La Traición

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Capítulo 5

Sumido en un oscuro y profundo sueño, algo perturba mi descanso, otra vez esas voces en mi cabeza, voces de almas viejas y perdidas en la inmensidad del universo, almas que quedaron perdidas en el limbo sin saber donde ir o qué hacer, de los que he vaciado a cuesta de mi sed, otra vez los cánticos infernales de antiguos hechizos, que vuelven a llamar e implorar mi presencia.

¡¿Otra vez, será ésta maldita bruja?!

Maldito aquelarre que perturba mis sueños y no me deja descansar. Disgustado y molesto por perturbar mi sueño, forjando las manos sobre la mesa, por suerte para ella, soy un vástago que mi Réquiem me ha enseñado a ser moderado o saldría en busca de su cabeza y más cuando soy del Clan Daeva.

Ella ya estaba en mis pensamientos y yo en la suya, sujetando la tabla, con los ojos rojos de furia pregunté:

—¿Qué quieres Freyja? ¿Qué quieres maldita bruja? Ya no obtuviste lo que deseabas de mí, que ahora interrumpes mi sueño, te lo he dicho no me provoques o beberé hasta la última gota de sangre de tu cuerpo.

—¿Qué quieres? —Volví a preguntar, mientras el silencio me atormentaba.

—Te quiero a ti, necesito beber de ti - Y su voz era un susurro que me hacía agonizar.

Por otro lado Freyja...

Habían pasado días sin saber de él, y cada día era una agonía, me había inyectado la necesidad de su sangre, y sabía que si volvía a beber de mí me marcaría como su lánúin (pareja), y es que una mañana desperté con un sabor de sangre en mi boca, y al mirarme en el espejo… Estaban ahí, dos horribles y simuladores colmillos, el horror me invadió, ese desgraciado me había convertido, ¿Y ahora cómo lo explicaría ante el aquelarre de Striga? Aquel demonio no me perdonaría esta afrenta en contra de ellos, no debí pedirle que me mordiera de nuevo. Entonces se venía a mi mente aquel vampiro, lo que me despertaba, pero estaba mi deseo de vengar la muerte de mi madre, perteneciente de las Lilim, con un demonio como Baphomet queriendo poseerme. Entonces una voz me sacó de aquel letargo.

—¿Qué haces? ¿A caso estás pidiéndole al espejo que te diga quién es la más bella? —Sonrío ante el sarcasmo de Deborah, una de las brujas que me acogió cuando llegué a ellas.

Recuerdo ese día, en la ciudad se corría el rumor de que habían encontrado los cuerpos de unos hombres, los habían encontrado abiertos de par en par, decían que habían sido devorados por algún animal, pero yo sabía qué había pasado, así que sonreí ante aquello, ella me había cumplido, había asesinado a todos esos cerdos que habían profanado mi cuerpo. Desde aquel día en que decidí beber aquel frasco empecé a tener sueños con mujeres desnudas, habían cambios en mí cuando me acercaba a los hombres, caían hipnotizados ante mi voz, desde ese instante sentía una necesidad por el sexo, pero no había nada en mi corazón, no había dolor, ya no habían pesadillas, aquel día ese hombre de aspecto lúgubre estaba mirándome, sentado al frente de mi cama.

—¿Eres tú la elegida por Lilit para hacer caer al clan Daeva? ¿Nos ayudarás a destruir el Rey de ese clan? Mírate tan hermosa, tus ojos aun no se colocan color violeta, pero ya los tendrás, tienes el mismo aroma de tu madre, la altiva Maryeline, fue una de mis brujas favoritas hasta que fue asesinada por ellos sin un ápice de piedad, y dentro de ella llevaba el hijo de mi hermano, quien fue asesinado con ella, no sabes cuántos años he esperado por ti.

—No sé de qué hablas, pero si vienes de parte de Lilit, entonces llévame a donde sea mi destino, no quiero regresar a este lugar, no sé nada de mi madre, solo era una niña de siete años que siempre fue escondida por ella, a mi padre ni siquiera lo conocí, siempre me decía que era un monstruo que no debía encontrarme, pero no tolero que su muerte haya sido tan cruel, y que yo me haya quedado en aquella casa esperándola.

Aquel hombre tomó mi mejilla y me acarició al punto de hacerme sentir espasmos, pero aquel asco apareció dentro de mí…

—Suéltame, y nunca te atrevas a tocarme de nuevo. —Él sonrío diciendo:

—Eres sin duda un fiel linaje de tu madre, en ti corre la sangre de una de mi clan, ahora vístete o vete casi desnuda conmigo. —Me di cuenta que estaba casi desnuda ante ese hombre que saboreaba sus labios al ver mis senos retándolo.

Entonces me tomó entre sus brazos sin dejar que me cambiara, susurrando de una forma entre lenguas que no entendía, y se me cerraron los ojos ante un beso que sacudió mi ser entero. Así fue como desperté en aquel lugar, en una casa llena de lujos distinta a la de aquella casona tan deprimente, habían simbolos celtas por todos lados, estaba sola, y al abrir la puerta, habían mujeres afueras mirándome, no entendía dónde estaba, hasta que Deborah se acercó a mí.

—Eres la nueva bruja de Lilit, mi madre tiene unos modos inusuales de elegirnos, siempre caemos en desgracia cuando ella llega como salvadora, pero dicen que eres distinta, que vienes de un linaje poderoso, que nadie quiere revelar, soy Deborah.

Así fue como la conocí, ella me enseñó todo sobre hiervas, sobre brujería, aunque se me daba de forma natural, habían cosas que sabía porque las recordaba de mi madre.

—¿Otra vez estás perdida en tus recuerdos, Frey?, No volviste anoche después del aquelarre ¿Con qué humano te quedaste?

—No fue un humano, por alguna razón Lilit me envió a un vampiro, no sé de él, pero mira mis colmillos, son mi condena.

El rostro de Deborah cambió por completo, era una mujer morena de ojos verdes, hermosa y despampanante en su andar, estaba horrorizada ante mi confesión.

—Debes ocultarlos, tienes que tener autocontrol, si te enojas, si te pones nerviosa saltaran de tu boca al cuello de alguien y te van a descubrir, no sé qué pasó anoche pero sabes que ellos son el enemigo, tienes suerte de no estar muerta.

En ese momento Deborah me abrazó, y entonces la puerta fue abierta con brusquedad, era él… Baphomet. Estaba mirándome lleno de ira, lo sentía en su mirada, y se acercó a mí, no sin antes decirle a Deborah que buscara a Damiana, la mayor de las brujas.

—Frey, desobediente como siempre, muéstrame esos ojos color violeta que me enceguecen, vi todo en la invocación, estuviste con un vampiro, con el enemigo, y te dejaste marcar como su puta, debo castigarte, debes  ser mía.

—¿De qué hablas? Nunca seré tuya, deja esa maldita obsesión conmigo, lo que pasó entre nosotros fue solo una noche, ahora sal de aquí. —Me miraba enfurecido, y un golpe en mi rostro fue la respuesta a mi rebeldía.

En ese instante entró Damiana. La mayor de las brujas, la más sabia de todas, me miró de una forma triste.

—¿Qué hiciste Baphomet? Ella no puede ser tocada por ti, recuerda quién es, es la protegida de nuestra Diosa, así que te exijo que te marches de este lugar.

El demonio nos miró con repulsión, y antes de dar la vuelta, su rostro cambió por completo, se transformó ante mis ojos, y atravesó a la anciana con su espada ante mis ojos, no daba crédito a lo que sucedía, no entendía el porqué estaba haciendo aquello, estaba olvidando todo lo que nos detenía ir en contra de los nuestros. Damiana caía en mis brazos y antes de morir me susurró:

—Búscalo, llámalo, es tu salvación, él vendrá a ti, debes protegernos, eres ahora la mayor de nosotras, bebé una gota de mi sangre y lo sabrás… Reclama tu puesto en el clan.

Entonces tomé una gota de su sangre, y todo fue como si miles de flechas me invadieran, vi aquella matanza de brujas y vampiros, aquel hombre llorar en el cuerpo de su amada, creyendo que éramos nosotros los culpables por aquella muerte, y estaba ahí mi madre en medio de todo ese fuego, entre todo ese derramamiento, aquel hombre se levantó y sin decir nada agarró a mi mamá del cuello para asesinarla, entonces lo vi… Baphomet estaba ahí, era quien asesinaba a su propio hermano, a vampiros y brujas, cegado por el hambre de poder, sintiéndose traicionado por mi madre al enterarse que había tenido una hija con un… Vampiro. ¿Quién era ese vampiro? ¿A dónde se habían llevado a mi madre?

«Debes ser fuerte Freyja, tu destino te espera, recuerda que eres la protegida por Lilit».

