Philotimo palabra del griego que describe una actitud hacia el prójimo y la humanidad en general. Significa mostrar empatía, compasión y generosidad sin esperar nada a cambio, enorgullecerse de hacer lo que es correcto y honorable y ser humilde al mismo tiempo.
Los ojos de Romeo miraban con suma curiosidad aquel juvenil rostro, por mas que le miraba quedaba más que fascinado, aquel joven era casi idéntico a su amado Carlo, claro, al menos físicamente.
El hombre... la máquina, títere o como la "gente" en Krat lo llamaba, el rey... podía sentir como los engranes de su corazón lentamente se comprimían y resonaban frenéticamente en respuesta a lo que estaba sintiendo o quizás simulando, para este punto ya ni siquiera estaba seguro de nada...
Estaba realmente embelesado mientras miraba aquel chico, ese cuerpo... no, no era su cuerpo, era la sutil forma en que caminaba, la firmeza con la que tomaba entre sus manos la espada, hasta los minúsculos tics nerviosos que Carlo solía tener cuando estaba vivo... quiera llorar por tan solo ver a ese chico frente de él, aunque ya no podía llorar... le destrozaba el alma la impotencia que sentía.
Fácilmente podía sentir como su estómago se comprimía por los nervios, aunque mecánicamente fuera imposible para el sentir lo que para los humanos eran mariposas en el estómago.
A pesar de ser consciente de que aquel rostro sintético y rígido, que era una vil imitación a lo que alguna vez fue un ser humano hermoso no solo físicamente si no mentalmente.
Él anhelaba que fuera Carlo... pero ese par de ojos de cristal de un color azul, no eran los de "él."
Mientras que en los ojos de "él" se podía ver aquella aura de mofa, un carisma un tanto gatuna, como la de un cazador a punto de devorar a su víctima, la mirada que ahora lo contemplaba era como el basto mar, ingenua y triste y abnegada a las órdenes de su creador.
Creador que claro, para su gran fastidio era también el "creador" de su chico, su amado y por otro lado su salvador, al ser el que lo convirtió en lo que ahora era...
Si hubiera sido lo suficientemente valiente...quizás estaría en el cielo o el infierno con Carlo... pero él no tenia las mismas agallas para asumir lo que implicaba la muerte.
Carlo era tan orgulloso y altanero, que ni en sus últimos momentos de vida jamás se le paso por la mente pedirle ayuda a su padre, aunque, ¿Qué hubiera podido hacer ese hombre en un ataque tan brutal?, Romeo no lo sabía, pero aún se atormentaba con la idea de que quizás su padre lo pudo haber salvado, quizás.
Antes de que él perdiera la vida, antes de que siquiera se unieran a la rebelión, le había hecho una promesa, moriría a su lado, moriría con él, serian enterrados juntos, pero lo había traicionado al ir tras la ayuda del hombre que tanto daño le hizo a su amado.
Era un cobarde escusado con una promesa, salvar a los humanos que aún estaban limpios de la enfermedad, pero desde que volvió a despertar ese era su fin y lo que lo mantenía atado a este mundo, salvar a los humanos, todo fuera por crear un mundo mejor, un mundo al cual Carlo no pudo tener acceso...
Un mundo donde la sangre, el dolor y el caos fueran pasado.
Romeo anhelaba volver a los tiempos en los que podía fingir que todo era normal, en aquellos días en los que su única preocupación era no ser descubierto en alguna travesura tonta e infantil, aquellos viejos tiempos en los que tomaba la mano de Carlo y corrían para escapar de los regaños de los adultos.
Esa época en la que el mañana y que cenarían era su mayor preocupación.
Pero nunca eres realmente consciente de cuándo será la última vez que podrás ver la radiante sonrisa y estabilidad de una persona y aún peor, jamás eres consciente de cuanto extrañaras la sonrisa que no pudiste proteger.
