37: Lo que no pudo faltar.

13 2 20
                                    

Capitulo 37

El auditorio estaba repleto como no pensó que podría estarlo. Es decir ¿La gente de verdad iba a esas obras escolares? Rápidamente entendió que era gracias a la misma razón por la cual sus padres también estaban allí, la mayoría de esas personas debían tener hijos, sobrinos y nietos a punto de entrar a escena. Samuel había insistido en ir a ver la función y había traído a su amiga la pelirroja. Jackie decía que si no había visto una obra de ballet, al menos no se perdería de ver una de teatro... Por más patética que resultará ser.

Amberly los dejo en sus asientos y se encaminó hacia las escalera, entrando al caos que podía formarse en el detrás de escena. Tenía una especie de nerviosismo que le acalambrabá las manos ¡Quería ver cómo resultaba todo! Al final, la obra había sido destruida. Ya todo el mundo se había adaptado a los cambios y no tenían ni un mes para reacomodar las cosas, sería forzoso hacer otro cambio radical. Por un momento, compartió lo que Daniela había estado sintiendo todo ese tiempo, frustración total, pero una conversación con el señor Arismendi le hizo cambiar de opinión y ver las cosas desde un punto de vista diferente. Esta vida termina –le dijo– junto con todos sus problemas. No te preocupes por cosas que terminarán, mejor ora, confía y ten paz.

Decidió tomar el consejo, y poner las cosas en manos de Dios. Entonces recordó que Daniel le había dicho que la obra se había convertido en una comedia... Y le pareció una idea perfecta. Sería justo eso, una comedia. Solo tendrían que agregar unos cuantos diálogos, y hacer algunas escenas más exageradas de lo que eran, no seria tan complicado porque todo el tiempo que Amberly no estuvo ellos se habían encargado de hacer la obra de por sí exagerada. Logro quitar un par de coreografías, y también tuvo que sacrificar alguna escena, como las conclusiones melancólicas de Katy,  pues la obra no podía ser tan larga.

Encontró a los mellizos entre el alboroto, Daniela estaba haciendo algún calentamiento con las manos, como si buscará drenar todo el nerviosismo que a metros se le notaba que tenía.

—¡Pero que bello vestido!– Chillo Daniela cuando al fin la vió– es tan dulce ¡Me encanta!

Amberly miro vagamente su vestido azul cielo. Era viejo y una mano le bastaba para contar las veces que se lo había puesto, pero sí, era bonito. Quiso devolver el cumplido por cortesía, pero de su boca no salió "Gracias, el tuyo también" por qué no le pareció algo que ella diría... Y por qué en realidad no le gustaba el vestido morado de lentejuelas de Daniela, se veía incómodo.

—¿Ya todo está listo?– Pregunto Amberly.

—Ya todos están listos para salir, solo falta que la profesora de inicio a la obra –Le explicó Daniel– Tú sabes que ella tiene que dar un discurso antes de iniciar cualquier cosa.

Amberly asintió divertida. Daniel ya conocía a la profesora Marcela.

—Solo te faltó el peinado– siguió Daniela– ¡Me hubieras dicho y te hubiera hecho algo bonito! Soy buena con la peluquería...

La profesora Marcela aplaudió repetidas veces, con tanta impetú que todos giraron a verla. Traía un blazer de tela brillante y un vestido muy elegante, parecía preparada para la ocasión. Su sonrisa decidida era un grito en contra de toda inseguridad y miedo escénico. Cuando todas las miradas cayeron sobre ella, respiro hondo y con voz afectada comenzó;

—Este es su momento muchachos...

Ly y Daniel se miraron, divertidos. No estaban seguros de que ese fuera su momento, pero por lo menos si se reirían mucho. Ella había extrañado sentarse con el castaño a deshacerse de risa mientras miraban aquel intento de obra, y aquella sería la última vez.

GraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora