En un teatro bohemio de París, el ambiente estaba impregnado de una mezcla de emoción y nerviosismo. Henri Lefebre, el aclamado actor, se preparaba para su gran actuación como Hamlet. A medida que se enfundaba en su traje de época y se observaba con detenimiento en el espejo, una sonrisa de confianza iluminaba su rostro. Isabelle, la maquilladora de Henri, lo observaba con profunda preocupación. Sus ojos se nublaban con dudas mientras sus manos expertas daban los toques finales al maquillaje del actor.
– Henri, ¿estás seguro de que quieres seguir adelante con esto? Tienes talento, pero interpretar a Hamlet es una tarea monumental–le dijo, con voz suave pero cargada de preocupación.
Henri, sin embargo, parecía respirar arrogancia. Su seguridad en sí mismo era palpable
–Isabelle, soy el mejor actor de esta ciudad. Mis interpretaciones son sublimes, por eso he decidido que interpretar a Hamlet es mi próximo desafío. El público quedará maravillado–respondió Henri, sujetando con firmeza el puño de la espada de cartón que agitaba pagando tributo a su interpretación que estaba por venir.
Isabelle asintió, sin convicción, mientras una sombra de duda se reflejaba en sus ojos. Mientras tanto, en el escenario, el director de la obra, Jean-Claude Dubois, observaba la escena con mirada escéptica.
–Henri, confío en tu talento, pero Hamlet es un papel que requiere de una profundidad emocional que aún no has demostrado tener. No te exijas tanto–sugirió Jean-Claude, tratando de ser justo y a la vez comprensivo.
Henri, sin embargo, lo miró con desdén, convencido de su genialidad.
–No te preocupes, Jean-Claude. Hoy demostraré que soy el mejor Hamlet que este teatro ha visto–respondió Henri con una resolución inquebrantable.
La cortina finalmente se alzó y la obra comenzó. Henri, con una mirada desenfocada, recitaba sus líneas con un énfasis exagerado, como si estuviera convencido de que su actuación era sublime y perfecta. Sin embargo, a medida que la trama avanzaba, el público comenzó a murmurar entre sí, susurrando frases de sorpresa y confusión. Desde las bambalinas, Isabelle apretaba los puños con angustia, observando cada paso en falso de Henri con una mezcla de tristeza y ansiedad.
–Henri, por favor, detente–le susurró en un intento desesperado de evitar el desastre.
Pero Henri continuó, ajeno a las señales del fracaso inminente. Sin embargo, cuando llegó el momento crucial del monólogo "Ser o no ser", su voz se quebró y su actuación se desmoronó por completo. El público, confundido y desconcertado, empezó a reír, sin poder reprimir su asombro ante lo que estaban presenciando. Henri, en un intento desesperado por mantener su compostura, luchaba por mantenerse en personaje, pero era evidente que la actuación había tocado fondo.
Al finalizar la obra, Henri salió del escenario con la cabeza gacha y los hombros caídos. Isabelle se abalanzó sobre él en un gesto de consuelo, mientras Jean-Claude se acercaba con una expresión compasiva y un brillo de tristeza en sus ojos.
–Henri, lo siento. Estabas tan convencido de tu talento, pero la realidad es que tienes mucho que aprender–le dijo, con un tono gentil pero sincero.
Henri asintió, con los ojos llenos de lágrimas de decepción.
–Lo siento, me dejé llevar por mi ego. Prometo que trabajaré duro para superarme–respondió Henri con humildad, reconociendo finalmente su fracaso.
Y así, la escena terminó con Henri mirando el escenario vacío con determinación, sabiendo que el fracaso lo había obligado a confrontar la verdadera naturaleza de su talento. Sabía que el camino para convertirse en un verdadero Hamlet estaba lleno de desafíos, pero estaba dispuesto a enfrentarlos con valentía y humildad.
ESTÁS LEYENDO
Relatos De Una Antología-Los Cuentos Poema.
RandomCompuesto por una variedad de cuentos y relatos en forma de poema. Cada historia transporta al lector a un mundo diferente, explorando temas de amor❤️, tristeza😔, miedo😱 y fantasía✨. "Los relatos de una antología-los cuentos poema" es una colecció...