33: Refugio

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Capitulo 33


Amberly estaba leyendo su Biblia, como ahora acostumbraba cada noche. Comenzaba a avanzar un poco más con los evangelios y aunque algunas cosas le parecían difíciles de entender otras cosas eran fascinante. En todo caso el señor Arismendi le había invitado a visitarlo cada vez que no entendiera algún pasaje de la Biblia, aunque admitía humildemente que no era el teólogo más ilustre.

Sonrió, estaba contenta. Había un contentamiento en ella que venía desde el fondo de su pecho, o de un lugar más profundo aún. Desde el alma, desde su espíritu que estaba feliz porque había cambiado de rumbo. Había entrado al camino. Que felicidad más extraña e inusitada, y todo debido al Señor Jesús.

Y Él era un amigo que no se alejaría.

Cuando terminó de leer debían ser casi las diez de la noche. El sonido de los árboles siendo mecidos por el viento entraba por la ventana abierta, la noche era tranquila. Se recostó sobre la silla giratoria a observar los diferentes poster, fotografías y dibujos colgados sobre la pared, con el fin real de pensar un rato. Y en aquel espacio vacío recordó que alguna vez había estado aquellas fotos en la granja de los Ricci.

Los lirios amarillos y el pequeño borrego lanudo, y la foto que había roto el día que Daniel la llamo hipócrita.

Ly suspiro pesadamente. Deseaba que fuese posible volver a vivir un día como ese, y volver a ver aquel cielo que la había sacado de sus penumbras aunque fuera por un corto momento. Sentarse a ver la figura de las montañas a contraluz en un atardecer y tomarse otra foto con los mellizos y su primita para sustituir la que ahora debía hallarse en algún vertedero.

¿Si pidiera perdón, ellos la perdonarían? Lo dudaba. Había sentido ganas de insultar a Sam por perdonar a su amiga luego de escuchar todo lo que está le hizo, pero ella misma con todo su corazón deseaba ser perdonada. Sam le había dicho que intentando explicarle a su hermano menor porque Eliza se había comportado así, le dijo que ella veía el mundo a través de unos lentes quebrados. No veía más allá de sus pies, y por esto no notaba que cada una de sus acciones podía afectar a los demás. Amberly tomo está explicación para si misma, y tuvo que admitir que ella también tenía una vista miope.

Ojalá pudiera retroceder en el tiempo y hacer las cosas de una manera diferente.

Observó la hora y pensó que era mejor irse a dormir, pues no le esperaba un viaje agradable el día siguiente y la falta de sueño la ponía de mal humor. Si su madre fuese buen cómplice, no hubiera firmado el permiso ¡Ly se lo imploró! Pero como esa excursión valía puntos, según Margarita no dañaría su racha de buenas calificaciones.

🌼🌼🌼

El humo que brotaba del tubo de escape era asfixiante, tuvo que alejarse todo lo posible del autobús. Se aparto a un sitio despejado, el enjambre de adolescentes la ponía irritable. Apenas había podido levantarse de la cama esa mañana, y eso nunca le pasaba, era de ese tipo de personas mañaneras que disfrutaba despertar con el sol pero de tan solo pensar en lo odiosamente largo que sería el día quiso taparse con la cobija y seguir durmiendo ¡Y mal momento para ser una madre solicitá! Margarita toco su puerta y empezó a decirle que se le hacía tarde. Sí, mamá quiso responderle ¡Eso es lo que quiero!

Con un auricular en la oreja ahogaba con música el ruido y las conversaciones, desistiendo de usar el otro solo por si los profesores decían algo importante. El parque se extendia ante sus ojos y con una miradita al mapa de la entrada pudo entender lo grande que era. Había visitado el sitio con su familia de pequeña, aunque no recordaba casi nada y solo quedaban algunas fotografías como prueba. Podría ser una excursión interesante de no ser por el contexto escolar, unos trabajadores estaban repartiendo panfletos y mapas en la entrada y ella tomó algunos, mientras los profesores se encargaban de organizar las filas de estudiantes para garantizar un paseo seguro. En casos como ese, realmente compadecía a los profesores.

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