Recuerdos Del Pasado

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Despierta casi antes de salir el sol, se me acerca con parsimonia, me eleva el deseo, el hambre por tenerlo, lo necesito, me toma del cuello, su boca esta humeda, pasa su lengua y entonces me susurra:

—¿Dime tu nombre? ¿Por qué me llamaste? ¿Qué buscas de mí?

Lo miré con altivez y le respondí enceguecida por su belleza, por sus ojos.

—Son muchas preguntas, soy Freyja, hija de Lilit, despertada por la sangre de mis antepasados, y tú fuiste el que acudiste a mi llamado, lo que busco de ti... Lo voy a descubrir pronto, ahora vete, esta por salir el sol, no debes estar aquí.

No podía revelarle que sobre mí había una historia entre nuestro linaje y el suyo, cómo podría explicarle que Baphomet había pedido que fuera su mujer, aquel que nos ofrecía fornicar con hombres y mujeres, ese que me brindaba el poder de hacer pecar a los humanos para asesinarlos, cómo le iba a decir que mi madre habia sido una Lilims, y que él no podía estar conmigo, porque tarde o temprano nos alcanzaría la realidad.

Entonces se acercó a mí con sus ojos brillosos, y no esperé que diera un paso hacia mí, lo besé con la necesidad que sentía de él, añoraba sus caricias, su forma famélica de poseerme, me correspondió, nuestros labios se unieron en una guerra sin control, me arrancó gemidos con solo besarme, desnudo mi cuerpo quedó ante él, mis senos pedían a gritos su boca enrojecida, entonces clavó sus dientes afilados y bebió la sangre, mientras mi cuerpo se estremecía, nunca había sentido tanto clímax con alguien, era distinto follar con un vampiro, algo salvaje y demoníaco, sacó su masculinidad de su pantalón y de tajo me embistió, estaba receptiva, húmeda, me apoyé entre piedras, estábamos cogiendo antes que amaneciera, me agarraba mis glúteos y sentía más fuerte cada sacudida, este hombre es parte de mi esencia, lo siento, este deseo oscuro me consume mi piel ansía tanto sus caricias, estoy temblando entre sus brazos, me hace olvidar que esos hombres me dejaron un día sin corazón, es como su bailaramos al compás de una danza maldita entre dos cuerpos que se han encontrado, que se reconocen, entonces recorre mi cuello, y yo asiento, lo necesito, una mordida, entonces se sella el inicio de un amor endemoniado en cada gota, y en ese momento ve entre mis recuerdos, mi cuerpo se estremece, mis piernas flaquean, un orgasmo barre la noción de aquella entrega, me susurra que no me va a dejar escapar, en ese momento sus caricias son cadenas que me apresan para no querer irme.

Luego de aquella noche, que había empezado entre las sombras y las tinieblas, de haber terminado en el fuego del infierno de aquella bruja, sintiéndome despojado de mi frenesí, de mi sed se sangre, y sentir el deseo por aquel cuerpo desnudo que me llamaba e incitaba a poseerlo… Me retiré a las lúgubres catacumbas, esas que me escondían de la luz del sol y servían de aposentos, donde bajo la luz tenue de las velas existentes muchas veces me ponía a pensar, el porqué de esta desolada y solitaria vida, pero en esta ocasión fue:

¿Qué tenía esa maldita bruja, por qué termine entre sus brazos, entre sus piernas? ¿Qué la hizo darme el beso negro, que me dejo pensando en ella?

Malditas imágenes que se aparecen en mis sueños como recuerdos de un pasado que nunca lo he vivido, imágenes de mujeres atadas a palenques y quemadas vivas en inmensas hogueras, perturbadoras imágenes de la inquisición, hasta un recuerdo, un maldito recuerdo muy oscuro guardado bajo miles de capas de almas quitadas y que en pena me acompañan, ¡mi madre!, siendo quemada en una hoguera, empalada, con una estaca en el pecho, siendo acusada de bruja por su pasado y de vampiro por haberse elegido, y enamorado de mi padre, forjando así una alianza con las brujas, un Círculo de Brujas; los recuerdos perturbadores siguen y veo a mi padre llorar sangre, al ver tan desgarradora imagen, proclamando su descontento con los mortales y todo aquel que ejerciera la hechicería, rompiendo su pacto para darle caza a cualquier bruja que se le cruzara, librando una guerra interminable a través del tiempo.

¿Qué tenía que ver aquella bruja, con todos estos recuerdos?

—¿Por qué sentí el llamado de Freyja esa noche? ¿Cuál es la línea sanguínea que une su ser al mío, su cuerpo al mío?

Debo averiguarlo antes de que sea demasiado tarde. ¡Aunque ya creo que lo es!

No dejo de pensar en sus ojos de fuego penetrando mi mirada, su roja y húmeda boca besando la mía, sus manos recorriendo mi torso, sus uñas clavándose a mi espalda, el fervor de su cuerpo ardiendo por dentro, clavándose a mi miembro una y otra vez, su sangre fluyendo, pidiendo a gritos que le clavara un beso en sus pechos, sintiendo como se hundían mis colmillos en su piel, recibiendo de su sangre todo ese deseo de poseerme, de dejarse poseer, sucumbí a sus encantos de mujer, la cogí y me cogió como si no hubiese un mañana, un sol más para ella o una luna más para mí, la humedad de nuestros cuerpos chapoteaba con cada embestida, con cada movimiento de cadera, cuerpos convulsionando de lujuria y placer, los fluidos mezclados de pasión y deseos, jadeos y más jadeos, lascivos gemidos que hacían eco en las paredes y se transforman en un frenesí de orgasmos desparramados sin control, ni compasión.

Yo era suyo desde ese beso en mi frente, y ahora era mi momento para sellar ese endiablado y demoníaco pacto, acaricié su rostro, sus cejas, su boca, la mire a los ojos y le dije:

—Así como proclamaste que era tuyo al estar de rodillas ante ti y marcaste mi frente con tu beso, ahora me perteneces, tu cuerpo y tu mente son mías. ¡Eres mía, serás mi Ghoul!

Mirándome a los ojos, soltando una sonrisa incrédula y macabra, volvió a decirme:

—¡Tú eres quien me pertenece!

Autores:
Mile Morales
Pensamientos y Letras- G. J. C.

El llamado de la bruja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora