Katherine se sentó tranquilamente en un asiento vacío del vagón del tren que pasaba a las 8:00 horas de la mañana, todo parecía igual; los hombres descendían apresuradamente las escaleras para abordar, las mujeres continuaban su maquillaje cada vez que el tren paraba en una estación, los estudiantes cargaban una mochila en sus espaldas, una mirada de desvelo y auriculares puestos, incluso cada estación parecía idéntica a la anterior.
- Ya es hora -Katherine fijo su mirada en la pantalla que indicaba la estación de destino, se levantó de su asiento y se dispuso a salir del vagón-.
Al abrirse las puertas del tren, sin esperar a que la gente iniciara su descenso, un joven de aproximadamente 30 años entró corriendo y chocando con todo aquel que se encontrara en su paso; Katherine sintió como su portafolio resbalaba de sus manos a causa de aquel hombre que tropezó con ella.
- ¡Maldición! -Exclamo desesperadamente mientras buscaba en el suelo su portafolio, el flujo de gente abordando no le permitía ubicarlo y sin que ella se diera cuenta, el tren cerró las puertas y continuó su avance-.
- ¡Maldito hombre! -Grito enfadada mientras apretaba el puño derecho y se llevaba la mano izquierda a la frente con un gesto de frustración–.
Muchas personas la miraban curiosas o con desaprobación, algunas murmuraban entre ellas criticándola sin ser conscientes de lo que acababa de ocurrir; nadie se acercaría a ayudarla. Pareciera que con el paso del tiempo hemos perdido la empatía al grado de no importarnos o ni siquiera darnos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor.
- Ya que he perdido el portafolio, sería desagradable llegar tarde y que me descontaran más de la cuenta-. La frustración y enojo aún no se habían ido de su mente y rostro, pero la puntualidad era dinero, sin detenerse un minuto más comenzó el camino hacia el edificio en donde hace ya 3 años trabaja.
El edificio estaba localizado en el centro de la ciudad, a unas 2 calles saliendo de la estación del tren, reconocido por su concepto moderno de 10 pisos donde alberga a los trabajadores de la empresa constructora más grande de la ciudad. El último piso era una bella terraza donde se realizaban la mayoría de los eventos al aire libre y del que gozaba mayormente la directora general del noveno piso, debido a su carácter hostil a no muchos les agradaba encontrarse con ella.
A pesar de que nadie, más que la irritable mujer rubia encargada de la recepción le había dirigido la palabra, Katherine caminaba tranquila hacia su cubículo de trabajo, sabía lo que tenía que hacer. Aquel incidente del portafolio no cambiaría sus planes, ya eran pasado los años en los que las miradas y comentarios de los demás le provocaban pánico. La oficina tenía un ambiente tranquilo en el que se percibía un agradable olor a café recién salido de la cafetera; quizás la quietud se debía a la hora temprana. No duró mucho, el sonido del andar con zapatos de tacón de una mujer de aproximadamente 38 años, piel morena, ojos cafés, piernas largas y cabello negro rizado había provocado que se instalara un silencio incomodo en la oficina y la tensión de todos, esa mujer con aspecto imponente era Evi Lonft, la directora general de la empresa.
- Aritz a mi oficina -pronunció en cuanto se acercó-. No olvides traer mi café.
Katherine fue inmediatamente tras la directora con un coffee cappuccino en la mano, esto podría ayudarla significativamente en la reacción de su superior, debía ser preparado con indicaciones exactas, <<2 cucharadas de azúcar morena, el contenido no debía superar ¾ del vaso, la temperatura debía ser el equilibrio perfecto entre caliente e hirviendo y la espuma no debía tener relieves>>.
- Tengo entendido que el día de hoy entregarías el portafolio con el proyecto terminado, pero... -miró a Katherine de forma molesta-. No lo veo en tus manos.
- En effet -colocó sobre su escritorio una USB al mismo tiempo que el café-. Ocurrió un incidente con el portafolio en el transporte, pero en la USB esta todo el respaldo.
- Esperas que realice la presentación con el contenido de la USB -dijo mientras tomaba su café en las manos-. ¿Correcto?
Katherine asintió con la cabeza, sabía lo que vendría después, una serie de reclamos y exigencias. Trabajaba arduo, cumpliendo la mayor parte de las expectativas de esa mujer frívola, pero nada le era suficiente cuando de contratos con otras empresas se trataba. Era admirada por ser meticulosa y diligente, aunque sus trabajadores no se sintieran especialmente cómodos con esa "virtud". Solo quedaba esperar que la laboriosa entrega del coffee tuviera sus efectos positivos.
- Será solo temporal, en menos de una semana tendré nuevamente el portafolio y podrá entregárselo a los contratistas.
- No me interesan los motivos por tu retraso de entrega Katherine, sabes lo que debes hacer o el lunes entrante no pierdas tiempo en presentarte, no permitiré que este contrato sea afectado por tu negligencia y espero que cuando me entregues el portafolio no haya errores o lo vas a lamentar.
Katherine salió de la oficina de la directora y fue hacia su cubículo, todos los cercanos al lugar la miraban curiosos o con lastima, haciendo comentarios disimuladamente entre ellos sin éxito alguno y esperando una reacción de ella.
- Supongo el coffeetuvo un ligero efecto en mi salvación, aunque nuevamente estoy en los ojos yboca de los demás -murmuro con la mirada llena de melancolía-. No importa... siempre ha sido así.
Continuará...
ESTÁS LEYENDO
¿Culpable o Inocente?
Teen Fiction¿Cómo juzgas a una persona ante un acto legalmente incorrecto pero empatizas con su dolor? ¿Lo condenas? ¿Lo perdonas? Katherine Aritz, una joven con un pasado que atormentaría a cualquiera, desea dar fin a aquello que le arrebato su felicidad y los...