Capítulo únicos

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Subió con sigilo al primer árbol que vio en su camino, no quería ser descubierto muy pronto, aunque era consciente de que la mayoría de la guardia de su hermano ya estaba al tanto de su presencia dentro de los jardines privados del palacio. Eso era algo que no le preocupaba demasiado, pero si se asustó cuando sintió un aroma silvestre e incienso acercarse hasta donde estaba. Sin duda era un monje joven, es por lo que prefirió no ser visto por él pues no quería correr riesgos de tener problemas con alguien que podía disminuirlo con facilidad.
No era un hanyō tan fuerte.

Se removió inquieto cuando sintió los pasos suaves sobre las piedrecillas del camino, también su nariz se frunció al sentir el aroma de flores silvestres acercándose más a él. Olía tan bien a pesar de que el aroma artificial parecía cubrir toda su esencia. Saltó un poco más alto procurando esconderse mejor tras las hojas, incluso cuando enredó su cabello largo en unas ramas, no se detuvo.
Su intención era mirar al dueño de tan calmado caminar y de aroma tan llamativo, así que dejó que sus ojos rojizos buscaran la figura del monje mientras jalaba de los cabellos enredados entre las hojas.

—Entonces sí era un monje —dijo en voz alta, aunque no lo suficiente para ser escuchado por el joven. Keisuke no sabía que su hermano tenía a un monje dentro de su palacio.

El joven se detuvo unos pasos antes de llegar al árbol y aprovechó esa instancia para estirar su cuerpo. Baji miró atento las acciones del joven que identificó como monje y, aunque no lucía para nada como uno, su aroma evidenciaba su naturaleza. Sus ropas eran finas, pudo notarlo por el delicado haori azul oscuro que apenas cubría la parte inferior su hakama y kosode color cielo. Su atuendo contrastaba con el material oscuro de la aljaba que llevaba sus flechas de pluma y el arco gastado que aún mantenía firme entre sus manos.

Comprendía que, al no estar su hermano dentro del palacio, los habitantes debían protegerse en todo momento, así que era entendible de que ese chico se mantuviera en alerta. Se volvió a acomodar sobre la rama que sostenía su peso y fijó mejor su mirada en el rostro suave del chico.

Se veía que no era mayor, probablemente apenas estaba conviviendo con su vida de hombre adulto. Su piel lucía tersa y brillaba un poco por la luz del sol de media tarde; sus ojos eran grandes, claros y expresivos, pudo notarlos cuando miró hacia el tronco del árbol en donde estaba. También se fijó en el cabello claro y algo desordenado que apenas lograba mantenerse en su lugar por el tibio viento que corría durante esa hora.

—¡Qué buena vista ha encontrado, Baji-sama! —exclamó el pequeño demonio, que más parecía un mapache y le fue inevitable no sorprenderse cuando lo escuchó tan cerca. Olvidó por completo la presencia de su compañero.

—No molestes, trozo de… —respondió en voz baja y volvió su vista hasta el monje. Esperaba que el joven no haya escuchado su grito de impresión, aunque inmediatamente guardó la compostura —. Ni tú ni yo deberíamos estar en este sitio, Yamagishi, pues ese monje debe ser un sirviente de mi hermano.

—No se equivoca, Baji-sama —se apresuró en decir el mapache antes de bajar hacia el hombro derecho de Keisuke. Al parecer se había cansado de usar su cabello oscuro como cama —, si mal no recuerdo, él es el joven Chifuyu, hijo de los líderes del templo Matsuno. Es ahora uno de las mejores arqueros del palacio y suele patrullar durante las tardes cuando su hermano, Kōichi-sama, no está.

—Chifuyu… qué nombre tan curioso tiene. Debe ser entonces uno de los favoritos de mi hermano.

—Baji-sama, ¿acaso insinúa que su hermano tiene gustos particulares para con los sirvientes masculinos? Lo pongo en duda, ya que después de la concubina Hoshi-sama no se le ha conocido algún otro compañero al Kōichi-sama; hasta ahora Chifuyu-kun solo es el guardián del palacio.

Mikkai 密会Donde viven las historias. Descúbrelo ahora