Sweet Dreams

120 10 46
                                    

Higuchi Ichiyou quería mucho a su mejor amigo, Nakajima Atsushi. Y como amiga también era consciente de sus fuertes problemas de insomnio consecuentes de su pasado en el horroroso orfanato del que fue rescatado desde hacia poco por su senpai.

Los traumas seguían ahí.

Ese día había decidido hacer una pijamada con él en su casa, donde vieron películas hasta tarde, prepararon ichigo daifuku* y cocinaron chazuke. Pensaban comerlo solos, pero en eso llegó la pareja de la rubia y su hermano. Akutagawa Gin y Akutagawa Ryuunosuke pensaban sorprender a los chicos, cosa que les fue bastante bien hasta el momento en el que tuvieron que dejarlos por un problema que tuvo su actual tutor, Oda.

Apenas pasaron a los créditos de la última película que vieron, apagaron la televisión y acomodaron el sitio en el que dormirían.

El chico abrazó a su peluche de tigre, Byakko, y se cubrió con la manta proporcionada por su amiga.

—Me gustó mucho la película, Ichiyou-Chan, en especial cuando el chico trata de subir el muro para besarla.—Mencionó enredado en las sábanas, sonriendo dulcemente.

La rubia soltó algunas risas.

—Sin dudas quieres que senpai haga lo mismo, ¿no, Atsushi-chan? Yo sí quiero que Gin haga lo mismo por mí.—Suspiró con dulce aire soñador y brillos en los ojos. Nakajima se sonrojó y ocultó debajo de su tigre.

Rieron un rato por ello.

—No deberías sentir vergüenza por eso, es muy lindo que quieras eso.

Y él le sonrió con las mejillas encendidas.

—A veces creo que no debería soñar con eso o con él, pero no es dañino hacerlo.—Cerró los ojos, escondiendo la mitad de su rostro con el peluche.

Ella le dio una sonrisa.

Dejaron de hablar y ella volteó a ver la ventana de su habitación, con las cortinas abiertas y dejando pasar algo de luz de luna dentro.

Desde que Akutagawa lo ayudó a escapar de la prisión que significaba el orfanato, Atsushi tenía la terrible necesidad de dormir con alguien o algo a su lado, por el miedo de ser abandonado a su suerte otra vez. Por algo el pelinegro le había regalado el tigre.

Higuchi, gracias a su novia, sabía que el pelinegro lo ayudó después que Atsushi lo apoyara con su abusivo padre y después de la muerte de este. Incluso en el peor momento de su vida, trató de mantener la cabeza en alto y ayudarlo.

Ella lo admiraba mucho.

Le habló, llamándolo para ver si seguía con problemas de insomnio o si necesitaba algo de ella.

No se dio cuenta cuando el chico ya estaba dormido, pero moviéndose aterradoramente por las sábanas, tomándolas por debajo de él y gimiendo muy bajo. Lágrimas espesas que se resbalaban por sus mejillas la alertaron.

Se levantó de su futon y se acercó a Nakajima, moviéndolo mientras gritaba su nombre.

Ichiyou se asustó mucho al ver cómo él abría los ojos entre jadeos y sollozos. Se lanzó a abrazarla y se apegó a ella.

—No me dejes, por favor... te lo ruego...

Le acarició el pelo mientras correspondía su abrazo, atrayéndolo más hacia sí y acomodándose contra la pared para más comodidad. Él comenzó a llorar sobre su hombro, mojando su ropa hasta que algunos hipidos se hicieron presentes y el llanto cesó.

La rubia alejó sus rostros para verlo a los ojos. Bello dorado y violeta crepuscular apagado y roto en mil cristales se hacían presentes frente a ella.

After Nightmare [Atsushi & Higuchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora