Libertad

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Capítulo 21

El amor nunca trae nada bueno. El amor siempre trae algo mejor.

Roberto Bolaño

Una vez tranquilizadas las respiraciones, Candy descansaba placidamente en los brazos de Terry mientras él acaricaba rítmicamente su espalda, Candy deseaba que las sábanas que la envolvían se la tragaran entera para evadir las miles de preguntas que sabía Terry le haría.

-Candy-murmuró Terry, sin saber cómo abordarla con el tema que le daba vueltas por la cabeza.

-Ahora no Terry... Por favor- suplicó Candy entendiéndo bien lo que seguramente quería decirle su amado, mirándolo con evidente desesperación, mientras Terry le cariciaba dulcemente la mejilla.

-Entonces será más tarde, ahora déjame abrazarte.

Envuelta en sus brazos, con la cabeza recostada en el pecho de su amado, Candy se fue quedando lentamente dormida, arrullada por la intensa lluvia que repiqueteaba, como un eco de lo sucedido.

La fuerte lluvia que momentos antes había azotado todo a su alrededor, poco a poco disminuyó hasta convertirse en unos nubarrones que dieron paso a los suaves tonos anarajandos y rosados que iluminaban el cielo crepuscular. La suave luz que se colaba entre las cortinas, iluminaba tenuemente el cuerpo semidesnudo de su amada, admirando el suave contraste entre el inmaculado blanco de la sábana que cubria la desnudez de Candy, y la nívea piel salpicada por los suaves tonos del atardecer.

Pensando en lo recien descubierto, Terry tomó la determinación de hacer que Candy se divorciara de Christopher para que ella se convirtiera en su mujer en todos los sentidos. Pero antes tenía que averiguar qué era lo que unía a Candy con Christopher, y sabía que sería una tarea dificil dada la obstinación de su amada, pero ahora más que nunca tenía que luchar con más aínco por la felicidad y el amor de ambos, y más aún si la semilla derramada daba fruto; una calidez inexplicable le calentó por completó el corazón ante este pensamiento.

Cuando Candy se despertó, la habitación estaba iluminada sólo por los últimos resplandores del sol, de un momento a otro oscurecería completamente. Acostumbrándo sus ojos a la poca luz que reinaba, vio al hombre que amaba y que ahora era su amante, sentado en el borde de la cama contempládola. Ya se había bañado y afeitado, mientras ella estaba aún obnibulada por los acontecimientos, dándose cuenta de su desnudez, apretó fuertemente a su alrededor las sábanas, sonrojándose intensamente ante la suave risa deTerry.

-Mi dulce Candy-murmuró Terry sin poder ocultar el tono reverente en su voz- no tienes nada de que avergonzarte.

Terry la besó suavemente, sin imaginar que ese casto beso le había calentado el interior a su amada. Candy rió quedamente al descubrir lo diferentes que eran las cosas a como se las había descrito la tía abuela.

-¿Sucede algo?- preguntó Terry, intrigado por la risa de su amada.

-Es solo que... Todo es tan distinto a como lo imaginaba- Candy respondió con un suspiro.

-Distinto... ¿A como?- dijo Terry suavemente.

-A como me habían que sería intimar-Candy agachó la mirada, sabía que tendría que dar muchas explicaciones, mientras tanto Terry estaba esperando con inusual tranquilidad, sabía que un paso en falso y Candy no daría explicación alguna- siempre supe que Christopher nunca sería un marido para mi, pues su corazón al igual que el mío, ya tenía dueño.

-Entonces...¿Por qué decidiste casarte?- preguntó dulcemente Terry.

-Bien sabes por qué- sonrió tristemente Candy- y aunque Christopher insistía que debería de hablar con Susana para librarnos a ti y a mi de los remordimientos, simplemente no pude. Fue así como accedí a casarme con él.

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