aflojando un poco el abrazo. Intento aprovechar ese momento para volver a besarla, pero justo en ese momento suena el maldito teléfono.

-Maldita sea, el teléfono!- es inmensa la frustración que me provoca que siempre nos interrumpan en los mejores momentos. 

-Presidencia? ... eh, sí, sí, ya bajo. Gracias Wilson.- ¿"Ya bajo"? Esto me empieza a preocupar. Betty no puede alejarse de mí justo ahora que es cuando más la necesito.

-¿Cómo así que ya baja? ¿Quién viene por usted?-que no me diga que la busca el muelón ese de Nicolás Mora porque no respondo de mí.

-Un taxi que pedí doctor -¡para qué necesita un taxi si estoy yo aquí con ella!

-¿Un taxi? ¿Para dónde va?

-Para mi casa- si cree que voy a dejar que se vaya, está muy equivocada.

-No no no no. Beatriz, yo la llevo a su casa. ¡Yo la llevo a su casa, yo necesito estar con usted hoy!-le digo, más que como orden, como una súplica. Mi cuerpo y mi alma se lo imploran. El sólo pensar en el día que tendremos mañana, en lo que eso significará para mí, para mi empresa, y principalmente para nosotros dos, hace que mi cuerpo entero se tensione, y su cuerpo es el único que puede devolverme la paz. Pero Betty no puede sostenerme la mirada. -Beatriz... Yo quiero que vayamos a algún lugar donde podamos estar solos...-me acerco a ella, inevitablemente la tomo del cuello -yo necesito pasar la noche entera con usted- arremeto contra sus labios con pasión, con deseo, demostrándole la necesidad que me provoca. Betty se resiste nuevamente por un momento, pero finalmente cede y me acompaña en el beso más apasionado que nos hemos dado hasta ahora. Todo este tiempo que hemos estado alejados no sólo ha sido difícil para mí... ella también me necesita, me desea, puedo sentirlo por la manera en que me besa, me acaricia... su respiración agitada me pone a mil. 

La amo más que a mi vida...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora