solo un cachorro ˚ ୨୧ ⋆ kookmin

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Sabía que era de su sangre y la del amor de su vida, pero no podía dejar de tener esos pensamientos intrusivos de tomarlo entre sus manos y lanzarlo lejos de su amado omega.

— ¿No crees que lleva mucho tiempo en tus brazos?

El rubio gira un poco su cabeza para verle y con cara confundida le responde.

— Tú sabes que si no le tengo en los brazos no duerme y espero descansar bien esta noche amor.

— Pero... ya es mucho tiempo que está así...

— Jungkook, esos son ¿celos? ¡Por dios! Es tu cachorro.

Formo sus labios en un puchero al ser descubierto, pero no podía negarle, ahora estaba seguro de que estaba celoso, pero no quería aceptar que estaba mal.

— Lo sé, pero también quiero estar contigo, ya han sido muchas noches en los que no esté Miyang...

Sonó feo, ahora pensaba todas sus palabras y era totalmente horrible que trata de cierta forma a su propio cachorro como un estorbo.

La cara de Jimin era un poema.

— Iré a la habitación de Miyang, así puedes dormir tranquilamente solo.

— ¡No amor! Sabes que no me refería a eso.

Este le ignoró y cerró la puerta de manera brusca, pero sin despertar al pequeño que llevaba en brazos.

Jimin y Jungkook era una pareja de hace pocos meses habían formalizado su relación, pasando por un embarazo no planeado, pero recibido con mucho amor.

Se conocieron cuando Jungkook tenía la edad de 13 años, cuando este visitó la casa de los Park para un trabajo que se le había asignado junto al menor de esta familia. 

— ¡Ya llegué!

Gritó Jihyun cuando abrió la puerta de su casa, dejando también pasar al que sería su invitado.

— Si quieres sube a mi habitación es la primera puerta al lado de las escaleras, yo iré a buscar algunas cosas para que comamos.

Jungkook asintió, era un pequeño de muy pocas palabras y de igual forma estaba en una casa ajena, no podía actuar como quisiera, aunque sentía en el ambiente el calor familiar. Sumido en sus pensamientos sube las escaleras sin ver a la otra persona que también no veía por donde iba chocando con él.

— ¡Cuida-

Una mano no tan grande alcanzó a tomarle del brazo tirándole al suelo más seguro, ni siquiera sabía cómo reaccionar, levantó la cabeza y vio al que sería su gran obsesión, el por qué cada noche suspira esperando volver a ver cada día.