CAPÍTULO 1

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El reloj digital de pared que decoraba la recepción del Departamento de Detectives de Delitos de Rango Mayor marcaba las 9:15 horas; nuevamente llegaba tarde a mi trabajo, salí caminando del ascensor con paso acelerado mientras observaba de un lado a otro detenidamente, esperaba milagrosamente que el teniente tuviera un retraso de 15 minutos. Él era una persona sumamente intolerante a la impuntualidad y desgraciadamente era mi mayor defecto. Este día iba bastante mal, no solo "robé" el portafolio de una persona en el transporte sino añadía un retardo más a mi descuento salarial.

- ¡Bonjour Ethan! -exclamó una joven de ojos verdes como aceitunas, cabello rubio, estatura y complexión mediana que se colocó silenciosamente a mi lado al tiempo que me tocaba el hombro-. Llega tarde otra vez y... ¿Trae un portafolio nuevo? -miró curiosa-. Le va bien con esa apariencia seria.

- ¡Alexa! -respondí exaltado a la vez que volteaba a verla-. No se comporte de esa forma, estamos en la oficina y no es exactamente mío.

- Lo siento -respondió la joven en tono coqueto-. Pero me es inevitable, además... -se acerca-. Llegar tarde no es muy "profesional" de su parte detective Dachs.

- ¿Ya ha llegado el teniente? -me alejo de la señorita Alexa Viagel-. ¿Sabe dónde se encuentra?

- Por suerte aún no, avisó que llegaría a las 10 por una reunión extraordinaria.

Ambos comenzamos a caminar sin pronunciar palabra alguna uno al lado de otro; en la mirada de la señorita Alexa Viagell se reflejaba cierta decepción por el escaso dialogo sostenido y la frialdad con la que hablaba. Tenía razones, ella era una joven soñadora e ingenua del amor de 24 años, no quería darle señales que pudieran ser mal interpretadas porque no me interesaba sentimentalmente.

Al llegar a mi asiento coloque las pertenencias sobre el escritorio, debía devolver el portafolio lo más pronto posible pero no sería hoy; el obstáculo era la clave para abrirlo obtener información sobre su propietario, busque en la bolsita delantera esperando encontrar una pista y ¡EUREKA! Había una tarjeta de presentación dentro de ella, <<KATHERINE ARITZ>> era el nombre escrito y trabajaba en la empresa constructora cercana al edificio de Delitos. Deseaba que ella fuera la propietaria del portafolio, de no ser así me sería complicado encontrar al dueño, no confiaba en la oficina de pertenencias extraviadas del tren con sus escasos filtros para devolver objetos extraviados. Dejé nuevamente el portafolio debajo del escritorio y comencé con mis labores, consistían mayormente en clasificar casos y anexarlos al expediente de seguimiento de cada uno o atender denuncias de robos menores. La mayor acción la cubría el turno 3 que labora de las 01:00 – 09:00 horas y el turno 2 de 17:00 – 01:00 horas.

La alarma del reloj de la oficina anunciaba el final de la jornada laboral para el primer turno a las 17:00 horas; no iría directo a casa, cenaría en un restaurante acompañado de la joven francesa que había citado para romper la monotonía de nuestra rutina. Tome mis pertenencias y camine hacia el ascensor encontrándome por 2da vez con la señorita Alexa.

- Ethan... -Alexa alzó dudosa su mano intentando tocarme la espalda, pero detiene su movimiento al ver que abordaba el ascensor-. ¿Va a comer? Si gusta podemos ir juntos.

- Lo siento Alexa, ya tengo planes -respondo sin ser grosero a la vez que bajo del ascensor y camino hacia la salida-.

- Hoy inaugura el restaurante del que le hable, quizás nosotros... -su conversación se ve interrumpida por la llegada de una joven de lentes oscuros y sombrero que permitía ver solo algunos mechones rubios-.

- Como le decía señorita -tomo del brazo a la dama-. Ya tengo planes, disfrute de su comida.

Me aleje junto con mi compañera sin darle tiempo a responder, podía llegar a ser muy insistente. No niego su apariencia encantadoramente atractiva, pero ella quería algo que evitaba, compromiso en una relación. La mujer que abordaba el asiento delantero del Bugatti negro estacionado a unos pasos del edificio empatizaba con mis pensamientos, las relaciones eran una simple actuación por un tiempo indeterminado entre 2 personas que al inicio creen sentir algo que, en la mayoría de los casos, no conocen.

- Recién regresas de Rusia, ¿qué tal el clima Celine? -inicio la conversación mientras conduzco-.

