El emperador Yoobin se encontraba en sus aposentos, aburrido mientras estaba sentado al borde de su ventana, admirando las hermosas flores de su jardín invernal, aparte de que era temporada de árboles de cerezos admiraba la linda escena frente a él, cayendo cerezos.
Perdido en sus pensamientos, hasta que escucho una voz chillona. -"¡¿Emperador qué hace ahí?! bajese por favor."- Gritaba frenéticamente su fiel servidor Dooshik, él se acercaba con cuidado a su Emperador, mientras que Yoobin comenzaba a reírse a carcajadas.
-"Solo estoy viendo las flores y los cerezos, no te alarmes dooshik".- Comentaba Yoobin mientras se bajaba del borde de la ventana que se encontraba abierta. Dooshik frunció los labios en desaprobación, ya que lo había asustado.-"Emperador hoy van a llegar las nuevas concubinas de Japón."- Comentó su servidor, Yoobin solo jugaba con sus largos cabellos de color negro, aún perdido en sus pensamientos.
-"¿Concubinas? tsk, yo no necesito a nadie en mi harén, ni siquiera sé para qué se creó".- Yoobin hablaba en tono desinteresado, mientras que su sirviente ponía los ojos en blanco. -"Se crearon para que usted pudiera tener herederos al trono, así que si no necesita algo más iré a revisar que ya vengan las concubinas".- Yoobin solo asintió con la cabeza y se recosto en su cama leyendo un libro.En el barco donde iban las concubinas...
Seojin iba en el barco, lo habían obligado a ir ya que, sus padres habían mandado a si hermana en primer lugar, pero huyó, y sabían que si no llegaba al Palacio del emperador les podrían dejar una deuda, así que lo mandaron a él en su lugar por su gran parecido con su hermana. -"Maldita sea... por qué mierda estoy aquí..."- Susurró para sí mismo, tenía miedo que lo descubrieran, pero por sus cabellos largos de color castaño y sus rasgos femeninos lo hacían parecer una chica en verdad, excepto por su... pecho.
Era plano como una tabla, así lo clasificaban, la mayoría de las chicas de ese barco estaban bien desarrolladas y todas querían que el emperador las escogiera, pero seojin solo se preguntaba qué tendría ese emperador para hacerlo tan deseable por ellas, aún así solamente iba en silencio con el ceño fruncido, claramente incómodo y enojado por la situación en la que se encontraba.
De nuevo en el Palacio.
Dooshik estaba apurado mientras comía rápidamente, solamente le daban 20 minutos para comer, y el barco con las nuevas concubinas iba a llegar, así que estaba comiendo lo más rápido que podía. Ya había pasado una hora, los guardias respaldaban a las jóvenes, y ahí se encontraba seojin, con una cara que demostraba una cara larga, pero a pesar de eso era alguien guapo, lo cual llamo la atención de dooshik. Los acomodaron por estatura en una fila y comenzaron a revisarles de pies a cabeza, todo iba bien y parecía que nadie se había dado cuenta de que seojin no era una chica, sino un chico. Todo iba bien hasta que las llevaron a los baños y comenzaron a desnudarlas para saber si realmente eran chicas... seojin tenía miedo, y nervios, todo a la vez. Iba su turno pero él se negó. -"No, ¡no dejaré que hagan eso, no quiero que alguien me vea de esa forma!"- Gritaba frenéticamente el joven a la doctora que estaba frente a él. En el baño se escuchaban los gritos de seojin inconforme, pero oh sorpresa, unos pasos de escucharon, al otro lado del baño estaba el emperador bañandose, con una toalla cubriendo su pelvis hacia abajo, unos labios y ceños fruncidos, claramente enojado...
-"¿¡Quien es la persona que hace todo este ruido?! "-Gritó él mientras que todos se quedaban callados, seojin solo se quedó en silencio, repitiéndose que ojalá no le fueran a hacer algo por su gran atrevimiento. Yoobin se acercó a Seojin, con una ceja alzada, con un dedo levanto la barbilla de seojin obligándolo a verlo a los ojos, le impacto su belleza. -"Que linda eres... pero estas muy plana."- Yoobin comenzo a reírse, claramente sonando burlón, e incluso las demás concubinas comenzaron a reírse, seojin se quedó en silencio y apreto su puño con fuerza tratando de controlar su rabia pues sabia a quien tenía enfrente.
Ya era de noche, seojin estaba recostado pensando qué pasaría si lo descubrieran, su mente no podía dejar de pensar en eso, su mente daba vueltas a lo mismo, sin embargo recordó su interacción con el emperador, ahora con más razón lo odiaba.
Yoobin se encontraba en sus aposentos reales, se escuchaban gritos... de nuevo estaba peleando con su padre. -"¡No voy a casarme con ella! ella es una... una anticuada!"- Gritaba Yoobin intensamente, su padre le gritaba de igual manera, empeorando todo. -"No me importa, debes criar un heredero!"- Todo se iba saliendo de control, era cierto, tenían que continuar con la dinastía.
Seojin estaba en su cama, no había podido dormir en toda la noche, y no era algo de extrañar, pues él estaba acostumbrado a vivir de manera cómoda, no de la forma en la que vivían los esclavos, así que le iba a tardar poder acostumbrarse a esta nueva vida, donde su vida estaba al control del emperador Yoobin, después de una jornada de trabajo limpiando, comenzó a recorrer los pasillos del Palacio, dando con una puerta secreta, recorrió el pasadizo y se encontró con un lindo jardín, lleno de flores, desde las más comunes hasta las más exóticas, seojin se preguntaba quién podría haber hecho esa belleza como él lo llamaba, exploró por varios largos minutos, hasta que se encontró con alguien de cabellos negros y un traje rojo... se acercó cuidadosamente, hasta que hizo ruido pisando un pequeña rama que se atravesó en su camino. En un parpadear de ojos, Yoobin tenía su katana en el cuello de seojin, sus ojos brillando intensamente confundido. -"Así que eres la concubina de ayer... qué estas haciendo aquí."- Seojin no quería responder pues su voz grave lo delataria, así que solo desvío la mirada.
-"¿No me vas a contestar?, bien, lo haremos a mi manera."- Yoobin apretó más su katana acercándose a seojin quien se encontraba nervioso e incluso sudando. -"Habla, es una órden... sigue las órdenes de tu emperador."- Seojin no tuvo más remedio, y con un leve susurro pronunció las palabras. -"Lo siento emperador... no sabía que usted se encontraba aquí."- El emperador Yoobin abrió los ojos de par en par al escuchar su voz, que era todo lo contrario a femenina, retiro su katana rápidamente y se acercó más a Seojin. -"Eres un chico... ¿quien te mando aquí? ¡Habla ya!"- Grito fuertemente Yoobin, claramente enojado.
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Mi flor creciente.
FanfictionUn emperador cruel conoce a un concubino alegre, el amor se va creando entre estos, pero llegan los desafíos...los obstáculos que por más difíciles que parezcan, iran enfrentandolos con valentía, será que estos dos podrán tener un final feliz?