Una mano me sacó de aquella lectura mental, y me gritó ferozmente:

—¡Tú no te irás como tu madre! ¡Tu serás mía, y después te mataré! No volverás a los brazos de ese vampiro.

Nunca había hecho una conexión mental tan grande con alguien, que hay entre nosotros que nos atraemos y conectamos de esta forma, la telequinesis con ella me estaba no solo mostrando lo que ella quería conmigo, sino que sentía su necesidad de beber y saborear mi sangre, pero también estaba viendo lo que ella veía, lo que pensaba, tenía sus más oscuros recuerdos en mi cabeza.

Después que me dijera que quería verme y beber de mí, un silencio sepulcral se sintió muy fuerte, fue oscuridad lo que se impuso en mi cabeza, seguía con los puños sobre la mesa, la cabeza gacha pensando que se había ido, pero en ese momento escuché una voz suave y una risa sarcástica, ¡la vi!, como si fuera yo que estaba parado enfrente, vi esos ojos verdes mirándome con extrañes, pero a la vez con aprobación, pero todo volvió a cambiar de un momento a otro, sentí el terror recorriendo en cuerpo de Freyja, como el miedo le erizaba la piel, angustia, desolación y desaprobación.

—¿Qué pasa? Pregunté.

Sabía que ella me escuchaba, solo que no contestó, estaba aterrada, todo lo fuerte que se había hecho al estar frente de mí, ¡esa no era ella!, vi a la mujer de ojos verdes salir corriendo de la casa, mientras Freyja se le corría una lágrima tras ver a aquella figura de manto negro parada frente de ella, algo no me dejaba escuchar lo que le decía, solo sentía el miedo de ella y el golpe en su rostro despertó al demonio que llevo dentro, y su voz cruzó como susurro en mi cabeza:

—¡Ayúdame! ¡Por favor, ayúdame!

Sabía lo que tenia que hacer y por alguna razón también donde ir, en ese momento mi verdadero yo salió a flote, transformándome en el vampiro que soy, soltando a la bestia que llevo dentro, vuelto en un gigantesco murciélago me dirijo a esa casa, la desolada imagen de ella aun seguía en conexión, cuando veo una anciana ser atravesada por una espada caer a los pies de Freyja, y sus recuerdos fueron eco en mi cabeza.
Pude ver lo que ella veía, la caza de brujas, la lucha sangrienta entre vampiros y mortales, las brujas ardiendo en llamas, al ser oscuro portando la misma espada,  matando a alguien por defender hasta la muerte a una bruja llamada Maryeline, a mi madre arder en llamas defendiendo a sus hermanas, y este ser oscuro empuñar esa espada poner su filo a la altura de su rostro y hacer la señal de la cruz, un verdugo, un inquisidor de la iglesia…

Vuelvo a escuchar a Freyja, pero esta vez en voz alta:

—¡Ayúdame, ven por mí y sácame de aquí!

Parado frente al umbral de la casa, le digo:

—¡Suéltala! —Le grito tan enojado que mi sien quería reventar.

—No eres rival para mí, vampiro. —Dijo, mientras me veía con desprecio.

—¿Estas seguro? —Le respondí retándolo.

—Tú estás afuera y yo... Aquí dentro. —Me lo replicó de forma descarada.

—Invítame a pasar Frey o no podré hacer nada. —Le dije a ella.

—Tienes mi permiso e invitación para entrar a esta casa. —Me respondió y era lo único que necesitaba su afirmación.

Solo que cuando terminó de darme permiso, ese demoniaco ser se desvaneció en el aire desapareciendo. No quería estar allí, el olor a sangre me era insostenible de aguantar, y aquella anciana medio moribunda estirando su mano me llama:

—¡Cuídala! Ella es la elegida, tú eres el elegido por nuestros dioses, los dos tendrán mucho porque luchar, pero solo juntos lograran vencer lo que viene. Eres su protector, no la sueltes.¡Llévatela y cuídala!

Yendo en contra de todo lo que me habían inculcado, me llevé a Frey a mis aposentos, pero sabía que tendría que enfrentar a mi padre por llevar a una bruja al refugio a nuestro Santuario. No solo eso sino que tendría que pararme frente a los Dragones (Antiguos) de la Ordo Dracul y decirles, explicar el vinculum. (haber bebido tres veces de ella y ella de mí) y que ella era mi lánúin…

Autores:
-Mile Morales
Pensamientos de Letras. G. J. C

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El llamado de la bruja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora