GALEN OBSERVA a los cazadores fuera de la Arena acorralar peces con ritmo frenético. Expertamente, lanzan las redes tradicionales de algas entre la vorágine de atún. Las redes, que tienen grandes piedras atadas en cada esquina, arrastran a los peces hasta el fondo, los mantienen vivos hasta que es tiempo de comerlos. Las aguas alrededor de la Frontera son ideales para que se den muchos tipos de peces, los arrecifes y atolones contienen gran variedad de plantas y peces. Incluso se pueden encontrar almejas gigantes-una deliciosa almeja puede alimentar al menos a 20 Syrena por día.
Pero Galen no vino a la Arena para ver a los cazadores atrapar la comida del día para los asistentes del tribunal. Vino a encontrar a Toraf antes que comience la sesión de hoy. Ha tenido poco tiempo con su amigo en medio de la reciente evolución de los acontecimientos, por lo que Galen sólo puede ver sus reacciones desde lejos, que no ofrecen muchas pistas.
Galen lo encuentra donde esperaba, sobre el suelo al final de la Arena. Otros pueden no notarlo, porque un Toraf molesto es algo verdaderamente raro, pero Galen puede prácticamente sentir la animosidad que emana de su amigo. Así que casualmente choca contra él, y trata de sonar súper arrepentido.
-Oh, lo siento piscardo. Ni siquiera te vi -Galen imita la postura de Toraf, cruza los brazos y mira al frente. Qué se supone que están mirando, no está seguro.
Su esfuerzo es recompensado con la ligera curvatura de la boca de su amigo.
-Oh, no te preocupes, renacuajo. Sé que debe ser difícil nadar derecho con la cola de una ballena.
Galen frunce el ceño, e intenta no echar una mirada a su cola. Desde que fueron por Grom, ha estado adolorido por debajo de la cintura, sólo se lo atribuyó a la tensión de encontrar a Nalia, y luego todo el lío del tribunal-por no mencionar, flotar en su sitio durante horas. Aún así, examinó su cola la noche anterior, con la esperanza de dar masajes a cualquier nudo que encontrara, pero se sorprendió un poco de ver que la envergadura de su cola parecía haber aumentado. Decidió que estaba dejando que su imaginación lo traicionara; ahora no está tan seguro
-¿A qué te refieres? -dice a la ligera.
Toraf asiente hacia la Arena. -Sabes a lo que me refiero. Parece que tienes la fiebre roja.-La fiebre roja te hincha todo, idiota. Justo antes de matarte. No hace que tu cola crezca. Además, la marea roja no ha sido mala desde hace años. -Pero Toraf sabe cómo luce la fiebre roja. No mucho después de que se volviera un rastreador, se le encomendó encontrar un Syrena que se había marchado a morir solo después de estar atrapado en lo que los humanos llaman marea roja. Toraf se vio obligado a atar algas en la cola del anciano y arrastrar su cuerpo hasta la Cueva de las Memorias.
No, no cree que tenga la fiebre roja.
Toraf se permite una larga mirada a la cola de Galen. Si fuera cualquier otro, Galen lo consideraría de mala educación.- ¿Te duele?
-Punza.
- ¿Le has preguntado a alguien al respecto?
-He tenido otras cosas en la cabeza. -Es la verdad, Galen no había pensado mucho en ello hasta ahora; ahora que alguien más lo ha notado.
Toraf tira de su propia cola y después de unos segundos de torsión y flexión, es capaz de medirla contra su torso. Se extiende desde el cuello hasta donde su cintura se convierte en una cola aterciopelada. Le indica con la cabeza a Galen que haga lo mismo. Galen se horroriza al descubrir que su cola ahora le cubre desde la parte superior de la cabeza hasta muy por debajo de la cintura. De verdad parece la cola de una ballena.-No sé cómo sentirme -dice Toraf reflexivo-. Me he acostumbrado a ser el que tiene la cola más impresionante de los dos.
Galen sonríe y deja caer su cola. -Por un minuto pensé que de verdad te importaba.
Toraf se encoge de hombros. -Ser consciente de ti mismo no te favorece.
ESTÁS LEYENDO
Of Triton-Anna Banks
Teen FictionEmma acaba de enterarse que su madre es una princesa Poseidón largo tiempo perdida, y ahora lucha con una crisis de identidad: como mestiza, es un fenómeno en el mundo humano y una abominación en el reino Syrena. Las leyes Syrena proclaman que todos...