MELODIA

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SELINE


Amor.

Love.

любовь.

Amour.

Tantos idiomas para nombrar un sentimiento y tan pocos instantes que te hacen valorarlo.

Lo extraño de esto es que no entiendo como después de tantos intentos de matarme sigo viva y no solo eso. Ahora hay una vida creciendo dentro de mi.

Tengo dieciocho y Dominic diecinueve.

¿Como se supone que se es padre a esta edad?

Regreso la mirada al frente de la terraza con la respiración ligeramente descompensada y la mirada vidriosa hacia las colinas llenas de arboles, el ligero atardecer que predomina con diferentes pinceladas naranjas, el aire fresco y el silencio. El silencio lo es todo.

Amo Italia, amo esta casa tan enorme pero acogedora y segura a la vez.

Muevo la mirada al hermoso barandal de cerámica que conecta ambos lados de la casa, esta casa no estaba planeada, no hasta que los padres de Dominic decidieron que sería conveniente que tuviéramos un lugar seguro y alejado de gran parte de Italia por las nuevas circunstancias en las que estoy. Decidieron dárnosla como regalo atrasado de bodas. O mas bien Catalina lo quiso y William no objeto contra los deseos de su esposa.

Aun no se que paso entre ellos pero están casi divorciados, no hay contacto de palabras o cercanía publica entre ambos, lo único que los une es una hoja de papel. Y sobre Dom y su padre, se que desde la abadía algo cambio para siempre. Se que es, vivi las consecuencias de su silencio, pero algo me dice que no es todo. Faltan partes que no logro unir.

Cuando desperté y pasaron los días, Dom me fue contando poco a poco las nuevas noticias. Me sorprendió cada una de las cosas que iba diciendo, pero trate de no sobresaltarme mas de la cuenta o según me advirtieron podría tener serios problemas de la presión. Y eso seria una causa para regresar al hospital.

Tenía curiosidad. Mas bien me moría de la curiosidad por conocer a Bella y Alec.
Dom decía que podrían ser de ayuda, pero no confiaba en ellos. Estaba deacuerdo con el, bueno al menos hasta que yo pudiera crearme mi propio perfil hacia ellos. Me entristecía la enfermedad de Catalina y mas cuando veía la forma en que el estado de animo de Dom caía cada que hablaba del asunto. Tomo la tasa de té que se encuentra en la mesa acomodándome en mi silla, dejando que el aroma a jazmín me envuelva.

Jazmín. Una involuntaria sonrisa atraviesa mis labios junto al recuerdo del día en que desperté.


••●••

Canción para acompañar este momento (Righ Round - Flo Rida)

Mi respiración ya era normal, la cabeza había dejado de doler y ya casi no me dolía moverme. Ya podía caminar de un extremo al otro, la cantidad de medicamentos que ingería por intravenosa había disminuido y me sentía y lucia mejor. Entonces no entendía el afán por que siguiera en este hospital. Odiaba los hospitales, enserio lo hacia. Fije la mirada en la cama con recelo, prefería pasar la mitad del día sentada en este cómodo sillón que en esa cosa insoportable hecha por el diablo.

El sonido de la puerta me hizo separar la vista de la cama y dirigirla al perfecto y elegante hombre que entraba por ella. Esto era lo único bueno, casi todo el día tenia a Dom para mi sola.

Era tan agradable pasar tiempo con el, aun que era un poco molesto con su sobreprotección, no la entendía, siempre era extremadamente cuidadoso de donde yo me moviera o si me quejaba por la mínima cosa. Me obligaba a comer incluso cuando le decía que olía horrendo la comida. O cuando después de un rato la vomitaba. Y me hacia sentarme al mínimo mareo que tuviera. Andaba de aquí para allá con sus ordenes y miradas de advertencia.

Linaje de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora