Capítulo 15: Sorpresa

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Al cabo de varias incursiones por el planeta, Kyman fue incapaz de volver a encontrar aquello que se le asemejó a una flor blanca. Aun así, sus incursiones no fueron infructuosas, puesto que los análisis revelaron ciertas plantas comestibles. Era un número reducido, pero en una cantidad abrumadora. A cada paso que daba se encontraba con aquellas hojas, aquellos tallos, aquellas raíces, aquellas cortezas... todo lo que podían comer. Kyman se dedicó a recolectarlos en grandes cantidades. Algo que le tomó demasiado tiempo hacer de caja en caja. En un primer momento, lo hizo así para que las incursiones fuesen más cortas y así poder estar más cerca del barco en caso de problemas y volver más regularmente por si Adit volvía a entrar en trance. Sin embargo, aquel método no le dejaba apenas forma de llenar la bodega en poco tiempo. Llevaban por lo menos tres días allí y solo había podido llenar siete cajas.

A pesar de no tener realmente prisa por marcharse de allí, Kyman tenía la imperiosa necesidad de abandonar aquel planeta lo antes posible. No había ninguna razón para querer marcharse con tanta prisa, pero no iba a ir en contra de su instinto. Si este le decía que debía huir, iba a hacerlo sin dudarlo. Había salvado su vida cientos de veces gracias a su instinto, por más irracional que pareciese. Aunque Yabee ya le había explicado que su instinto en realidad era su inconsciente relacionando información que aparentemente no tiene relación. Ella siempre le daba una explicación racional a su instinto.

Como debía de llenar lo más rápido posible la bodega con provisiones, decidió tomar un montacargas, una plataforma de metal flotante que se conectaba al traje con el cual lo controlaba, para poder recolectar una mayor cantidad de provisiones en un solo viaje.

Encima de este, colocó treinta cajas, las cuales tenían distintos tamaños y formas. Algunas las habían tenido que reparar de mala manera para que fuesen funcionales.

—Estaré varias horas fuera. No sé exactamente cuántas. Si pasa cualquier cosa, por pequeña que sea, me llamas —le dijo Kyman a Wayn antes de partir.

Desde que llegaron a aquel planeta, Kyman comenzó a confiar más en Wayn que en Adit, o eso es lo que les dio a entender durante todos aquellos días. Él hablaba más con Wayn que con Adit, lo tenía al tanto de todo lo que hacía, le daba más responsabilidades dentro del barco, lo tenía al mando del barco cuando él no estaba... Lo obligaba a no dejar solo a Adit en ningún momento del día.

Adit sabía perfectamente por qué lo hacía. Sabía que no confiaba en él. No confiaba en que no volviese a entrar en trance y llevase el barco a saber a dónde. Confiaba más en Wayn, quien podía sacarlo del trance. Adit lo comprendía perfectamente. Aun así, muy en el fondo de su corazón, se sentía triste y celoso porque su tío confiaba más en un desconocido que en él. Porque todo aquel viaje que hicieron, aquellos meses juntos, no forjaron ningún tipo de relación entre ambos. Apenas se hablaban. Apenas se mostraban afecto. Eran tan solo dos desconocidos que viajaban juntos.

Sin darse cuenta, mientras observaba a Wayn trabajar y parlotear sobre lo aburrido y agotador que era hervir cubos de agua y pasarla por filtros de nanoporo para llenar el depósito del barco, Adit fue cayendo lentamente en un trance.

Él lo notó, pero fue demasiado tarde cuando lo hizo. Intentó advertirle a su compañero para que lo detuviese. Sin embargo, ni un solo sonido fue capaz de salir de su garganta. Su mirada viajaba de un punto a otro mientras trataba de mantenerse consciente. Luchó con todas sus fuerzas para mantenerse consciente, pero solo pudo retrasar lo inevitable.

Por el repentino silencio y quietud, Wayn sospechó que algo le pasaba a Adit. Al levantar la cabeza y mirarlo, vio con horro como volvió a caer en el trance.

No sabía que iba a ocurrir a partir de aquel momento. Wayn sabía que Adit tenía capacidad para moverse en ese estado, y manejar maquinaria pesada. Pero no sabía si podía usar sus poderes, por lo que, ante la posibilidad de que se le escapase en cualquier momento, y en un rápido movimiento, lo agarró del brazo derecho. Y bien que hizo, pues al estar rodeado de agua, con la imposibilidad de poder andar muy lejos, pero con tierra firme a escasos metros, Adit se transportó hasta la costa. Arrastrando a Wayn con él .

Hasta el Infinito Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora