"La única cosa verdaderamente importante, la única cosa que cuenta de verdad, es darle un sentido a la propia vida, aunque esta carezca de sentido, porque la felicidades no es una meta... si no un estilo de vida" (Perdona si te llamo amor)Capítulo 13
La tibia mañana de Abril provocó en Terry, un deseo repentino por cabalgar; así que tomó las llaves de su auto y se dirigió al club de campo en los Hampton. Solo gente acaudalada y artistas de renombre tenían acceso a las membresías de ese lugar, Terry se sentía cómodo pues no había manera de que los reporteros y las personas se le quedaran mirando. En ese lugar era en donde se veía con Danielle, era lógico que tarde o temprano, sus paseos con ella por el club, fueran de dominio público.
Cabalgó por largas horas en un caballo arábigo pura sangre, de un blanco inmaculado, y tan testarudo como su dueño, solo permitía que Terry lo montase. Ese caballo había sido un regalo de su padre, al igual que la casa que se encontraba en la bahía.
Una vez que dejó al caballo, se dio una ducha rápida en los privados baños que ahí tenían.
-Señor, la señorita Blanc, lo espera en el comedor-le dijo un mozo a la salida del baño.
Terry se dirigió al gran comedor, con pequeñas y elegantes mesas dispuestas a lo largo y ancho del gran salón, ese era el lugar en el que se escuchaban y comentaban todo tipo de chismes de la alta sociedad. Divisó a Danielle sentada en una de las mesas que tenían vista al amplio jardín que ahí había, sosteniendo una larga boquilla de carey, con un cigarrillo encendido.
-Eso terminará por matarte querida-expresó Terry con una sonrisa, una vez que se sentó a la mesa.
-Nada de eso, ma cherrie mejor salúdame como es debido-la castaña elevó una ceja, mientras sonreía de medio lado, claramente era un reto, pues podía ver las miradas discretas que los ahí presentes les dirigían. Terry depositó un ligero beso en sus labios-esperaba más, pero por el momento es suficiente. Fue una verdadera sorpresa enterarme que estabas aquí, querido.
-Tenía deseos de cabalgar, Danielle.
-Bueno, y ya que me ahorraste el ir a buscarte a tu departamento, podemos ir a tu casa para despedirnos como es debido-dijo de modo sugerente la castaña.
-¿Te vas?
-No por mucho tiempo querido, acompañaré a mi sobrina al bautizo de la hija de su amiga.
-¿La hija de los Jefferson?-preguntó de modo casual Terry, él ya se había enterado por el periódico que, el bautizo de la hija de Candy se celebraría en Chicago.
-Así es, quiero conocer en persona, a la mujer que le quitó lo afeminados a ese par.
-¿Sigues creyendo esas tonterías?
-Por supuesto, y más aún ahora que me he enterado de que Roger Lancaster, es el dueño de la mansión que se encuentra del otro lado de la bahía.
Terry había visto la gran construcción que se estaba llevando a cabo casi del otro lado de donde se encontraba su casa, por lo que había visto a lo largo de ese año, no habían escatimado en gastos, pues era una gran propiedad de muchos más acres que muchas de las que se encontraban a los alrededores.
-¿Y eso que tiene que ver?-preguntó divertido Terry, pues los rumores de que a Candy se le veía bastante tiempo acompañado de Roger, eran cada vez más frecuentes.
-Se rumora de que esa mansión es un regalo para su ahijada, cuando todas las personas sospechan de que es un regalo para la señora Jefferson.
-No creo nada de eso-dijo con rabia contenida Terry.
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Falsas impresiones
FanfictionEn un mundo en el que las apariencias son las que rigen, Candy se verá envuelta en mentiras e intrigas, para poder probar un poco de la felicidad que siempre le ha sido negada... ¿Podrá salir airosa de todo eso?