Parte 2

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Laura no estaba segura de si aquella experiencia había sido un sueño o era real, ¡fue tan raro y a la vez tan mágico y satisfactorio! Ferhir sonaba lejano pero a la vez extrañamente cerca. Su voz era un susurro que atronaba en los oídos. Era una experiencia extraña y sobrenatural que impresionaba a la joven Laura. La chica se hallaba en la lechería de Mr. Popper y había derramado un poco de leche. La joven trabajaba en en su fábrica de quesos elaborando ricas especialidades locales. Los prados verdes de su pueblo natal convertían a estos quesos y todos los productos de la tierra en deliciosos manjares para los sibaritas de la ciudad y de la comarca. Laura despertó de su sueño, se había quedado dormida vertiendo la leche en el molde. Ya no oía la voz de Ferhir y se preguntaba muchas cosas, sobre todo, para qué era llamada la elegida y por qué este extraño ser quería casarse con ella. La chica sentía cierta atracción y a la vez espanto, pues la criatura no era humana, pero su magia la había atrapado con aquel roce.

El señor Popper se da cuenta de lo que ha pasado y regaña a la señorita Higgins como él la llamaba:

—Vaya pero si es Bella Durmiente que otra vez se ha quedado soñando despierta. —y continúa pegando gritos—: Señorita Higgins, despierte usted. Venga, haragana, a trabajar, que mis quesos no se hacen solos.

Popper refunfuña entre dientes: ¿Qué se habrá creído esta chica? ¡Dios mío, qué mala suerte la mía con las mujeres!

A lo que Laura le responde:

—Disculpe señor Popper. Le prometo que no volverá a pasar.

—Señorita Higgins, dice lo mismo cada día y siempre derrama leche. ¿Cree usted que la leche crece en los árboles? Si fuera así sería millonario y no un granjero con una pequeña fábrica de quesos.

El señor Popper era muy avaro y disfrutaba atormentado a sus empleados pero todos sabían que tenía mucho dinero que le llegaba de la ciudad. Lo que se decía en el pueblo es que Popper había heredado de su mujer la quesería, pues se había casado con ella por conveniencia. La pobre señora Popper había muerto fulminada por un infarto hacía años, ya que era mayor que él y al dar a luz a su hija, Cecil, había perdido mucha sangre. El parto había dañado su salud debido al azúcar y su corazón no resistió tanto dolor, sangre y lágrimas.

La joven Laura era huérfana y vivía con su abuela. Tenía que trabajar desde niña porque eran muy pobres. Vivían en una cabaña cerca del bosque. Laura estaba enamorada del hijo de los Johnson y por eso se acercaba a su cobertizo por si se podría encontrar con el guapo mozo. Pero aquella noche todo salió mal y ocurrió de forma extraña. Era como si pudiera oír a Ferhir en el viento desde aquel día y estaba presente en sus sueños de día. La criatura no parecía que durmiera mucho, tanto de día como de noche acosaba a Laura. La joven a veces creía que iba a enloquecer.

Continuará

El cielo es doradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora