* Siéntanse con la liberta de comentar a lo largo del cap, amo leerles, es mi parte favorita después de actualizarles. Muchas gracias por el apoyo que me están dando, les quiero *
Narra Valentino:
Salgo con Katrina en brazos, maldita mujer del demonio, si tan solo hubiera seguido mis órdenes, nada de esto habría pasado.
Y aquel bastardo... la sangre me hierve de solo pensarlo, gracias a dios ya no volverá a tocarme las bolas, muerto me es de más ayuda.
¿El puto problema?
Tengo que arreglar todo con el cartel mexicano antes de que la situación se salga de control.
Alexander se aproxima a mí con el ceño preocupado.
- ¿Qué diablos ha pasado? – abre mi puerta.
- El maldito Quintero. – informo. – Te necesito cerca, no la dejes sola bajo ningún motivo. – Katrina parece ser consciente de mis palabras, porque jala de mi cuello, atrayéndome a ella.
- No te vayas, por favor. – susurra. Suspiro exasperado, no puedo dejarla sola, primero me disparo a mí mismo antes que abandonarla.
Miro a Alexander como mi única opción.
- Serás mi mediador. – ordeno. – Irás a la hacienda de los Quintero, necesito que controles la situación, no busques la guerra, habla con Elías Quintero, es su hermano, el maldito ha querido el liderazgo desde hace años, él sabrá controlar la ira del cartel. – asiente, marchándose. - ¡Alexander! – voltea a verme. – Regresa vivo, idiota. – me dedica una media sonrisa antes de darse la vuelta.
Cierro la puerta del auto y sostengo a Katrina contra mí.
- Todo estará bien. – le aseguro. – Lo siento. – beso la parte alta de su cabeza. Nunca debí dejarla sola, ella no siguió mis órdenes, pero yo pude hacer muchos más.
***
Subo a nuestra habitación y la deposito en la cama. Voy rápido a la bañera y abro la llave, esperando que se llene con rapidez.
Cuando vuelvo a la habitación, Katrina está de pie, tambaleándose y tratando de quitarse la ropa. ¿Qué diablos?
Mantengo mi mirada en su rostro, acercándome rápido. Lo último que quiero es que se vaya de culo y se rompa un pie con esos tacones mortales que lleva puesto.
- ¿Qué haces? – se sobresalta, pongo una mano en su cintura, evitando que se caiga.
- Hace mucho calor. – arrastra las palabras, pero logro entenderlo. Jala de la camisa sin éxito. – Ayuda, por favor. – suplica.
La tomo en brazos, llevándola a la bañera. La ayudo a despojarla de sus prendas, empezando por sus tacones de muerte y la deposito con cuidado dentro del agua.
Suspira aliviada. Junta sus rodillas y las lleva a su pecho, recargando su cabeza en ellas.
- Gracias a dios la droga que te dio Quintero no era demasiado fuerte. – su cuerpo, a pesar de no estar del todo consciente, se tensa al escuchar su nombre. – Mañana tendrás una resaca de la mierda, pero estarás bien.
- Bote. – se limita a decir. Se lo entrego de prisa y vacía el contenido de su estómago en el. Me lo entrega cuando ha terminado y lo alejo, entregándole un poco de papel para que se limpie.
Sonríe. ¿sonríe? ¿Qué diablos le pasa?
- Creo que la resaca es el menor de mis problemas. – ríe sin gracia. – Estoy un poco drogada y muy borracha.
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Roma: pasión y balas
Ficção AdolescenteKatrina Davis está hasta el cuello de deudas, sumando a eso una hija que cuidar y una abuela enferma de quien hacerse cargo, ni siquiera la ayuda de su madre es suficiente. Todo cambia cuando conoce a Valentino Rossi, un importante empresario con un...