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A la mañana siguiente, Felix despertó sobresaltado. Le tomó un momento darse cuenta de que estaba confundido porque no estaba en su propio apartamento. Estaba en casa de Jisung, en el sofá. Se rascó la cabeza mientras todos los recuerdos de ayer venían corriendo de regreso. 

Hyunjin le había dicho que era su ángel de la guarda. Quería creer que todo era una pesadilla, pero no tuvo la suerte de que eso fuera verdad. Estoy loco, pensó, retorciéndose con horror. No se sentía loco, pero adivinó que los que lo estaban nunca se sentían así.

Gimió, sintiéndose peor que cuando se había bebido dos botellas enteras de vino en Año Nuevo, y se dirigió a la cocina. El dolor de cabeza era una combinación de hambre y frustración. Debido que era el tipo de persona que se comía sus sentimientos, agarró una caja de cereal azucarado del armario de su amigo y se sirvió un tazón.

Justo cuando abrió la nevera para tomar la leche, alguien dijo:

—Yo iría por una tostada, si fuera tú. Esa leche es de una semana después de su fecha de caducidad.

—Gracias, yo... —Se quedó helada. Espera un segundo—. ¡Hyunjin! 

Se dio la vuelta y se enfrentó al hombre.

—Buenos días. —Hyunjin la saludó con la mano.

El soltó una sarta de maldiciones de un kilómetro de largo.

—Cielos, basta con las maldiciones. —Hyunjin puso las manos en sus orejas—.Soy un ángel. Mis oídos son demasiado delicados para tus blasfemias.

—¡Podrías parar con esas cosas de ángel! —dijo—. Se supone que los ángeles son invisibles y serviciales. No eres invisible y también eres molesto.

—Tal vez Dios sabía que era el único ángel que podría tolerarte —dijo Hyunjin.

Justo cuando abrió la boca para protestar, se quedó paralizado. Estaba peleando con su alucinación. Esto iba más allá de la comodidad de comer. Tenía que llamar a un psiquiatra. Espera. Hizo una pausa. ¿Van a encerrarme y a tirar la llave? Aun así no podía seguir dando vueltas parloteando con una persona invisible. Era un peligro para la sociedad. Primero vería ángeles, después los demonios saldrían.

Mierda, mierda, mierda.

El se retorció y le dijo:

—¿Por qué está pasándome esto a mí? 

Su karma era peor de lo que pensaba.

—Esto está sucediéndote, porque no estás en el camino correcto —dijo Hyunjin—. Fui enviado del cielo para ayudarte a hacer las cosas bien.

—No te necesito —dijo—. Vuelve de dónde viniste.

—No puede ser, mejillas dulces —Él sonrió—. Por mucho que me gustaría hacer eso, no me puedo ir hasta que mi misión se haya completado. De lo contrario, me van a degradar... otra vez.

Hyunjin dio un suspiro de exasperación.

—Voy a llamar al hospital ahora mismo. —Agarró su bolso que estaba sobre el mostrador y sacó su teléfono—. No me importa si me encierran y tiran la llave. Me estoy volviendo loco y necesito ayuda.

—No vas a volverte loco —dijo él—. Estoy realmente aquí.

—Si estuvieras realmente aquí, mi amigo te hubiera visto anoche —dijo, buscando hospitales psiquiátricos en la web.

—¿Eso es lo que necesito para que creas en mí? —le preguntó—. ¿Quieres que me vea?

El no le hizo caso. Hablar con su alucinación era una mala idea. Solo alimentaría su equivocada creencia de que era real. Encontró el número de la clínica más cercana y empezó a marcar.

—Deja de hacer eso en este momento —dijo él. 

Sí, claro. Apretó otro botón.

—Te lo advierto, Felix—dijo él.

Terminó de marcar y pulsó el botón de llamada. Su teléfono hizo un zumbido agudo y la pantalla blanca apareció muerta. El teléfono era nuevo. Maldiciendo y haciendo caso omiso del estremecimiento de Hyunjin, apretó su dedo contra el botón de encendido y trató de reiniciarlo. No funcionó.

—Te lo dije —dijo él con aire de suficiencia—. Deberías haberme escuchado.

—Esta es una nueva marca de teléfono, idiota —exclamó—. Me tomó meses ahorrar lo suficiente para comprarlo.

—Estoy seguro de que tiene una garantía fabulosa —dijo.

—¡Arréglalo! —Tiró el teléfono hacia él—. Si lo descompusiste, entonces puedes... puedes...

Espera un segundo. ¿Su alucinación acababa de descomponer su teléfono? No, debía haber pensado que la alucinación había roto su teléfono. En cambio, lo debía haber roto el mismo. Sí, eso tenía mucho más sentido. Los celulares eran quisquillosos todo el tiempo. Soltó un suspiro de alivio, confortado por la lógica.

Mientras Felix se retorcía las manos, la puerta de la habitación de Jisung se abrió y el chico salió a trompicones a la sala y a la cocina. Cuando se levantó, hizo contacto visual con Hyunjin. Pero eso era imposible. Hyunjin era invisible.

—¿Quién eres tú? —preguntó Jisung.

El mundo de Felix se detuvo. Se quedó mirando a Hyunjin quien le sonrió.

—Dijiste que aparecerme a el era lo que se necesitaría para que me creyeras—susurró él, y luego saltó del mostrador y se enfrentó a Jisung. Mucho más fuerte, dijo—: Quería hablar con Felix sobre asuntos de trabajo y el me dijo que podía venir aquí para discutirlos con el. Pido disculpas si me entrometí en tu vida privada.

—No, no hay ningún problema en absoluto. —Jisung se ruborizó, vuelto un desastre con esa sonrisa tonta.

Felix se estremeció. ¿Qué diablos estaba pasando?

—¡No, no, no, no, no! —gritó el—. ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué? Crees que es divertido, ¿no?

—Felix—silbó Jisung en señal de advertencia.

—Tú. No. Eres. Real. —Felix se acercó a Hyunjin y empezó a tocar su brazo.

El hombre era tan sólido como el. Él giró la cabeza, aparentando una sonrisa en su rostro. La alucinación estaba jugando con el. Sin embargo, ¿qué clase de alucinación se podía ver un segundo y volverse invisible al siguiente? No tenía ningún sentido.

—¿Te sientes bien? —preguntó Hyunjin.

—Te encanta esto, ¿eh? —dijo el en lugar de responder a su pregunta.

—Realmente me siento, señor... señor... —Jisung se puso delante de el, tratando de mantenerlo a raya.

—Hwang—dijo Hyunjin de una forma educada que no se parecía a él.

—Sr. Hwang—aclaró Jisung—. Mi amigo no suele actuar como una lunático. Ha tenido un par de días en carne viva.

El no podía respirar. Todo lo que había conocido era una mentira. Tenía que escapar de la situación lo más rápido que pudiera.

—Voy a encerrarme en el baño durante las siguientes dos horas. —Miró amenazadoramente a Hyunjin—. Será mejor que te hayas ido cuando salga o algo más.

Sacudiendo la cabeza, se marchó al baño y cerró la puerta. Mientras se golpeaba la cabeza contra la pared, oyó a Hyunjin decir:

—Pobre chico. Ser un casamentero debe ser un trabajo estresante. Parece bastante agotado.

¡Ese piojo maldito! Pateó el inodoro y maldijo cuando el dolor atravesó su dedo del pie.

HEAVEN || Hyunlix✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora