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ALL I WANT FOR CHRISTMAS IS YOUUUUUUUUUUUUU.

¿Te callas?

Es que es muy pegadiza.

—¿Quieres que te dibuje un muñeco de nieve en la uña? —me preguntó Lily, mirando atentamente las uñas mientras pintaba las figuritas con el pequeño pincel.

La rubia se había ofrecido a pintarme las uñas con motivos navideños, y sinceramente, decir que no me había parecido un pecado.

—Obviamente. Como el... el muñeco ese que va con Elsa por ahí.

—¿Olaf?

—Sí, ese. Kaiden me puso la película hace unos días, estaba bastante bien, aunque prefiero nemo.

Igual porque una pequeña parte de mí se identificaba con Dori.

—No me puedo creer que no hubieras visto ninguna película Disney. Eres famosa, ¿no te invitaban a premiers y todo eso?

Me encogí de hombros y Lily me chistó para que no me moviera.

—Las películas Disney no encajaban con la imagen que tenía que dar, así que no me invitaban a los estrenos, porque sabían que no iría. Lo mío era el maquillaje, la moda y las pasarelas.

—Pero si tú casi nunca te maquillas.

En realidad no tenía ningún problema con el maquillaje. Me gustaba usarlo de vez en cuando, siempre que me apetecía. Aunque solía ser demasiado perezosa para hacerlo demasiado a menudo.

—Tenía una maquilladora estupenda. Una verdadera artista.

—¿También tenías de esa gente que elige qué te pones?

—Sí. Excepto cuando estaba mi madre, es demasiado meticulosa para dejar cualquier trabajo a alguien.

—No te ofendas, pero en las revistas daba miedo.

—Pues imagínate en persona.

Cerró el bote de pintauñas. Miré las decoraciones, contenta, nunca había usado unas tan extravagantes. Lily empezó a devolver todos los botes al enorme estuche del que los había sacado.

—Espera un momento, tengo que ir a por el brillo de uñas. Así de paso molesto a Kaiden un rato.

Salió de la habitación y escuché como bajaba las escaleras al piso de abajo. Me dejé caer en su cama, con las manos en alto. No me había recuperado de todos los platos de la cena y aún y todo había arrasado con las tartas de Liessen durante cada comida durante que el tiempo que Kaiden y yo llevábamos allí. Tres pedazos de tarta de chocolate habían sido necesarios para derrotarme. En mi defensa, estaban tan buenas que deberían ser ilegales.

Las navidades perfectas existían y yo las estaba viviendo.

Suspirando, miré al techo mientras esperaba.

Y esperé...

Y seguí esperando...

¿Cuánto se podía tardar en coger un pintauñas?

Impaciente, me levanté de la cama y caminé hacia las escaleras. Sin embargo, no llegué a bajar más de un par de escalones.

—¿Vas a seguir haciendo como si no pasara nada? ¿O realmente eres demasiado idiota como para no darte cuenta?

La voz de Lily me detuvo en seco. Sonaba seria. Kaiden y ella hablaban, sentados en el sofá de espaldas a mí. Desde donde estaba no podían verme ninguno de los dos. Contuve la respiración, esperando la respuesta de Kaiden.

¿De qué estaban hablando?

—No sé de qué hablas.

—¿A qué coño estás jugando?

—Ni siquiera sé por qué estoy hablando contigo de esto. Es mi vida, métete tú en la tuya.

—¿Quieres que no te diga nada? Es mi mejor amiga con la que estás jugando, por si lo has olvidado. No sé ni cómo puedes decir algo así.

—Supéralo, joder.

—Era un idiota de mierda que no sabe lo que hace.

—Digas lo que digas, la decisión está tomada, Lily.

—Aún podrías cambiar de opinión. Ya sois algo serio, se nota a leguas.

Notaba el corazón en la garganta; hablaban de mí. De mí y Kaiden. Nosotros.

—Y por eso mismo acabaré con ello antes de que pase los límites acordados. En cuanto terminen las fiestas terminaré lo que sea que hayamos empezado. Puede seguir usándome de tapadera si quiere, pero se acabó. Hasta aquí hemos llegado.

—Estás mandando a la mierda una de las pocas cosas que te hacen feliz.

—Joder, hasta tú te has creído todo el paripé de novio perfecto. Esto se acabó, ella tiene demasiados problemas para mí.

—Esta vez no esperes que esté ahí para arreglar tus gilipolleces.

Iba a... a... ¿dejarme? ¿Lo había sabido todo este tiempo? ¿Desde cuándo lo sabía? La respuesta llegó a mí. Aunque habría preferido que no lo hiciera.

Desde que había sabido lo de Sean. Cuando había confiado en él y le había contado la verdad.

Kaiden no me quería. No esperaba que lo hiciera de forma romántica, pero sí, al menos, como una amiga. Creía que había llegado a importarle, pero estaba claro que no, porque iba a echarlo todo a la basura en cuanto tuviera oportunidad.

Porque tenía demasiados problemas para él.

Nunca me habían querido. Había crecido sin amor, así que con el tiempo conseguirlo se había convertido en un anhelo imposible. Ya debería estar acostumbrada a ello, a no esperarlo. No necesitarlo.

Él mismo lo había dicho: el teatro del novio perfecto. Y Lily no era la única que se lo había creído. Yo también lo había hecho.

Aún sabiendo que no era real. Que la farsa seguía estando ahí.

Instintivamente, sujeté la cadenita que colgaba de mi cuello. Eso también era mentira. Kaiden no podía quererme como yo quería que lo hicieran, solo había estado fingiendo hacerlo para tenerme contenta. ¿Eso era lo que merecería toda mi vida? ¿No ser nunca suficiente?

Vuelve a casa. Te quiero, Sammy.

O igual no. Quizás mientras Kaiden decidía cuando terminar con lo que sea que tuviéramos, había alguien que sí se había dado cuenta.

Y en respuesta yo iba a joder su vida.

Por algo que no valía la pena.

No lloré. En su lugar, contuve la respiración y subí los escalones de vuelta a la habitación de Lily en silencio.

A Bad Badboy || EN CORRECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora