His Name ☠ Death Note [LawLight] ✓Omegaverse

20. 💀Serendipia💀

La muerte es un suceso natural, la vida es un ciclo infinito. El fin de un individuo supone el comienzo de la vida para otras formas que desconocemos, a partir de un cadáver en descomposición, organismos e insectos se nutren, surgirán hongos que contribuyen a atribuir propiedades a la tierra en donde crecerán diversas especies de plantas que continuarán el bucle de la vida. Es tan simple que resulta hermoso, el intercambio de vida surge en cada segundo de existencia, infinitamente.

Retiro estas ideas ilusorias sobre la muerte, la realidad es cruda y amarga, lo cierto es que nunca estamos listos para comprender que no veremos a alguien nunca más, nos cuesta asimilar que quien estuvo ya nunca más estará. Es difícil llorar por un hijo ausente, sentir el dolor de un vacío inexplicable.

La silueta blanca de L apenas se dislumbraba pareciendo tan fantasmal y misterioso como en mis sueños, me asombraba la rigidez de sus emociones, la inquietud de su actuar desconcertante que parecía suprimir el dolor de una pérdida con una apariencia indiferente.

A mi mente llegaban las imágenes de la farsa de mi vida en Japón, la expresión lastimera de Misa Amane, el ceño fruncido de mi padre que descalificaba mi comportamiento como vago y sin sentido, el aroma a estrés y ansiedad que se vivía en la Oficina del cuartel. Parecía una locura pretender regresar a ser un hombre ridículo y vacío, dando vueltas sin ningún propósito, más que evitar la cadena perpetua.

Me tentaba la penumbra del suicidio ¿Qué hubiese sucedido si escribo mi nombre? Sus huellas sigilosas y perversamente distantes representaban una luz en medio de mis oscuros temores. Aunque en el fondo sabía que el intenso amor que sentía era unilateral, L solo se había dispuesto a determinarme para hacerme sufrir, después de todo no tengo derecho a estar tranquilo luego de tanto dolor que he provocado.

Al llegar al final del pasillo, entramos en un estrecho ascensor metálico que parecía apenas funcional, el cajón lúgubre y ligeramente oxidado, dependía de un mecanismo de cadenas girando por una rueda. A estas alturas, no me interesaba qué sucediera con mi vida más allá de serle útil al plan de L.

-Te recomiendo que mientras esté encendido no muevas ninguna extremidad, está diseñado para mover carga pesada y podría ser que quedes atrapado-Advirtió L, rígidos y tensos, intentamos encogernos en el pequeño espacio. Yo buscaba respuestas en sus expresiones y su forma de gesticular, pretendía saber cómo se sentía al estar conmigo, sin embargo, nunca hallaba indicios, pues parecía actuar como un desconocido.

Aunque la luz era escasa, podía percibir que no me miraba, que yo tan solo era un espectro insignificante para su campo de visión, que tal vez, todos éramos simples espectros flotando invisibles en su mundo interior, plagado de cuestiones misteriosas e inquietantes para alguien tan práctico y realista como yo. Ese hecho era inmensamente doloroso para mí, yo que me convertí en un imbécil perdidamente enamorado de una ilusión, incluso me sentía culpable por sentir indignación de su actitud distante y repelente, luego de haberle revelado todos mis pecados y pedir piedad arrodillado ante él, de llorar su abandono, de doblegarme ante su voluntad y haberle hecho el amor con tanta ternura y pasión como nadie podría hacerlo.

¿Realmente L me odiaba? O ese rencor que guardaba en su interior no estaba dirigido exclusivamente para mí, sino a toda la inmundicia de personas que intentaron maltratarlo en el pasado. Sentir empatía e intentar comprender las razones de sus conductas era como resolver una ecuación imposible siendo un poeta, pues yo soy tan solo un hombre egoísta, incapaz de ver el mundo más allá de mis propios ojos.

Al descender del cubículo, L me pidió que esperase en la entrada de un sótano enorme. Y yo, como todo hombre totalmente domesticado, obedecía sumisamente. Al cabo de unos minutos comencé a escuchar ruidos y pisadas provenientes de una escalera metálica que no sabía a donde se dirigía. Se trataba del hombre del avión, lo supe por su inconfundible peinado lacio con mechones cobrizos, su gran altura, sus extremidades delgadas y largas, su tono galante al dirigirse a mí.