1. Tu vida como un viaje de ida

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15/11/2023

Érase una vez una familia de 4 orugas, en la que destacaba una de ellas.

Esta oruga no era como las demás de su alrededor, no quería quedarse cerca de las plantas y flores del jardín en el que vivía: quería explorar. Ver nuevas flores y arbustos, no quedarse eternamente con las escobas lechosas y algodoncillos, estaba segura que podía hacer más cosas de las que las orugas de su alrededor decían que una oruga puede hacer.

Esta oruga recibía muchos comentarios de otras orugas y polillas como “pareces una chinche”, “¿para qué quieres más flores si aquí tenemos ya muchas?”, “parece que se cayó de la rama cuando era una larva”, “en menuda polilla te convertirás…”. Estos comentarios afectaban a nuestra oruga protagonista, empezó incluso a hacer esos comentarios hirientes a otras orugas, pero todo cambió el día en que decidió irse.

Se creó un capullo con el que envolverse y así protegerse del exterior y pasó alli el tiempo suficiente como para darse cuenta de que lo único que estaba mal con ella era que se la había pasado escuchando críticas y comentarios ofensivos desde que era una larva.

Pasó tiempo en su cómodo capullo hasta que decidió que ya era el momento de seguir su vida fuera de aquel capullo, incluso si no estaba lista.

Sacó sus largas patas para impulsarse hacía fuera y poder sacar sus alas, se mantuvo unos segundos apoyada en su crisálida estirando sus alas y, aunque no sabía cómo saldría su aventura, decidió empezar a vivir.

*epílogo*

Nuestra ahora mariposa quiso un día sobrevolar su viejo  jardín para ver cómo estaban las orugas de su infancia se habían transformado en mariposas cebra ya, las vió a lo lejos, pero a ella nadie la vió. Casi que mejor, así no tenía que ver a la gente que tanto la juzgo cuando era una oruga.

Lo que la mariposa no sabía, era que las otras mariposas sí la habían visto, incluso la habían gritado que dejase de creerse tanto por tener alas de colores brillantes, no como ellas, que no sabían lucir sus colores debido a su mala actitud, pero nuestra protagonista no hizo caso. Aprendió a quererse y respetarse, lo que le hizo desprender su propia luz sin apagar la de nadie más.

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