Mehlaba

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Llegamos a Mehlaba con cierta timidez, siendo las únicas chicas en ese lugar. Al entrar, nos encontramos con Haytam, Ayoub, Hamza y Oussama. Intercambiamos saludos con un "salam u3alikom" y "¿qué tal?" y ya esta. Después de unos minutos, decidí a preguntarle a Hamza:

- Kayen xi haja bax naklo awla walo hh (hay algo para comer o nada jajaja)

Él, riéndose, respondió.

- Darori kayen ghir lmojod 

Le dije:

- N9dar ntkhol nxof ldakhel (puedo entrar a mirar dentro)

Y él contestó:

- Merhba tkhol (bienvenida entra)

En ese momento, Ayoub, el chico hablador que siempre se mete en asuntos ajenos, decide intervenir y corta a Hamza diciendo:

- Dkhol merhba hoz li bgiti ntina u hadek lbnt dl 3ayila dyalkom (entra bienvenido coje lo q tu quieras tu y la chica esa de tu familia)

Yo no le respondí, solo le dediqué una sonrisa falsa, como un agradecimiento sin palabras. La tensión en el aire era evidente, y aunque intenté mantener la conversación ligera, la presencia de Ayoub agregó un matiz incómodo a la interacción.

Miradas cómplices, sonrisas sutiles y palabras compartidas entre Hamza y Zainab se entrelazaban en el aire, creando un lenguaje secreto que solo nuestros corazones entendían. A pesar de la presencia incómoda de Ayoub, el brillo en los ojos de Hamza revelaba un afecto que el tiempo no había borrado. En ese instante, Mehlaba no solo era el lugar de encuentro de amigos, sino también el escenario donde el amor de Hamza y Zainab se entretejía con cada interacción.

A kilometros de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora