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Llegar a Veracruz había marcado un punto sin regreso, no había forma de salvar la partida y regresar a donde te habías quedado en el juego; significaba que una vez que presionabas enter era aceptar el destino de un reinicio total: perder. Game over.

Game Over desde el momento que pisó el aeropuerto y vió ahora a Yeri esperar por él en su camioneta azul. Game Over cuando el calor subía hasta su cabeza y no podía ni siquiera pensar con claridad al momento de verla vestida con aquella falda que dejaba poco a la imaginación, remarcando su pantie rosadita con fresitas impresas. Sin embargo lo que lo hizo sentir como un fracasado fue cuando ella le miró con una enorme sonrisa, sincera en su alegría de tenerlo aquí, en donde ella quería tenerlo. A sus manos, a su merced.

Él obedecerá, sumiso en cuanto se le permita, ¿cuánto duraría mantener su perfil bajo? porque a él también le gustaría comprobar que, efectivamente, Yeri no era tímida ni a palo...

Pero de momento, shh... Edward sería ese amigo que se hace el loco al notar aquellas miradas coquetas de su amiga por el retrovisor, jugueteando, bromeando.

Sólo amigos jugando con bromas pesadas que no muchos captaban, tan pesadas que ni ellos mismos entendían porque ninguno de los dos sabía cuando realmente aquel coqueteo no era de broma, que era una invitación a que cualquiera de los se atreviera siquiera a tocar un poco más abajo. Al fondo, húmedo y bochornoso. Sólo era mirarse por unos segundos y reírse como locos para después volverse al celular con los rostros estoicos, ocultando la ligera excitación.

Por suerte nunca estuvieron solos.

Papá Bratz siendo el hombre más atento con Edward que por pena no pudo negarse a una copa de whiskey en el patio junto a la piscina donde todo el círculo íntimo de Yeri se reunía. De la nada había comenzado una fiesta, Merari y todos los de FullBrand estaban también allí.

La mamá de Yeri era una dulzura de mujer que cada vez que pasaba a su lado le pasaba platos llenos de comida y snacks para esta tarde tan calurosa en particular. Papá Bratz no dejaba de hablar de negocios pero Edward no dejaba de mirar de reojo a la piscina a donde estaba Yeri, sumergida hasta la cintura en el agua, jugando con sus amigas que le echaban carrilla para que fuera a por el streamer que no había considerado meterse el bañador en su mochila para este viaje de colaboración.

Ella sólo reía de vez en cuando hacia donde él estaba, a veces, provocadora agarraba a Diego u Carlos como si fueran sus flotadores. Reía muy alto mientras se acomodaba el top de su bikini.

Los piercings de sus pezones se remarcaban y es que ella era siempre así de coqueta con todos, no era especial, pero en él funcionaba tan bien que no sabía si aquellos gestos sólo eran para él. Edward se pasó la lengua por los labios, el whiskey que le ofreció Papá Bratz no era tan dulce como se imaginaba que lo eran los labios de la hija de este considerado padre.

Qué mal se sentía, el buen hombre lo recibía siempre con brazos abiertos y él sólo quería dejarse manipular por la hija de éste.

Edward volvió la mirada hacia el padre de ésta muchachita que parecía tener de deporte favorito el coqueteo, avergonzado de sus pensamientos. La seducción era un viacrucis para un introvertido que quería sacarse los ojos para no volver a mirar el agua escurrir de sus pechos.

Merari que conocía bien a su amiga no paraba de reírse por el accionar de ésta y siendo casi el ángel de esta tensión, Merari tomó la iniciativa de ir por el español que primero se negó con una enorme sonrisa pero la mejor amiga de Yeri no era alguien que se rendía fácilmente, es más, previamente hablando con Noriega, éste le prestó unos shorts que perfectamente le entraban a Edward así que cuando la rechazó por primera vez, Merari sacó el short y se lo entregó. No aceptaba un no como respuesta.

Game Over X2 🎮☠️💦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora