𝕃𝕒 𝕟𝕠𝕔𝕙𝕖 𝕞𝕒́𝕤 𝕓𝕠𝕟𝕚𝕥𝕒 𝕕𝕖𝕝 𝕞𝕦𝕟𝕕𝕠

—¿A dónde vas, Sayuri? 

La pregunta de Karin no hizo nada por detener a la Uchiha. Acababan de terminar de eliminar a unos bandidos, y procedían a llevar los cuerpos. Jugo guardaba los cadáveres, siugetsu tomaba agua, aunque también miraba en su dirección.

—Por ahí —dijo fríamente, camina entre la maleza, y su silueta se iba perdiendo poco a poco—. Nos veremos aquí al amanecer.

Ella camino con toda seguridad. Después de la guerra las amenazas eran muy pocas, además, su fuerza era suficiente para acabará con cualquier persona. 

Ella había escapado después de la guerra, había tenido el impulso idiota de tomar a los bijus y convertirse en el enemigo público número uno. Así la gente se uniria contra ella. 

Una sola nación. 

Ya no más guerra, o muertes innecesarias. El sistema shinobi sería abolido. 

Se acobardo. 

Ella miro a Naruto, aquel tonto rubio que solía perseguiirla para regresara a la aldea había cambiado. La guerra lo había cambiado.

El solo la miro de reojo, pero esa sola mirada iba cargada de intenciones. Si intentará algo el la mataría. 

Ella se fue de ahí a pesar de las objeciones de Sakura, y Kakashi. 

Naruto no dijo nada, y eso le dolió. 

La guerra terminó hace series meses, el rubio se conviertio en hokage hace cinco. 

Mientras tanto ella siguió sin ningún rumbo claro. Pero ahora ya no lo era una criminal, su ayuda en la guerra había sido suficiente para que sus crímenes fueran borrados. Así que podía ir a cualquier lugar.

Pero se sentía vacía, como si su vida careciera de un propósito. 

No tardó mucho en llegar a un pueblo, era de un estilo rústico y antiguo. No tardó en encontrar una taberna, rápidamente entro y consiguió una botella de sake.

En el rincón más oscuro bebía sus penas, y fumaba sus inseguridades. 

Hace tan solo dos días había escuchado que el sexto hokage, Uzumaki Naruto se casaría con la princesa Hyuga, Hinata. No sabía que creer, desde que Naruto asumió el puesto, numerables chismes habían surgido, con diferentes mujeres. 

Al principio no creyó. Ya sea que se casaría con diferentes nobles, con una chica de Kumo, Iwa, Mizu, no creyó. Al fin y al cabo, solo eran chismes.

Pero esta ves se preocupó. No sabía el porque, pero lo hizo..

Hace tiempo que había aceptado sus sentimientos por el rubio, pero no sé atrevía a decir nada, o hacer algo al respecto. 

Pidió otra botella de sake, se volvió a hundir en sus pensamientos. Recordaba el beso que compartieron a la luz de la luna después de vencer a Zabuza. La vez que se abrazaron en una noche en el bosque de la muerte. Después de tres años de no verse como se reconciliaron, ella abrazo su cintura con sus piernas, rezando por la bendición de un embarazo. Y rezo en cada uno de sus encuentros.

Los recuerdos eran fuego, y ella era una piromana de la nostalgia. 

Y deliberadamente evitó los recuerdos malo, todo lo malo que le había hecho, porque en el fondo sabía que merecía su odio. Cómo mujer se dijo que solo era un juego, hormonas que debían liberarse. Nada sentimiental. 

Que error.

El se enamoro primero, pero ella se enamoro más fuerte.

Pero el tampoco la odiaba, y no la amaba, le era indiferente. Eso dolía más que el odio.