Ese día la noche se sentía mas fría que de costumbre, lo note apenas me baje de mi coche y el aire golpeo mi rostro, ajuste el abrigo sobre mi pecho y mire el gran edificio delante de mí, una luz seguía prendida y no me hizo falta saber a quien pertenecía esa oficina. Sin pensarlo dos veces subí, subí sintiendo el miedo recorrerme el cuerpo, estaba nerviosa por lo que podría suceder esta noche; quería escuchar de su voz esas palabras que tanto me había dolido leer a través de su mensaje. Recorriendo el pasillo hasta donde ella se encontraba me llené del valor que tanto necesitaba en ese momento, el cual se fue en cuanto abrí la puerta de su oficina y sus ojos se posaron en mi con rapidez.
Frunció el ceño al verme de pie ahí, enderezo su postura y apoyo sus manos en el escritorio, carraspeo un poco y hablo. - ¿Señorita Fernández? ¿Qué está haciendo aquí? – Mi mirada viajo un segundo a sus manos y pude ver que temblaba un poco, realmente no esperaba mi presencia ahí.
-Quiero oírlo de tu parte, quiero que me digas personalmente lo que escribiste en ese mensaje por que si no podre creerte. – La escuche suspirar mientras observaba el escritorio unos segundos para luego levantar la vista y acercarse a mi con pasos lentos y verdaderamente dolorosos.
Cuando llego a estar frente a mí vi la duda en sus ojos, la cual duro un segundo para finalmente decir las palabras rogaban fuera una jodida broma. -Realmente no soy la persona adecuada para estar contigo Aitana, no soy la chica que buscas tener a tu lado, deberías estar con alguien que no tenga miedo a amar, con alguien que no sea una cobarde como yo. – Su voz se cortaba mientras terminaba de hablar.
-Si ninguna de esas personas eres tú entonces no quiero nada. – Tomo mi rostro entre sus manos mientras sonreía negando, yo no quería a otra persona mas que esa chica que me robo el aliento desde el primer momento que puso su mar azul sobre mí.
- Cosa hai fatto con me, tesoro? (¿Qué has hecho conmigo, cariño?) – Su voz en italiano sonaba muy distinta a cuando me hablaba en español, era algo que me tenia a sus pies totalmente. Haciendo a un lado esas ideas de sobre su acento ladeé un poco la cabeza mientras fruncia el ceño al no entender que me había dicho, supe que capto lo que pensaba cuando acaricio mi mejilla sonriendo de lado. -Eres tan terca Aitana. – Sonreí cuando beso mi frente de una forma dulce y delicada.
-Una terca que está loca por ti. -
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El encanto de la musa.
RomanceEl destino es algo muy curioso ¿No? Algunas veces estas en la cima y otras te encuentras nadando en lo profundo del abismo, nos puede sorprender en el momento menos esperado y lograr hacernos perder el equilibrio en su totalidad. Eso supe que pasarí...