Simpatía por el diablo

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Escucha a tu corazón. La vida no tiene sentido sin ello. Hacer el viaje sin enamorarse perdidamente es no haber vivido en absoluto. Tienes que intentarlo. Porque si no lo has intentado, entonces no has vivido.
¿Conoces a Joe Black?

Capitulo 22

-Y que la felicidad siempre bendiga a la futura familia Cornwell-Brighton, ¡Salud! - exclamó Albert elevando su copa hacia los presentes, los aplausos se escucharon por todo el salón de baile, solo tres personas de las ahí reunidas fallaban en disimular la felicidad que les rodeaba.

Elisa no quitaba la mirada de Candy, la envidia recorría todo su ser al ver cómo todos los presentes tanto damas como caballeros, estaban maravillados por la presencia de la rubia. Hacia un mes que su abuelo había fallecido descubriendo que no les había dejado absolutamente nada de la basta fortuna de la que era poseedor.

Gracias a la benevolencia de Elroy fue que su padre se quedó con los negocios y propiedades de Chicago, pero eso lejos de ser un alivio los tenía restringidos a los lujos antes acostumbrados. Lágrimas de rabia luchaban por salir, pues sin querer, Candy tenía la vida que ella siempre había soñado para si misma; ahora tenía que casarse con un hombre que le doblaba la edad, y aunque atractivo, no se comparaba con Christopher, ni con el que se rumoreaba era el amante de Candy, Roger.

-Si las miradas mataran, la señora Jefferson estaría ya muerta- exclamó la ronca voz de su prometido Morgan Lewis, el deseo en sus ojos dirigido a Candy no pasó desapercibido para Elisa.

-No sé a qué te refieres cariño- respondió con falsa dulzura Elisa.

-Señor Lewis, es un placer contar con su presencia- interrumpió la señora Legan- espero la presencia de algunas personas no le sean incomodas- dijo mientras su mirada se dirigía hacia la señorita Pony y la hermana María, y algunos de los niños del hogar de pony lo suficientemente mayores para no causar alboroto-. Cómo usted está próximo a formar parte de la familia, debe de saber que la futura señora Cornwell proviene del hogar de pony, por eso es que mi querida prima Janice y su esposo Alistair no están presentes, ya que están en desacuerdo con dicho matrimonio.

-No hay nada que disculpar querida Sara, sólo espero que nuestra boda no se vea opacada por la boda de una advenediza, podrá ser muy tu sobrino pero con esta información sería humillante para mi querida Elisa- expresó con ahínco Morgan.
Sara sólo respondió con una tensa sonrisa ante la situación en la que se había colocado, ahora debido a su incansable sed de humillar a ese par de hospicianas, tendría que humillarse ante Elroy para que le ayudara a que la boda de Elisa se igualara a la de Archie.

-Candy me da mucho gusto el poder verte-expresaba con verdadera alegría Karen- pensé que no llegarías a tiempo. ¡Pero mira qué radiante luces!

-Es verdad, desde que llegaste no has parado de sonreír, hacia mucho tiempo que no te miraba tan feliz, pequeña- secundó Albert, quien realmente se encontraba soprendido al ver esa alegría irradiando de la rubia.

-Es que realmente los extrañaba- respondió Candy mientras su rostro se sonrojaba furiosamente, moría por gritar a los cuatro vientos que esa felicidad tenía un nombre y apellido: Terrence Graham Grandchester.

Y la realidad era que gracias a la larga y cariñosa despedida que tuvieron Candy y Terry, Candy apenas alcanzó a tomar el tren nocturno, llegando con el tiempo justo a Chicago solo para darse un baño rápido y alistarse para la fiesta de compromiso, pues su llegada estaba prevista para la noche anterior. Para su gran vergüenza Christopher ya se encontraba ahí, sólo atinó a saludarlo precipitadamente ya habría tiempo para hablar.

-Me da tanta alegría verlas aquí-expresó Candy a la señorita Pony y a la hermana María- nunca me alcanzará la vida para disculparme por no haberlas podido haber hecho partícipes en los preparativos de mi boda-la tristeza que cruzó por el rostro de Candy no pasó desapercibida para ambas mujeres.

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