- El clima me parece cálido si lo comparas con el frío ruso-sonrió gentilmente sentada en el asiento del copiloto-. ¿Cómo va el trabajo? ¿Alguna novedad?

- Ninguna, a este paso terminare encerrado en el archivo jugando con un lápiz en el escritorio.

- No seas tan pesimista, tu no estas sonriendo al lente de las cámaras fotográficas la mayor parte del tiempo -se vislumbra tristeza en su mirada mientras que sus labios agrandan la sonrisa-. Además, eso quiere decir que la ciudad es segura estos días.

Celine, hermosa modelo de 28 años con una vida llena de lujos, viajes, fama y romances escandalosos. La vida perfecta de una mujer independiente para muchos que la envidiaban al verla sonreír segura de sí en la portada de una revista o al mirar sus ojos y pensar inmediatamente que define perfectamente el significado de su nombre "Celestial".

Estacioné su coche en el lugar reservado para la ocasión, descendí del auto y me dirigí hacia ella para ayudarla a bajar. Le entregue las llaves al joven que nos recibió, la tome del brazo delicadamente y subimos por las escaleras de emergencia al pequeño jardín del restaurante en donde cenaríamos. Salir con ella sin ser descubiertos requería de ciertas medidas que ocultaran todo detalle que revelara su identidad sin hacerla sentir incomoda. El jardín era un pequeño lugar con distintas especies de flores plantadas, parcialmente techado con solo una mesa y dos sillas, perfecto para una íntima charla sin fans eufóricos y paparazis esperando una primicia para publicar la siguiente mañana a primera hora. Nos acercamos a la mesa y fuimos recibidos por el capitán de meseros y dos ayudantes más que habían sido exquisitamente sobornados y amenazados para que de su boca no saliera palabra alguna.

- Bienvenue Monsieur, los esperábamos con ansias -pronuncia el capitán de meseros con un gesto amable invitándonos a tomar asiento-. Las indicaciones fueron seguidas al pie de la letra para que usted y su bella acompañante disfruten de una perfecta velada.

- Agradezco su dedicación -dije en tono amable mientras los ayudantes comenzaban a servir champagne en nuestras copas-.

- Con permiso -expreso el mesero encargado haciendo una ligera inclinación antes de retirarse junto con los ayudantes-.

- ¿Indicaciones? -cuestiono Celine refiriéndose al comentario hecho por el mesero-.

- Me conoces, cada acción es planeado y ejecutada al pie de la letra.

- Eres incorregible -río divertida-.

Le molestaba que lo hiciera, era consciente de ello. Para ella, una mujer que vive en la monotonía de una agenda meticulosamente planificada era desgastante que incluso sus salidas fuera del trabajo estuvieran programadas sin dar paso a lo inesperado. No podía evitarlo, podría ser impuntual a causa de mis desvelos, pero no soportaba que las cosas estuvieran fuera de mi control; ella lo sabía, por eso evitaba expresar comentarios sobre el tema. Eran reglas no escritas en nuestra extraña relación.

Los platillos fueron traídos uno a uno mientras eran acompañados de una charla que resumía los acontecimientos ocurridos durante su estancia en Rusia. No escatime en gastos a la hora de hacer la selección de alimentos, bebidas y postres para complacer a la dama que me acompañaba, ella estaba acostumbrada a lujos, ella es si misma era un lujo que no cualquiera podía tener.

Transcurrieron 2 horas que parecieron 10 minutos a su lado, ella tenía ese encanto de hacer pasar el tiempo como una brisa fresca y suave. Solicite la cuenta y una vez pagada nos dirigimos al lugar donde habíamos estacionado el Bugatti para abordarlo y dirigirnos al lugar donde pasaríamos la noche. Esta noche era extraña, usualmente ella estaba indecisa en qué lugar pasar la noche; en un prestigioso hotel, en su departamento, en el mío o en un hotel pintoresco escondido en algún pueblito, pero no menciono nada y me dejo total libertad de escoger el destino.

- ¿A dónde me llevaras galante caballero? -preguntó curiosa, como una niña emocionada por saber en qué lugar festejara su cumpleaños-.

- Estaba pensando en ir a mi departamento, hace mucho no pasamos la noche ahí. ¿Qué opinas? -cuestione mirándola a los ojos por un momento tratando de descifrar su pensamiento-.

- Lo que decidas estoy de acuerdo -respondió sin reflejar nada en su mirada-.


Continuará...

¿Culpable o Inocente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora