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La irregular respiración caliente golpeó de lleno contra su cuello, haciendo temblar su cuerpo de pies a cabeza. Tragó con dificultad, nervioso y luchando pobremente para no cortar con ese pequeño hilo del que ahora mismo dependía su cordura.

La batalla contra su alfa desencadenado por las feromonas impropias estaba peligrando, iba perdiendo, lo sabía. No quería... No podía, más bien.

-cuti...

La voz del chico salió lastimera, rota. Sus manos se colaban por debajo de la camiseta del mencionado, aferrándose con desesperación a los costados, apretando su cintura con miedo de que se escapara de su agarre.

Presionó el torso ajeno con su pecho, empujando más el cuerpo hasta dejarlo completamente pegado a la pared del baño, perfectamente acorralado.

-cuti...

Volvió a llamar en un inestable gemido. Enterró su nariz en la glándula de olor ajena, llenándose del aroma a menta del alfa que se intensificaba a cada segundo.

-Esto está mal, Heung-min.

Su tono de voz sonó más grave de lo que le hubiera gustado. Seguía con sus manos pegadas a sus costados, rígido, peleando con él mismo para no tomar al mayor con furia y hambre; luchando para no tocarlo hasta el último rincón de ese cuerpo condenado a la belleza y a la lujuria; caliente, estaba seguro que era caliente. Lo deseaba.

-Cógeme... por favor...

Apretó sus ojos con fuerza tras la súplica agónica del coreano. Empezaba a sentirse mareado, sin mencionar que su dura erección estaba siendo constantemente presionada por el delicado cuerpo del omega.

El olor a su celo lo estaba volteando, y tenía que salir rajando de ahí antes que se mandara la cagada de su vida.

-No puedo, ya te dije.

Soltó con firmeza inestable, girando su cabeza hacia el lado contrario cuando vio que el asiatico buscaba su mirada.

No Podía verlo, no quería verlo, porque sabía que si lo hacía, él perdía y ganaba Heung-min. Ganaba su alfa también.

-Te prometo que Ange no se va enterar. Por favor, no doy más, necesito que me dejes el culo chorreando.

La respiración de Heung-min se cortó tras aquella confesión. Desconocía ese lado de Son, quien siempre era sutil y cuidadoso a la hora de hablar, pero la imagen mental que se había hecho era espectacular y sintió una fuerte punzada en su miembro.

¿Qué tan bien apretaría el culo del delantero coreano?

Sus glúteos se mostraban redondos y suaves, eran una hermosa invitación a agarrarlos, amasarlos y apretarlos hasta el cansancio, pero,
¿y por dentro como sería? ¿sería caliente y apretado?
D

ios, estaba por descontrolarse.

-La puta madre, Son... Le voy a avisar a Ange así te consigue un supresor o algo. No podés andar así.

Son buscaba que lo mirara, pero Romero se negaba; sin embargo, para el delantero no pasó por alto el colmillo que se asomó sin querer de los gruesos labios del trece de la albiceleste.

Tampoco ese olor meloso intenso que comenzaba a largar, más fuerte y penetrante que antes, y mucho menos paso desapercibido la tremenda erección que Romero tenía escondida, la misma que sentía cada vez que se pegaba a él. A Romero le gustaba, no, le encantaba.

Ni él sabía por cuánto tiempo llevaba de estar enamorado de su amigo, de ese mismo que a veces lo llamaba "hermano" de forma cariñosa.

Siempre hizo lo mejor que pudo para ocultar todo rastro de sentimiento por más mínimo que fuera, pero todo se le había ido de las manos con su celo.

¿Había vuelta atrás? Claramente no, hasta le pidió sin pelos en la lengua que lo cogiera, pero lo positivo de todo eso es que estaba a un paso de tenerlo, de convencerlo para que pasara su celo con él.

Estaba a un paso de tener la verga que siempre soñó arremetiendo a su húmedo culo y no iba a aflojar ahora, no cuando veía en Romero que lo deseaba tanto como él.

Dentro suyo sabía que el argentino quería, pero lo intentaba cuidar y por eso se contenía. Son no quería que lo cuidara, él necesitaba que lo cogiera y sabía bien cual iba a ser el último empujoncito que Cristian necesitaba para hacerlo mierda como tanto quería.

-Escucháme.

Sus dígitos se apretaron un poco más a los costados del alfa, buscando con ese gesto la atención del menor. Este pretendía ignorarlo, no escuchar cualquier cosa que Son fuera a decir.

-Si no es con vos, va a ser con otro.

Los ojos de Romero se abrieron súbitamente y giró su cabeza para encontrarse con la mirada clara de Son.

-¿Qué decís?

-Sí. Lo que escuchaste.

El delantero deslizó sus manos fuera del cuerpo de su compañero, otorgando en el proceso una sensación de abandono en el alfa. Estaba claro que a Cristian no le gustó, y por eso gruñó bajo.

-micky

Dijo Son

La respiración de Romero pasó de ser pesada por la excitación, a ser acelerada e irregular por la bronca que de pronto se anidó en su interior. Su mirada se endureció, al igual que toda la expresión de su rostro.

Son como el cuello del chico se tensaba y hasta se marcaban las venas. Tembló, pero no de miedo, de calentura. Más se mojaba cuando lo veía así.

-¿Me estás cargando?

-Vos sabés lo que iba a pasar si hoy no llegabas e interrumpías.

Era mentira, no tenía ninguna intención sexual con Micky, pero funcionó, porque cuando Son dio unos pasos hacia atrás sin romper con el contacto de sus miradas, y finalmente se dio vuelta para irse; sintió la mano de Romero enredarse en su antebrazo con rudeza. Lo demás, pasó todo en un segundo y demasiado rápido.

Con una fuerza dominante fue estampado de frente contra la fría pared revestida de azulejos, siendo acorralado por el caliente cuerpo de Romero que se pegó a él.

Gimió cuando percibió las manos grandes del alfa tomar su cintura con tanta fuerza que dolía, y las caderas de este se estamparon violentamente contra él, refregando el duro falo contra su culo desnudo.

-No podes ser tan zorra, amigo.

Son sintió el enojo en la voz de Cristian ,pero no podía concentrarse cuando el aliento seco y cálido chocaba contra su oído, dejando su cuerpo tembloroso, pero también hambriento.

Empujó su cola hacia atrás, buscando más de ese tacto con la erección del defensor.

-Vos no querías

Respondió con su mejilla derecha pegada a los azulejos,estremeciéndose cuando el duro agarre descendió desde su cintura hasta sus caderas.

El alfa otra vez se empujó contra su culo, sintiendo la monstruosidad de verga que tenía; por más que seguía cubierta por ese fino short deportivo, era capaz de sentirla toda grande y palpitante. Son jadeó.

-Estás re equivocado. Te voy a romper el orto y se te van ir solas las ideas de coger con el pelotudo de Ven



18/4/23

IRRESPONSABLE  [+18] •PAUSADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora