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Muchas, muchas, muchas gracias por leer, comentar y votar.

De verdad.

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El sonido de sus pasos y de su propia respiración era lo único en lo que estaba concentrada. Emma no quería pensar en cualquier otra cosa que no fuese el ritmo de las zancadas que daba al correr por las calles desiertas de Storybrooke.

Apenas si había dormido un par de horas; cuando llegó a la pensión no podía pensar en otra cosa que no fuese Regina y los pequeños flirteos que habían tenido la noche anterior, y eso la sumía en un estado de ansiedad estrepitoso ante la pequeñísima posibilidad de que entre ellas pudiese pasar algo. Porque siendo sincera consigo misma, no estaba totalmente segura de querer que su incipiente atracción por Regina pasase más allá de lo estrictamente platónico.

Y luego cuando había conseguido dormirse, había soñado que estaba subida en un barco acompañada de Regina, Mary Margareth, David y un par de señores a los que no recordaba haber visto. Al parecer buscaban a alguien desesperadamente a través de unas tierras fantasiosas.

Así que ahora, Emma prefería concentrarse en el sonido rítmico de sus zapatillas al chocar contra el asfalto para relajar una mente y un cuerpo que estaban a punto de sufrir una crisis nerviosa de un momento a otro.

Se detuvo cuando cruzó frente a una mansión de color blanco con un 108 en la puerta, ya había visto esa casa; aparecía de fondo en el sueño en el que Regina se lanzaba hacia ella para arrancar de su lado a un Henry de unos 10 años.

En esos momentos, mientras intentaba recuperar el aliento sin despegar la vista de la mansión , se preguntó si en verdad existirían los universos alternativos y quizás una Emma de una realidad paralela procedía de Storybrooke, tenía superpoderes y vivía aventuras con el resto de habitantes del pueblo. Quizás a su alter ego con magia también le gustaba Regina.

Suspiró sonoramente al percatarse de que había pensado en que a ella le gustaba Regina.

No tuvo tiempo de darle demasiadas vueltas a esta más que certera idea, porque la puerta de la gran casa blanca se abrió y de ella emergió la mismísima Regina Mills ataviada con un abrigo gris y subida a unas altísimas botas de tacón negro.

A Emma le resultaba imposible concebir a alguien más que fuese capaz de parecer que iba a desfilar a una fashion week a las 7 y media de la mañana.

Regina la miró extrañada.

-Señorita Swan, no sé si quiero saber qué hace parada frente a mi casa tan temprano.

Emma sintió como toda la sangre de su cuerpo se le acumulaba en la cara, temió que pensase en ella como una posible acosadora. Lo cual no era demasiado extraño si tenía en cuenta que llevaba 15 minutos plantada frente a su puerta como un pasmarote.

-No sabía que vivía ahí- dijo en su defensa; lo cual era verdad, no lo sabía con certeza aunque se lo hubiese podido imaginar.

Regina la miró de arriba a abajo con una expresión indescifrable , mientras se sentía morir al caer en la cuenta del aspecto que tendría con unas mallas, la vieja sudadera del instituto de Henry y el pelo sudado recogido en un moño mal hecho.

-¿Corre habitualmente?

-Lo intento, sí.

Regina se acercó hacia la puerta de su coche, el cual estaba aparcado justo en la acera de enfrente.

-¿Quiere desayunar...conmigo?- le preguntó deprisa y atropelladamente. Eso confundió a Emma porque por primera vez la alcaldesa no hablaba con esa seguridad tan aplastante de la que solía hacer gala-. Quiero decir, si ha terminado de hacer footing puede que le apetezca tomar un café.

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