Chan y Felix se conocieron años atrás en una circunstancia demasiado diferente a la de hoy en día. Sin embargo, ahora, siendo alfa y omega, se establecieron en una bonita granja a las afueras de la ciudad mientras cuidan de sus dos cachorritos.
¿Pod...
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—¡Mira, mami! ¡Mira! —un par de pasitos retumbaron por el suelo de madera.
Felix secó sus manos en el delantal que colgaba frente a su pecho y sonrió de lado. Pudo oler a su cachorrito antes de verlo, el suave chocolate con leche filtrándose en el aire. Habían descubierto que su bebito sería un alfa hace casi un año y su aroma oficial empezaba a mezclarse con el de sus primeros años.
Un alfita de cabello castaño se aferró a su pierna con un solo bracito mientras que con el restante escondía algo detrás de su espalda.
Felix se acuclilló delante del niño jadeante, corrió los cabellitos sudados de su frente y besó su naricita.
—¿Qué tienes ahí, Jae? —inquirió con una de sus tantas sonrisas. Amaba a su bebito.
—Mira —Jaehyun colocó un huevo entre ambos cuerpos y lo observó con sus ojos brillando febrilmente.
—¡Un huevo! —El pecoso exageró su sorpresa, sacándole risitas con dientitos de leche a la vista.
—¡En-enorme! papá dice que Elmira puso.
Elmira era una de las tantas gallinas que rondaban por la granja. Ellos solían dejarlas sueltas durante el día para que tuvieran todo el espacio que quisieran y en la noche las guardaban en el gallinero para que ninguna alimaña las pudiera lastimar. Eran sus mascotas, en cierto punto, y desde que empezaron con el proyecto decidieron darle el respeto que se merecían.
—¡Jae! —Chan ingresó a la cocina con una expresión de preocupación enorme— amor, te he dicho que no puedes correr por ahí solo.
—Lo siento, papá, quería mostrarle huevo a mami.
—Bien.
Chan le sonrió a ambos antes de acercarse a su omega y darle un suave beso en los labios. Estaba sudado y sucio con tierra y césped, pero a su omega nunca parecía molestarle. El roble junto con la menta y la dulcemiel se fusionaron cuando ambos lobos interiores se reconocieron, logrando suspiros en todos los presentes.
—¿Quieres que incluya el huevo de Elmira en tu almuerzo, bebé? —Felix tomó en brazos a su niño y lo meció de lado a lado.
—Por favor, mami —Jaehyun gimió mientras se acurrucaba mejor en la glándula aromática del omega— sueñito.
—Oh, mi vida... está bien, en un segundo comeremos y luego podemos tomar todos una siesta en el nido, ¿qué te parece la idea?
Jaehyun asintió antes de estirar sus brazos hacia el alfa. Chan lo recogió y besó repetidamente entre sus cabellos.
De repente, un estrepitoso llanto retumbó desde el piso de arriba, alertando a todos.
—Yo voy, amor —Chan avisó— ¿vamos a ver que le sucede a Jake? —hizo saltar a Jaehyun entre sus brazos, logrando que sonoras carcajada se perdieran entre los pasillos de la casa.
