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Luego de atravesar la marea de sucios y sudorosos adolescentes conglomerados en el pasillo, subí apresuradamente las escaleras más cercanas a mi aula, luchando, como un salmón, contra la corriente constante de estudiantes que iban en dirección opuesta. Finalmente, llegué a la cima de las escaleras; mis mejillas enrojecidas y mi frente sudorosa, eran testigos de las batallas que enfrenté en mi búsqueda.

Al empujar a un grupo de estudiantes que bloqueaban la entrada de la escalera, mi cabello quedó atrapado en el broche de la mochila de otra chica. Accidentalmente abrí su mochila, esparciendo el contenido por todo el suelo en mi intento de liberar mis mechones atrapados.

—¿Qué mierda? —gritó ella, dejando caer su mochila. —Oh, debería haber sabido que eras tú, Tsuki. ¿Por qué no me sorprende?

—Lo siento, Suhyeon —murmuré, contemplando si debería ayudar a limpiar el desorden.

—Es raro verte sin ella —dijo la chica, con los brazos cruzados. —¿Finalmente te pidió que te alejaras?

—No —respondí indignada. —¿Y a ti qué te importa de todos modos?

—No me importas una mierda, chica del campo. Solo estoy esperando a que seas aún más patética de lo que ya eres —se burló Suhyeon. —Vete, estoy segura de que tu cerdito te está esperando.

Me costó contener las ganas de golpear a Suhyeon en la boca, pero decidí no hacerlo. Tenía un lugar al que ir.

Finalmente, llegué a mi destino. Todos los jueves, esperaba afuera de su aula hasta que terminara de limpiar. A veces, si estaba sola, ayudaba a limpiar, luego caminábamos juntas hasta su casa, tomadas de la mano.

Desafortunadamente, hoy no estaba sola; algunas otras chicas también se habían quedado. Me vio y saludó, pero se detuvo cuando otra chica llamó su atención. Me miró, luego a la interlocutora invisible y negó con la cabeza.

Algo estaba mal, podía sentirlo.

—Hey, cari- eh, Sheon —dije, apoyándome en el marco de la puerta.

—Hola —respondió, sin dejar de mirar su trabajo.

—¿Lista para irnos? —pregunté.

—Sí, dame un segundo.

La observé mientras agarraba sus cosas y se despedía de las demás chicas. Mantuvo la mirada baja y no hizo contacto visual conmigo hasta que estuviéramos lejos de la escuela. Como de costumbre, la ruta que tomamos estaba desierta. Y como de costumbre, extendí la mano para tomar la suya, pero ella se apartó.

—Tenemos que hablar.

Odiaba esas palabras. Nada bueno seguía a esas palabras.

—¿Sobre qué? —Pregunté preocupada y ansiosa de saber su respuesta

—De cómo actúas a mi alrededor.

—¿Cómo actúo?

—Eres demasiado pegajosa

—Porque te amo

—Me das vergüenza.

¿Qué?

Sus palabras me golpearon como un camión cargado de cemento.

¿Sheon se avergonzaba de mí?

—¿Vergüenza?—pregunté, odiando el hecho de que iba a llorar.

—Siempre estás cerca de mí. Siempre te cuelgas de mí. Siempre te acercas demasiado en público.

—¿No es eso lo que se supone que hacen las novias?

—Tsuki, te amo más que a nada, pero necesitas parar.

—No entiendo

—La gente está empezando a hacer preguntas, Tsuki.

—Así que te avergüenzas de mí

—Nadie sabe que soy lesbiana. Mi vida, mi reputación, se arruinarían si alguien se enterara.

—¿Desde cuándo te importa lo que piensa todo el mundo?

—Desde que mi novia siempre está a punto de sacarme del closet ante toda la escuela

—Tres años juntas, ¿y ahora quieres esconder nuestra relación?

—¡Siempre ha estado oculta! —gritó Sheon. —Todos piensan que eres una extraña y retraída campesina que me sigue porque le presto atención. Y sé que eso no es verdad, porque eres todo para mí, Tsuki. Pero no puedo arriesgar que nuestra relación sea vista como algo más que amigas. Lo siento.

—¿Estás terminando conmigo? —fue todo lo que pude articular. Mi mente estaba entumecida.

—Nunca. Quiero estar contigo. Quiero estar contigo para siempre —respondió, tomando mi mano en la suya. —Por favor, entiende

—Odio que te avergüences de nosotras, de quién eres, de mí. No entiendo por qué, y probablemente nunca lo entenderé —dije en voz baja —No sé cuánto tiempo vas a mantener esto en secreto. Sé que si tuviera algo de amor propio, me alejaría ahora mismo. Pero no puedo. Eres la única persona que ha significado tanto para mí, y duele mucho escuchar esas palabras de ti.

Sin poder evitarlo, las lágrimas empezaban a recorrer mi rostro.

—Te amo más de lo que puedas imaginar, pretender que no estamos juntas, que no estamos enamoradas, hace que mi corazón duela pero lo haré por ti. Porque no puedo perderte

Sheon me abrazó, apretándome fuerte contra ella. A pesar de sus palabras, a pesar de confesar sus miedos de ser descubierta, Sheon me besó, justo allí en la calle. Y yo, a pesar del dolor en mi corazón, la besé de vuelta.

Y con ese beso, acordamos convertir algo hermoso y real en algo incorrecto, sucio y un secreto por revelar.

Acepté vivir una mentira, porque soy una tonta.

Y porque estoy enamorada.

ParamourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora