El baile de máscaras

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Capítulo 15

-Hoy vi, frente a frente al señor Grandchester-dijo Roger.

-Ah ¿sí?-respondió con una sonrisa Candy, mientras tenía la sensación de estar siendo observada.

-Sí, pero no te preocupes que no es mi tipo-Roger le palmeó la mano, lo cual provoco que Candy riera ante lo dicho por su amigo.

-Calla que nos pueden escuchar-lo reprendió Candy.

-Creo que, la gente está más al pendiente de esto-murmuró en su oído, mientras enredaba un mechón dorado en su dedo-que de lo que estemos conversando.

Ambos rieron, mientras la gente a su alrededor los miraba como si estuvieran locos.

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Finalmente, aquel día tan buscado por Terry, había llegado. Él llegó al club desde muy temprano, cabalgó por largo rato, cuando repentinamente, a lo lejos vio a una pareja, la larga cabellera rubia, resplandecía bajo los rayos del sol, llevaba en sus brazos a una pequeña niña, a la cual, tanto ella como aquel hombre, le estaban haciendo mimos, Terry apretó fuertemente las riendas de su caballo, al ver la manera en que ambos se sonreían. Repentinamente, el señor Jefferson se unió a la pareja, saludó a su pequeña hija y a Candy, la cual, se alejó de ambos caballeros, para unirse a las dos mujeres que siempre la acompañaban.

Terry se apresuró a dejar a su caballo, pues estaba seguro de que tomarían el almuerzo en el restaurant del club, se dio una rápida ducha, y con un andar rápido, se dirigió al comedor. Tomó asiento en una mesa del rincón, desde la cual, podía admirar al resto de ellas, sin perder detalle alguno. Empezó a impacientarse, cuando, repentinamente, una voz que en ese instante le resultó de lo más fastidiosa, lo llamó.

-Vaya, vaya, Terry. Veo que la señorita Blanc te ha soltado un poco la rienda-dijo Karen Klaise con una media sonrisa en el rostro.

-A mí nadie me tiene atado Karen-fue la respuesta que le dio Terry.

-Pero que caballeroso eres querido amigo-expresó con ironía la castaña.

-¿Gustas tomar asiento?-preguntó con burla Terry.

-No gracias, lo cierto es que, estoy esperando a alguien-respondió Karen, elevando una ceja, y sonriendo de manera enigmática.

-Que yo sepa, Albert no está en la ciudad-Terry vio como las mejillas de Karen se tornaban rojas, a la vez que, abría y cerraba la boca, como si fuera un pez fuera del agua, para componerse rápidamente, y dirigirle nuevamente aquella sonrisa que hacía que se le pusieran los pelos de punta.

-Albert no es el único Andrey que yo conozco-ahora fue el turno de Karen de ver como Terry se quedaba sin palabras, y sin poder evitarlo, rió escandalosamente-y no te voy a decir absolutamente nada Terrence, si hubieras tenido un poquito-Karen unió las yemas de su pulgar e índice-de buena educación, tal vez, podría haberte dicho que me traía por aquí, fue un gusto verte Terry.

Y para enojo de Terry, Karen se dio media vuelta dejándolo lleno de curiosidad. Los minutos pasaban, y la indecisión de permanecer ahí o ir en busca de Karen, se apoderó de Terry.

Para alivio suyo, poco más de media hora después, vio entrar nuevamente a Karen, pero esta vez, acompañada de Candy, la cual, tal y como había visto en la mañana, nuevamente llevaba a su pequeña hija entre sus brazos. Su corazón latía apresurado al ver a la hermosa mujer que ahora era Candy, mientras su cuerpo reaccionó inesperadamente ante el andar de ella. Molesto por este hecho, se levantó rápidamente de la mesa, mientras su fiera mirada se cruzaba con la dulce mirada de Candy.

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