*one shots(zosan y más)*

buen chico,Sanji part1

By:iamhamforever69

"¿Cocinar? ¿Dónde estás?" Gritó Zoro, su voz rebotando en los pasillos llenos de eco de la pequeña casa que compartía con Sanji.

El peli verde acababa de llegar a casa después de un largo día de trabajo. Había pasado seis horas enseñando a niños de jardín de infantes, y luego las siguientes dos horas calificando y revisando el trabajo de los estudiantes, además de asistir a una breve reunión del personal. No hace falta decir que estaba listo para sentarse y relajarse. Pero sabía que Sanji debía comenzar su serie la semana siguiente y eso sin duda significaría que Zoro no se relajaría mucho. ¿Entrar a su casa y descubrir que su pareja, que está en precalentamiento, no está a la vista? Extremadamente inusual y preocupante.

Los calores de Sanji generalmente eran tan intensos como los del hombre mismo, un alboroto de todo lo relacionado con Sanji. La semana anterior normalmente la pasó con él en un perpetuo estado de emociones intensas, y con todos los sentimientos del cocinero tan cerca de la superficie, Zoro a menudo se sorprendía tratando a su Omega como si fuera porcelana fina. A Sanji, por supuesto, le encantaba la atención y el afecto, siempre sorprendía a Zoro la facilidad con la que podían deslizarse en algo que era tan diferente a su dinámica habitual. Pasando de “Hijo de puta de cejas torcidas, cocinero de mierda, frente de dardo, etc.”, a “Dulce ángel, buen chico, lindo omega, etc.” Era un contraste extraño, pero pensar en ello hizo que Zoro se mareara como un niño.

Honestamente, los precalentamientos no fueron muy diferentes, la única diferencia importante era que Sanji aún no tenía fiebre y por lo tanto no tenía la necesidad de ser anudado que desafiaba a la muerte. El precalentamiento consistía en preparar el cuerpo y el nido del Omega para el futuro, reuniendo todo lo que pudiera ser necesario. Entonces, ¿en el momento presente en el que Zoro regresa a casa y no puede ver, oler ni oír a su pareja que estaba en precalentamiento? El hombretón prácticamente vibraba de nervios, sintió una bilis subir a su garganta al pensar en a quién tendría que decapitar para mantener a Sanji a salvo, en qué escena finalmente lo encontraría, cómo nunca lo había dejado salir de su casa. vista de nuevo.

Pero justo en ese momento, interrumpiendo sus pensamientos, escuchó unos pequeños chirridos ahogados que provenían de su dormitorio. Zoro corrió por el pasillo y abrió la puerta tan suavemente como pudo con la urgencia de su cuerpo. Giró la cabeza tratando de asimilar lo que estaba viendo lo antes posible. Sus ojos grises fueron captados rápidamente por la visión de un rizo rubio asomando sobre el montón de pieles, mantas, almohadas y ropa que formaban el nido de Sanji en su armario de tamaño razonable.

Mierda, el nido de Sanji.

No se parecía a nada que Zoro hubiera visto en su vida, nada parecido a los nidos que Sanji había hecho en el pasado. El nido habitual de Sanji era una abundancia muy ordenada y organizada de cojines suaves, ropa de Zoro, mantas ligeras, era muy tranquilo y parecía estar pensado de antemano.

Este nido, sin embargo, parecía como si Sanji hubiera estado corriendo como un pollo al que le cortaron la cabeza, reuniendo frenéticamente cualquier cosa cómoda en sus brazos y de regreso a su armario en una carrera loca y loca. Zoro se preguntó cómo no había notado que ninguna de estas cosas faltaban cuando había estado buscando a Sanji antes, sin duda el cocinero había hecho una especie de desastre tratando de crear el gigante de peluche que ahora estaba frente a Zoro.

A Zoro le encantó, le encantó. No sabía por qué, pero calentó su cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta las puntas de su cabello verde, llenándolo del más confuso sentimiento de adoración por su pareja. Sin saberlo, el pecho de Zoro comenzó a retumbar en un profundo ronroneo. Sin duda, esto sorprendió a su Omega al notar la presencia del Alfa a juzgar por la forma en que Sanji gritó y su cabeza salió disparada del nido gigante que había hecho. Luego dejó escapar un grito ahogado de alegría, sonriendo más brillantemente como Zoro jamás había visto.