Capítulo 4

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La puerta de la mansión se abrió de forma violenta y por ella entró un Park Jimin completamente enojado, bufando y maldiciendo por lo bajo. En verdad ese Jeon lo sacaba de quicio. ¿Cómo alguien puede ser tan presuntuoso y altanero?

—Buenas tardes, hijo —su madre se acercó, poniéndose de puntillas para besar su frente. Su padre permaneció sentado, leyendo la prensa de ese día y apenas dándole un asentimiento en forma de saludo.

—Tienes que ir a esta dirección —la mujer le extendió un pedazo de papel escrito.

—¿Qué es esto? —preguntó confundido.

—Los nuevos socios de la empresa viven ahí. Su hijo no conoce la ciudad, así que tu madre y yo dijimos que lo llevarías a conocer la ciudad —explicó su progenitor sin quitar sus ojos del periódico.

¿Es qué no se cansaban? Ya había formalizado una relación con Kai por la empresa ¿ahora querían seguir sumándole cosas?

—¿Me volví guía turístico ahora? —espetó sarcásticamente, y por primera vez desde que llegó su padre se dignó a mirarlo.

—Deja de actuar como un niño, ya tienes 18 años Jimin. Son sacrificios que debes hacer por la empresa, en un futuro será tuya y desde ahora estoy sentando las bases para que seas un empresario de éxito —le regañó con tono neutro Park Seung.

—Dudo que a Huening Kai le emocione saber eso —sopesó, intentando convencerlos de desistir de ese estúpido paseo.

—Eso es lo de menos ahora, incluso puedes terminarlo si eso deseas. Nuestro nuevo negocio tendrá muchos más beneficios —sonrió exageradamente haciendo a Jimin fruncir el ceño.

—¿Soy uno más de los objetos de la empresa? ¡Soy yo! ¡Park Jimin, su hijo! ¡No una jodida inversión! —alzó la voz con molestia, sobresaltando a uno de los sirvientes que entraba en el salón para dejar una bandeja con dulces y tazas de té.

—Simplemente haz lo que te pedimos hijo, lo hacemos por tu bien —pidió su madre tomando su mano y mirándolo con una mueca incómoda en el rostro.

Suspiró soltándose del agarre, dando pasos rápidos hacia el segundo piso donde se encontraba su habitación. Cerró la puerta con fuerza para que sus padres lo escucharan abajo y ahogó un grito frustrado en la almohada.

Después de varios minutos decidió darse una ducha y arreglarse para ir a buscar a ese chico. Entre más rápido fuera, más rápido terminaría el recorrido y más rápido podría volver a casa.

Abrió los ojos de par en par al ver la enorme mansión que quedaba en la dirección del papel. ¡Era más grande qué la suya!
Dejando de lado su asombro caminó hasta la gran puerta de entrada, presionando el timbre. Al instante una mujer baja de estatura y un poco regordeta abrió, llevando un uniforme blanco y azul oscuro.

—Buenas tardes, mi nombre es Park Jimin —saludó formalmente.

—¡Oh! ¡El hijo de los señores Park! —exclamó abriendo completamente y dándole paso—. La señora Nayeon lo espera en el salón principal, acompáñeme.

La siguió hasta dar con una mujer muy bien vestida, que permanecía sentada en un sofá negro con las piernas cruzadas y una taza en la mano.

—Tú debes ser Park Jimin —se puso de pie y se acercó a dejar un beso en cada mejilla. Eso lo avergonzó un poco, a pesar de su edad la señora Jeon era una mujer muy hermosa,  y además, no era normal tal contacto en su país con una persona a la que acababas de conocer.

—Mucho gusto, señora Nayeon.

—Mi Jungkookie bajará en unos momentos —hizo una seña y la empleada regordeta rápido fue hacia la planta superior para avisar al recién mencionado.

¿Puedo amarte? - JiKook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora