𝐑𝐞𝐬𝐜𝐚𝐭𝐞

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—Deberías hablar con él; es patético verte esconderte —dijo Law, dejándose caer pesadamente en las gradas junto a Kiku y cruzando los brazos con molestia

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—Deberías hablar con él; es patético verte esconderte —dijo Law, dejándose caer pesadamente en las gradas junto a Kiku y cruzando los brazos con molestia. Su pie rebotó contra el suelo en un tic impaciente mientras fruncía aún más el ceño.

—Law tiene razón, Kid —asintió Kiku con convicción, inclinándose hacia adelante y apoyando los codos en las rodillas—. Si aún te sientes culpable, deberías disculparte. No puedes esconderte toda la vida.

—Cierto, no puedo hacerlo toda la vida —replicó Kid con terquedad, cruzándose de brazos con rigidez—, pero quizá lo haga un poco más.

Ambos pelinegros suspiraron casi al mismo tiempo, frustrados por la actitud infantil de su amigo. Law se pasó una mano por el cabello, despeinándolo aún más con un bufido, mientras Kiku rodaba los ojos y sacudía la cabeza con resignación.

—Eso es malo para ti, Kid; se te nota en la cara que no estás durmiendo bien —suspiró Kiku con preocupación, sin mirarlo.

Law bufó y dejó caer la cabeza hacia atrás, curvando los labios en una sonrisa burlona. —Eso es porque anda teniendo sueños indebidos con cierto omega —se burló, arrastrando las palabras con diversión.

Kiku se volteó bruscamente para mirarlo, abriendo los ojos con sorpresa y llevándose una mano a la boca con dramatismo. —¡Kid! —exclamó, entre escandalizada y divertida.

—¡Trafalgar! —se quejó Kid, poniéndose rojo hasta las orejas. Apartó la mirada con brusquedad y apretó los puños, intentando disimular su vergüenza.

Law se encogió de hombros con indiferencia y esbozó una sonrisa perezosa. —Te voy a avergonzar hasta que me aburra —lo amenazó, señalándolo con un dedo acusador—. Te lo buscaste por cobarde y por amenazarnos a todos.

Kiku estalló en carcajadas, inclinándose hacia adelante y llevándose una mano al vientre, mientras el pelirrojo se cubría el rostro con ambas manos y dejaba escapar un gruñido frustrado, como si quisiera desaparecer en el acto.

—¿Son mis amigos o mis enemigos? —preguntó Kid, entre molesto y ofendido, apartando las manos del rostro para mirarlos con el ceño fruncido.

—Somos tus amigos, y por eso somos sinceros contigo —dijo Kiku con seriedad, tocándole el brazo con suavidad. Luego, sin previo aviso, le dio un leve empujón en el hombro y esbozó una sonrisa traviesa—. Así que sal de ahí y deja de actuar como un niño.

—Tsk —chasqueó la lengua Kid, arrastrándose fuera de su escondite debajo de las gradas. Se sacudió el polvo de la ropa con movimientos bruscos y frunció la boca en una mueca de fastidio—. No estoy actuando como un niño —refunfuñó entre dientes.

Law rodó los ojos con exageración y soltó un largo suspiro dramático antes de apoyar la mejilla en su mano. —Sí, claro, por tu culpa perdí cinco dólares —comentó con sarcasmo, tamborileando los dedos contra su rodilla.

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