32 - Desenlace inesperado

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Podía escuchar los pasos de Ellies acercándose, mientras su mente iba a mil por segundo buscando maneras para huir de esta situación. La droga que había consumido antes aún no había completado su efecto. Quizás si se obligaba a vomitar, podría expulsar una parte y al menos volver a tener un poco de control sobre su cuerpo. Acercó la mano a su boca, con intención de introducir los dedos. Pero antes de que pudiera lograrlo Ellies la agarró con fuerza por el brazo.

-Eres una niña muy inteligente, pero me temo que no te permitiré hacerlo

Reaccionando de manera desesperada, Aylah haciendo uso de su mano libre agarró un tenedor de la mesa, y con las pocas fuerzas que le quedaban apuntó a su rostro. Ellies evitó el ataque, pero no por completo. Su mejilla fue cortada levemente, Aylah sonrió con malicia ante su pequeño triunfo, mientras gruesas gotas de sudor corrían por su frente por el esfuerzo que acababa de hacer. La cara de su primo lucía fría, inexpresiva, mientras sus ojos la miraban de forma siniestra. Al parecer no esperaba que ella se resistiera hasta el punto de atacarlo, demostrando claramente la aversión que sentía hacia él.

Zafó el cinturón de su pantalón sin decir palabra alguna. Colocó las manos de Aylah por detrás del espaldar de la silla y la amarró con fuerza, dañando sus muñecas de manera intencional. Ella gimió adolorida mientras respiraba con dificultad, sentía la boca seca y un intenso mareo. Estaba totalmente fuera de combate, aunque no la hubiese amarrado, ya le era imposible moverse, la droga había recorrido su cuerpo inmovilizándola por completo. Sus extremidades se sentían pesadas y adormecidas, como si en vez de carne y huesos, fueran de metal o piedras.

-Traía buenas noticias, pero no estas comportándote correctamente -la tomó por el mentón y la besó. Empujó la lengua dentro de su boca, invadiéndola de forma violenta. Luego mordió su labio con fuerza, hasta hacerla sangrar. Ella gimió adolorida mientras Ellies seguía lentamente por su cuello, marcando su piel intencionalmente mientras disfrutaba de sus quejidos ahogados.

Cuando se apartó, ella lo miraba con intensa ira. Su hermoso rostro estaba rojo y la sangre manaba generosamente de su labio roto. Ellies sonrió con satisfacción mientras acercaba una silla y se sentaba frente a su víctima. Su cara se asemejaba a la de un animal salvaje divirtiéndose mientras jugaba con su presa, disfrutando de su desesperación, antes de finalmente devorarla hasta los huesos.

-Ya todo está preparado -dijo mientras apartaba algunos cabellos que se habían pegado en la frente de Ayla por el sudor- Mi padre ya envió los papeles al abogado, a esta hora mañana tu compromiso con Kadir será cancelado.

Ella lo miró entre sorprendida y aterrada. ¿De qué demonios estaba hablando? No era capaz de entender de que se trataba todo esto.

-Luego de tu despertar te diste cuenta de que me amabas profundamente, y le rogaste a mi padre que como tu tutor legal, rompiera tu compromiso con Kadir -sus ojos brillaban de manera malvada mientras hablaba y veía la desesperación asomarse en el rostro de Aylah- Le dijiste a mi padre que deseabas casarte conmigo lo antes posible y él accedió a tus deseos de inmediato. Así que hoy diremos nuestros votos y nos uniremos en sagrado matrimonio. Luego tendremos una hermosa luna de miel bien lejos de todos. Para cuando ese bruto general y ese inepto rey reciban la anulación, ya tú y yo estaremos muy lejos de aquí.

Se arrodilló en el suelo y tomó uno de los pies de Aylah entre sus manos mientras ella no podía controlar su agitada respiración. No podía creer lo que estaba escuchando. Si esto era cierto, ya no había salida, estaba atrapada sin posibilidad alguna de huir. Su tío había ganado de manera abrumadora, había movido sus cartas sin que nadie lo supiera o lo sospechara de antemano. Se había mantenido supuestamente cooperativo con el rey, cuando sus planes eran otros. Ellies se convertiría en el rey de Alstania y ella en una dulce marioneta que podían mantener bajo su control de manera permanente.

Aunque en lo profundo de su ser sabía que no sucedería, seguía mirando hacia la puerta con la vaga esperanza de que alguien apareciera. Nadie sabía lo que estaba sucediendo en esta habitación, el mayordomo o algún sirviente de confianza estaría custodiando la puerta. Pero no podía evitar desear, rezar por un milagro, no quería rendirse, todavía no. No podía tener tan mala suerte.

Ellies le quitó el zapato y comenzó a besar su pierna, subiendo lentamente hasta su rodilla. Fue levantando la falda de su vestido con calma hasta llegar al interior de su muslo. Lamió con suavidad antes de succionar y morder de manera dolorosa la sensible piel. Aylah gritó sin poder evitarlo, era muy doloroso. Emocionado ante su reacción repitió la acción varias veces mientras ella se mordía los labios de manera rebelde. Quería que detuviera, que esta tortura terminara de una vez. Pero sabía que esto era apenas el comienzo, aún faltaba mucho más. Recostó la cabeza la espaldar de la silla, seguía mirando hacia la puerta mientras unas lágrimas involuntarias escapaban de sus ojos. Trataba de poner su mente en blanco mientras su cuerpo servía de juguete a un depravado, quería dejar de sentir, para que todo terminara más rápido.

Sin previo aviso, la puerta fue derribada mientras una figura masculina aparecía de la nada. Aylah parpadeó varias veces atontada, se sentía dormecida. ¿Acaso estaba soñando? Esta era la única manera en la que podía estar viendo a Kadir parado en el umbral. Los ojos del general pasaron de Aylah a Ellies y viceversa. Era como si no comprendiera la situación o le pareciera demasiado irreal. A su vez Ellies también lucía sorprendido ante la intrusión.

Ella se sentía totalmente avergonzada por haber sido descubierta en semejante situación, y al mismo tiempo totalmente feliz de verlo. ¿Acaso había venido a salvarla? El mismo calor que había sentido tantas veces antes se extendió por su cuerpo de golpe. Cerró los ojos con fuerza por un instante, solo quería salir de aquí, irse lejos. Uno de los dibujos que había visto en los libros de la biblioteca pasó fugazmente por su mente, mientras escuchaba el sonido de cristales al romperse, pasos agitados y un súbito jadeo.

Cuando abrió los ojos la imagen que vió la dejó con la boca abierta. Kadir estaba a su lado, su enorme espada atravesaba el hombro de Ellies de manera implacable. Su expresión era feroz, como la de una bestia cegada por la ira destruyendo a su enemigo sin piedad. Su aura era totalmente aterradora, inhumana. Aylah sintió de repente sus manos libres, solo entonces vio al mago y aun par de caballeros más que observaban la escena atónitos.

Kadir sacó la espada del hombro de Ellies, derramando una generosa cantidad de sangre en el proceso. Alzó el brazo, sus intenciones eran claras, iba a matarlo de un solo golpe. Aylah sin saber de donde había sacado la fuerza suficiente para pararse de la silla, lo abrazó de improvisto, haciendo que su mano se detuviera antes de dar el fatal corte. Ellies había caído de rodillas aún sorprendido por la rapidez de los eventos. En su cara se veía la incapacidad de comprender lo que estaba sucediendo, mientras con su mano ilesa cubría la profunda herida que sangraba generosamente.

-Por favor -suplicó mientras su voz temblaba aferrándose a Kadir, solo quería salir de este horrendo lugar de una vez por todas. No deseaba nada más. Miraba a su salvador con intensidad mientras su vista se nublaba y su cuerpo perdía totalmente las fuerzas.


Destinada a renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora