Capítulo único

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Chanyeol no sabía cómo fue que terminó en aquella situación.

En realidad sí, fue por culpa de su madre.

La señora Park se iría de vacaciones con su marido por un mes y le pidió por favor a su hijo que se hiciera cargo de las ventas.

La venta de productos de Avon.

Su madre le había explicado detalladamente todo lo que debía hacer, desde a quiénes le tenía que dar las revistas para que encargaran, cómo hacer el pedido, cómo organizarse con los cobros y la distribución de los productos

A Chanyeol en ese momento le hubiese encantado que su hermana viviera en la misma ciudad para que ella se encargará de eso. Pero no le quedó otra que hacerle el favor a su madre.

Su madre le había dicho que llevaba las revistas al centro recreativo de su barrio, dónde varias mujeres mayores encargaban perfumes, labiales y muchas cremas anti-age.

El otro lugar era el parque a un par de cuadras de allí, dónde algunas madres llevaban a sus hijos y encargaban maquillajes, artículos del hogar, alguna que otra cosa para niños o sus parejas.

Chanyeol había ido con toda la vergüenza del mundo a aquellos lugares, en los que terminó recibiendo bocadillos de las ancianas y coqueteos de algunas madres solteras.

El último lugar al que debía ir era a algunos apartamentos del edificio dónde vivía su madre.

Visitó a algunas vecinas y sólo le faltaba una persona, pero no la había encontrado cuando fue anteriormente.

Chanyeol estaba parado frente a la puerta, abrazando las revistas contra su pecho, esperando que alguien le atendiera.

Un minuto pasó y nadie lo atendía, Chanyeol se puso a pensar en que tal vez su mamá se equivocó en el horario de regreso del trabajo sobre la persona que vivía allí y bufo molesto, ya que seguramente tendría que volver nuevamente más tarde o mañana.

Estaba dándose la vuelta para marcharse de allí, cuando la puerta fue abierta.

— ¿Hola? ¿En qué puedo ayudarte?

La voz suave lo hizo voltearse rápidamente para mirar a quién hablo.

La boca de Chanyeol se abrió ligeramente cuando vio al hombre más hermoso que haya visto nunca.

El alto estaba embobado mirando al pequeño pelinegro delante de él, hasta que un chasquido de dedos lo sacó de su ensoñación.

— Hey, ¿te sientes bien?

Sacudiendo su cabeza y poniéndose colorado hasta las orejas, miró avergonzado al chico.

— Uh, lo siento, soy Chanyeol, el hijo de Youngmi, — el alto se rascó la nuca nervioso. — Ella me pidió que le haga el favor de, uh, hacer su trabajo como revendedora mientras está de vacaciones, así que, este, ella me dijo que le trajera la revistas a la señora Byun.

Chanyeol se sintió intimidado con la mirada seria del pequeño, pero frunció el ceño cuando el otro de repente comenzó a reírse.

— Creo que te equivocaste. — Habló el pelinegro luego de que se calmó.

— ¿Disculpa? ¿No vive acá la señora Byun?

Nop.

Chanyeol arrugó la frente, estaba confundido. Su madre le había anotado el número de la casa de la señora Byun y realmente se aseguró de memorizar bien el número de piso y número de apartamento.

— Acá solamente vivo yo, — el hombre bajito volvió a hablar con una sonrisa en su rostro. — Y hasta donde sé, los niños con los que trabajo suelen decirme señor Byun, no señora.

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