Donde la belleza de Chuuya es innegable, y Dazai debe soportar que otros lo miren por ser la estrella principal de la empresa de modelaje y fotografía más famosa de la industria.
Atte: La Trenza De Draken.
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¿Qué tan difícil era hacer una entrevista? Sakunosuke Oda no era una persona tipica de acobardamiento, pero si en ese preciso momento el CEO estuviera en la agencia le daría un buen golpe en la cabeza y luego renunciaría para irse a vivir completamente solo en lo alto de una montaña.
Odasaku solía ser callado y restringido con quiénes apenas conocía, pero se consideraba una persona amable, benévola y sobre todo, protectora. Tenía un complejo de padre con cualquier persona menor a él que fuera de su agrado, cómo su mejor amigo y jefe, Dazai Osamu, CEO de la agencia a la que pertenecía llamada Parca.
Tenía una carrera terminada en periodismo y Dazai lo consideraba para todo lo relacionado con escándalos o noticias favorables para la agencia, aunque su trabajo no era ser el asistente del CEO, le parecía que era casi lo mismo.
Pero ahora estaba esperando en su oficina, con los brazos sin poder estar quietos, moviéndose de acá para allá sin encontrar un lugar cómodo. Se sentía como un ratón encerrado en una jaula y el gato estaba apunto de entrar.
Segundos antes de que la puerta fuera tocada con suavidad, acomodó la segunda botella de agua sobre su escritorio para que la etiqueta estuviera al frente. Le causaba tock que no estuviera mirando hacia la puerta.
—Adelante. —dijo luego de suspirar guardándose los nervios en lo más profundo de su ser y alisando el traje elegante que llevaba puesto, ¡Podía hacerlo bien! Era como cualquier otra entrevista de trabajo, nada de que preocuparse, sin embargo...
La puerta se abrió y el par de gigantescos lentes se asomaron por la puerta. Tragó saliva de inmediato y sus piernas se doblegaron a pesar de sostenerse con el borde del escritorio.
—Buenos días, soy el candidato para la revista. —comenzó diciendo al cerrar la puerta a sus espaldas. —Mi nombre es...
—¡Buenos días! —saludó interrumpiendo casi en un grito nervioso, moviéndose hacia la silla tras el escritorio para evitar caer muerto en ese instante.
—¿Oda?
—Por favor, siéntate. —le señaló fingiendo de la forma más normal posible el temblor en sus manos.
—¡¿Trabajas aquí?! ¡Que asombroso! ¡Hace tanto que no te veía, es... Perdón... —carraspeó sentándose en la silla frente al castaño. —Me deje llevar.
—Tambien estoy asombrado de verte, Ango.
Sin decir nada, Odasaku puso sus brazos sobre la superficie plana del escritorio, ¿Era buena idea hablar de algo aparte de la entrevista, o debía empezar ya? Como fuera, deseaba saber más sobre su amigo, tal vez un poco no hacía daño.
—Creí que te habías mudado de ciudad, o incluso de país. No supe nada de ti desde la graduación, y... ¡Espera! ¿Tú no tienes nada que ver con el hecho de que yo esté aquí, verdad? —dijo el azabache interrumpiendo los pensamientos de Oda.
