Cap 31

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-¿Albus que opinas de la señorita Rellish? - tomaban té en la oficina del nombrado, el ambiente era cómodo y muy cálido.

-Se a que se refiere profesora, la señorita Rellish será grande- sonrió al recordar a su hermana -Su pupila tendrá que enfrentar grandes retos-

La profesora miraba atentamente la taza de su bebida caliente, en su mente trataba de entender la vida injusta que iría en contra de un alma llena de curiosidad de su alumna. Arreglo sus lentes, con un suspiro decidio retirarse.

-Querida una cosa más, recuerde que la flor más bella puede marchitarse- se levantó acercándose a la profesora -Sin embargo con el cuidado adecuado puede mantenerse en pie-

-Sabe director crei que entre Rellish y Snape habria- no terminó de hablar.

Albus la miraba con curiosidad.

Minerva no espero más, salió en la oscuridad de los pasillos, su mente no dejaba de darle vueltas cuando recibió la carta de Meridia, no podía creer sobre el ataque, el director no lo pensó dos veces en aceptar a la chica en el castillo. Hogwarts siempre abriría sus puertas a quienes lo necesitan, muchos huérfanos se quedaban las semanas necesarias hasta que comenzará el año nuevo.

En otra parte...

El callejón estaba lleno, miraba túnicas conocidas de los miembros de su casa o de las otras. Paso en busca de sus materiales, su tía tenía asuntos que atender en otra parte. Comía una deliciosa manzana acaramelada, con el pelo a la altura de los hombros y en su cuello aquel collar.

Cada vez que lo miraba temía que cobrará vida adelante de Petunia o de su tía más no fue el caso, busco y busco libros que la ayudarán a entender pero su búsqueda no había dado resultados. Estaba distraída que casi da de frente con una mujer mayor que trataba de cargar unas cajas.

-Lo siento cariño, casi tiro tu manzana- le sonrió.

-Perdóneme a mi- la vio hacer esfuerzo con ese pesado objeto -Déjeme ayudar, usted dígame a donde va y yo con gusto los llevare-

La dama sonrió en agradecimiento, con la mano señalo el camino, Eris saco su varita hechizando las cajas, en el trayecto sonrió varias veces al charlar con la mujer y de los problemas de esta por peleas tan infantiles con su marido.

-Aqui es cielo- saco una pequeña llave de su bolso, al abrirse la puerta observo el interior de la casa -Dejame traerte unas galletas-

La observo alejarse, dejó las cajas en la sala. Se sentía un poco tímida en estar en una casa extraña. Habían fotografías en la pared que le brindaban un cordial saludo, correspondió los que pudo.

-Son mi familia- hablaba la mujer caminando con un plato lleno de esas deliciosas galletas.

Eris tomó una, se sentaron en el gran sillón de color morado. La mujer estaba por hablar cuando su vista se centró en el collar de la chica. Eris lo noto, por inercia acarició su collar temiendo que este se convirtiera en la serpiente de la caja.

-Es hermoso- le susurro, acercándose un poco más -Sabes querida que la persona que te lo regalo te ama mucho- señalo el objeto -Esta viva pero camuflada-.

-¿Que?- no entendía nada

Una risa ligera resonó por la habitación, como una abuela contándole un cuento a su nieta se acomodo en el sillón.

-Ya has visto su forma verdadera y si esta sobre ti quiere decir que te ha jugado lealtad- se levantó en busca de algo.
La peliblanca se levantó al escuchar aquello, estaba muy sorprendida. Siguió a la señora para poner atención a toda la información posible.

-¿Lealtad?-

-Si querida, dejame mostrarte, saco una pequeña navaja de la gaveta de la mesa del pasillo, tomó la mano de Eris y sin esperar corto su palma. La chica no grito, pero su dolor se mostró al retirar la mano del cruel trato. Rápidamente observo cómo en un rápido ataque su collar o mejor dicho la serpiente se tiraba en dirección de la señora, los colmillos ya estaban cargados de veneno. Intento detenerla sin éxito.

-¡No lo hagas! - grito desesperada, tomando fuertemente su varita lista para hechizar al reptil.

La mayor sonrió, con tranquilidad corto su dedo dejando caer algunas gotas carmesí al suelo, la serpiente detuvo su ataque quedando inmóvil, saco su lengua inspeccionando algo.

-No me atacará por dos razones, la primera no has dado la orden tú- saco una venda para la herida de la chica -y segundo mi acto lo tomó como una disculpa hacia ti-

-¿Usted como lo sabe?-

-Mi niña cuando eres una squib buscas desesperadamente entender cómo funciona la magia-

Rellish estaba por tomar su mano y curar su herida. Su ahora compañera comenzo a restregarse por su mejilla, a pesar de las escamas no era incómodo.

-Creo que eres una clase de mascota- recibió un siseo como confirmación -No te he nombrado-

-Deberías, eso ayudará en su vinculo-

La peliblanca observaba a la señora, miro hacia una ventana como pasaban varias personas. Con una sonrisa sincera se acercó a la mayor dándole un cálido abrazo.

-Gracias- dijo de verdad.

-La persona que te lo regalo te aprecia de verdad- fue lo último que escucho para empezar a andar y buscar lo que le faltaba en sus pendientes. Paso por un cristal donde observo su apariencia. Estaría pronto en su sexto año, algo dolió en su interior al mentirle a su tía y a Petunia.

Sintió un dolor profundo mezclado con  rencor al recordar como fue el ataque, lo débil que se vio ante ese ser.

"Con una mordida bastaba"

Parpadeo, del impacto no recordó transformarse en lobo. Como manera de librarse de esa carga pateo con sus fuerzas unas cajas, si se lastimó no se dio cuenta.

-Siempre llamando la atención- rechino los dientes al escuchar esa voz, con la mano cerrada en un puño vio a ese tipo. -Me pregunto si... -

-¡Callate! - le grito, por fortuna las demás personas estaban tan desesperadas por terminar su lista de compras que dejaron de lado tal inusual escena -¡Si vienés a burlarte, te digo que eres el menos indicado! - vio el rostro sorprendido del chico.
Estaba actuando sin razonar, algo la estaba impulsando.

-Me importa muy poco lo que pienses Rellish- estaba molesto, por una vez quería saber cómo estaba, sin embargo, la chica lo trataba así -Si no fuera por mi, no estarías aquí- sonó como una burla.

Rellish comenzo a reír, no podía controlarse. Paso una mano por su collar por mero reflejo, lástima que estuviera en su etapa de camuflaje.

-¡Si no fuera por mi, hubieras estado en un gran lío! - miraba atentamente a la multitud, se acercó a una distancia suficiente para que Snape escuchará perfectamente -No era mucha mujer para ti- le susurró.

Snape quedo petrificado, creía que nadie lo había visto.

-¡No se cuanto le pagaste, lo siento por arruinar el momento!- comenzo a caminar dejándolo solo, su mente estaba en otro lado. El peso era muy grande para ella sola. -Ella me lo agradecerá en algún momento-

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