Verano.Córdoba.
Amigos.
Tres palabras resumían esa semana en la vida de Thiago. Donde el sol bañaba su cara, y la vista maravillosa de las sierras que podía observar desde el patio de la casa que alquilaban lo maravillaba. Aunque olvidaba algo, algo que cambiaba todo.
Gino.
Ese muchacho alto de piel color caramelo, pelo castaño, cuerpo sutilmente tonificado y ojos color cielo, que lo tenía totalmente en la palma de su mano. Ellos no eran nada serio, pero al menos por el lado del menor, estaba totalmente enloquecido por él, de amor, claramente.
No debería ser que el simple hecho de verlo en el borde de la pileta con los cabellos mojados provocará que toda su sangre decidiera ir hacia el sur de su cuerpo. Pero sí, Thiago se sentía totalmente indefenso ante Gino. Sus hormonas tomaban control de sí, y le recordaban la imagen del mayor sobre su cuerpo, arremetiendo con fuerza dentro suyo. Quizás por eso había decidido recluirse a la cocina y mirar a través del ventanal el espectáculo que le estaba ofreciendo el mayor.
No pasó mucho para que de repente sus amigos volvieran a entrar a casa, y le avisaran que irían hacia el supermercado más cercano a comprar coca, ya que se les había acabado para acompañar con el fernet. Así fue como por primera vez en esos días, Gino y él quedaron a solas. Desde su posición, protegido por la mesada de la cocina, vio como Gino salía del agua, se secaba con la misma toalla que él había dejado sobre la reposera más temprano, y se colaba una musculosa blanca antes de entrar a la casa.
- ¿Qué haces acá escondido? - preguntó Gino al acercarse a la cocina, y pararse frente a él, separados por la mesada. El mayor notaba cierta tensión en el otro.
- No estoy escondido - respondió un poco a la defensiva el menor, como si escondiera algo que no quería que el otro supiera.
- Siento que sí - provocó Gino, que ya había notado cierto color rojo en las mejillas del castaño.
Capaz sus palabras no siempre lo demostraban, pero desde que habían entrado a la adolescencia, Gino sentía cierta debilidad por el castaño. Su cara eterna de nene, su piel blanca en el torso y su mirada inocente siempre lo había dominado. Pero, también había cierta atracción, cierto hilo que los obligaba a acercarse el uno al otro como si no pudieran evitarlo.
Claramente, el ojiclaro recordaba el día que finalmente no pudo ignorar más la atracción que sentía por el otro, y usando el alcohol como catalizador había rodeado con sus manos esa pequeña cintura que lo llevaba a la locura, con una simple mirada había pedido el permiso para juntar su boca con la del otro. Ese día, el mayor conoció una sensación adictiva, que solo le generaba el contacto con el cuerpo de Thiago.
Todavia en su mente podía reproducir los sonidos que salían de la boca de Thiago, las súplicas para que fuera mas fuerte, mas rapido, para que no lo soltara. Solo pensar en eso era suficiente para ponerlo al palo de nuevo.
Por eso, siempre que podía Gino lo buscaba, y cada vez volvía con más frecuencia al menor, pero su miedo total al compromiso lo obligaba a mantener ciertas distancias, que cada le eran más difíciles, cada vez le gustaba más quedarse apoyado en el pecho de Thiago mientras su pelo era acariciado por las delicadas manos del otro. ¿Se estaría enamorando? ¿ o ya lo estaba y simplemente no lo quería aceptar?
- No escondo nada - dijo con firmeza el menor. - Deja de imaginar cosas, Infantino.
Gino sin creerle ni un poco, rodeo la mesada para enfrentar directamente al otro y encontrar lo que el otro ocultaba. Thiago al notar el movimiento del otro, cerró sus ojos e intentó imaginar algo desagradable, como la camiseta de Newells, a ver si conseguía bajar su erección antes que el mayor la descubriera.
Pero la suerte claramente no estaba de su lado, porque si lo estuviera, los dedos traviesos de Gino no estarían rozando su pene por sobre el short robándole un gemido roto.
De un rápido movimiento, sin darle tiempo de poder quejarse o incluso hablar, Gino subió a Thiago sobre la mesada, y juntó su boca con la suya, en un beso cargado de todo pero por sobre todo de desenfreno. Algo que podían asegurar ambos es que nunca se cansarían de esa corriente eléctrica que invadía cada parte de su cuerpo cuando se besaban.
El ojiclaro metió sus manos por debajo de la camiseta del otro con clara intención de sacarsela, así que Thiago sacó sus manos de su cuello para facilitarle el trabajo y que fuera un efímero segundo el que tendrían que separar sus bocas.
Thiago sentía las manos de Gino por todos lados, sin quedarse en un mismo lugar, como tocaba sus pezones, como apretaba su cintura, como rozaba su entrepierna con la suya.
Se sintió una eternidad el momento en que Gino trasladó sus besos desde la mandíbula de Thiago hasta succionar ese punto erógeno en su cuello que siempre lo hacía gritar. En el momento que el mayor se separó un poco de él, aprovechó para agarrarlo de la musculosa.
- Sacatela - dijo casi como una orden que Gino no dudo en seguir mientras se agachaba, hasta quedar entre las piernas del castaño.
El ojiclaro conocía cada punto débil del cuerpo de Thiago, por eso, había empezado a dejar besos, desde la rodilla del menor hasta ir lentamente subiendo por sus muslos. Cuando estuvo cerca de su entrepierna solo soltó un soplido que le robó otro gemido a Thiago, para luego seguir dejando marcas en la parte interna de sus muslos. Gino podía ver los restos rosáceos de las que había dejado la última vez, pero él quería verlas moradas, al nivel que Thiago tuviera que usar un pantalón más largo para esconderlas.
Thiago le picaba la mano con las ganas de agarrar la cabeza de Gino y empujarla directamente hacia su pene, pero a la vez se sentía tan bien como la boca del ojiclaro iba dejando marcas, como le gustaba después verse los pequeños moretones ahí y recordar el momento en que el mayor los había hecho.
- Gino, por favor.
-¿Qué? ¿Qué necesitas mi amor?
- Cogeme, por favor - rogó entre gemidos.
Gino tenía claro algo: no tenían mucho tiempo. En realidad, era muy posible que en cualquier momento sus amigos llegarán. Así que había dos caminos, ser paciente y esperar hasta la noche o hacerlo bien rápido.
- Gino, dale - pidió de nuevo Thiago pero esta vez apoyando su mano sobre el bulto del mayor.
No fue difícil elegir el camino correcto para Gino.
Bajo a Thiago de la mesada, lo dio vuelta, haciendo que no le quedará otra opción que apoyar sus manos la misma, rápidamente bajó los shorts que tenía el menor, y metió un dedo en tu entrada, haciéndolo gritar ante la repentina invasión.
Gino intentaba preparar lo más posible al castaño antes de penetrarlo, así que cuando escucho un "Por favor" de parte de Thiago supo que era el momento, bajo sus propios short y alineó su miembro hacia la entrada del menor, y cuando estaba a punto de introducirlo.
- Más cara la coca acá - gritó Gonzalo mientras abría la puerta.
Thiago empujó a Gino hacia atrás, alejandolo de él, y se subió los shorts, se mojó la cara para disminuir el color carmín de sus mejillas. Mientras que el mayor respiraba profundo en un intento de que bajara su erección.
"5 minutos más eran, Gonzalo y la re puta que te parió" pensó Gino.
- ¿Qué onda? - preguntó Thomas mientras abría la heladera en busca de hielo.
- Hace un re calor, ¿no? - preguntó Manuel. - mirale las mejillas a Thiagui.
- Ya te dije que vayas un rato a la pileta boludo - le dijo Gonza mientras le ponía una gorra en la cabeza.
- Si tenes razón, me voy a tirar un chapuzon - dijo mientras salía rápido de la cocina para tirarse directamente al agua, con la esperanza que el contacto frío con el agua lo ayudara con el problema entre sus pantalones.
- Eso fue rápido - comentó Manuel. - ¿todo bien entre ustedes? - preguntó en dirección a Gino.
- Todo perfecto - respondió mientras miraba hacia el patio.
Su respuesta se escuchaba firme aunque en su cabeza se repetía la imagen de lo que hubiera pasado si sus amigos tardaban un poco más. Pero, bueno, esperaba que por la noche la puerta de la habitación de Thiago estuviera abierta para él.
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Momento Inoportuno
Romance¿que podria salir mal de quedar a solas con la persona que gusta?