Es solo... Dejarlo fluir

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Morgan:

—No puede ser que sigas apoyando esto—dijo Pedri cuando salió la siguiente escena de la película.

—Tú critícame todo lo que quieras, pero María es una mustia—respondí y tomé más palomitas—. Es decir, no puedes enamorarte del tipo que le interesa a tu hermana...

—Pero es el Rey—me cortó Potter.

—Pero es un completo idiota. Además, no es culpa de su mujer no poder darle un hijo—dije simplemente—. Él también es responsable.

—¿Eres team Ana?

—Soy team Ana—afirmé.



—¡No Ana, querida, te estás equivocando!—me quejé.

—No puedo creerlo, me duele la cabeza—dijo Pedri y se llevó una mano a la sien—. Apuesto a que le cortan el cuello.

—¡Ana, la mujer no escoge el género!

—No puede ser, no puede ser...

Y de repente apareció la escena en la que la esposa de Jorge lo veía con Ana.

—¡Es tu hermano!—gritamos los dos al mismo tiempo.

—¡Nooo!

Ambos nos cubrimos los ojos cuando salió la escena del corte de cuello y la cabeza rodando.

—No te vuelvo a dejar que escojas la peli—soltó Pedri y apagó el televisor.

—Me gustó—respondí y sonreí cuando Potter hizo un sonido con su boca, no estaba de acuerdo conmigo—. Y ya no me cae tan mal María, no es nada tonta.

—La verdad yo si creo que es muy buena, mira que ella no fue la que los delató e incluso volvió para suplicar que perdonaran a Ana—agregó Pedri.

—Lo único que le falló a Ana fueron los conocimientos, aunque no la culpo, me imagino que en ese tiempo era imposible saber si tu bebé sería un niño o una niña.

—El que me cayó pésimo fue el tío.

Por lo menos ambos coincidíamos en eso.

—¿Cuándo es el siguiente partido?—me levanté para dirigirme al baño.

—Es el sábado, pero en Madrid—respondió—. Me imagino que no vas a permitir que me lleve a tu abuela, ¿no?

—Tú estás loco si piensas que voy a dejar que te la lleves.

Pedri sonrió.

Entré a su baño y me fijé en mi aspecto en el espejo, se me había desordenado un poco el pelo por estar casi una hora y media apoyada contra el sillón, pero fuera de eso estaba bien, guapa.

—Oye, Mor—me llamó Pedri mientras miraba su móvil.

—¿Sí?

—¿Has pensado en lo que te dije anoche?

—Lo he estado pensado—respondí y volví a sentarme a su lado—, pero no voy a aceptar.

—¿Qué?—preguntó Pedri apartando la vista de su teléfono para prestarme atención—. Pero es perfecto, es un trabajo con un horario normal, y, por si eso no fuera lo suficientemente bueno, incluye el baile.

Sonreí ante su intento de mejorar un poco mi vida.

—Pero las que van a bailar van a ser las niñas del estudio, no yo—dije mientras tomaba un poco más de palomitas del tazón.

IT'S JUST A MISTAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora