CALOR | omegaverse collection

one shot 1. SUMISO

                                                                                        Αα ➵ Ωω

La familia Martinconi había sido la más feliz en su pequeña granja cuando su único hijo de 17 años no había pasado por su maduración*, habían dado por supuesto que su único varón sería un beta convencional, así como ellos y disfrutaron de la armonía de la zona rural en Barcelona hasta que por fin la maduración alcanzó a su hijo, revelando que el joven era un omega.

Fue un duro golpe para la pareja pero sobre todo para el adolescente que de por sí era introvertido mismo que ocasionó a que se encerrara por más tiempo en su pequeña casa con unos sobreprotectores padres que le perdonaron no asistir a la universidad. El mundo era una basura para los omegas que pocas veces podían sobreponerse a su condición natural de buscar a algún beta o alfa que los pueda someter en su feroz y animal celo.

Edward pasó un poco más tres años de su vida encerrado con su familia, tomando píldoras de supresión para erradicar su aroma que producían sus glándulas en cada fastidioso celo, cada tres meses. Incluso a veces le daba pena ver a sus padres, sentía tanta vergüenza de ser un macho omega y aunque era bien parecido, odiaba pensar en el hecho de interesarse por una muchacha que lo rechazase por ser así de... bueno, ¿sumiso?

Era su condición natural, no sólo era cariñoso y un cuidador por instinto sino que obedecer a otros por inercia era algo inscrito en su ADN por mucho que lo rechazara. Tenía un ímpetu de casi drogarse debido a aquellas píldoras que costaban bastante plata. Sus padres nunca se habían quejado por el costo de aquellos supresores sin embargo era un gasto que hacían al joven Edward angustiarse de que en cualquier momento sería imposible para ellos pagarlo así que resuelto, él comenzó a hacerse de su profesión como agente telefónico en una empresa americana donde conoció a su mejor amigo Iván, un beta que como sus padres que se casó con otro beta, Angela. Este amigo lo invitó a vivir a México, ofreciéndole un cambio de aires además de que la existencia de alfas no era algo habitual en aquella región y las píldoras supresoras eran mucho más baratas que el estándar europeo.

Edward aceptó moverse cerca de su mejor amigo para dejar de ser un lastre para sus padres. Sin mencionar que el ojiazul necesitaba dejar que sus complejos de omega definieran su vida.

Moverse a México fue la mejor decisión de su vida: en el trabajo le iba muy bien, sus amistades eran betas como omegas, un círculo muy pequeño pero unido con un respeto mutuo increíble. Sus pacíficos días en un caluroso país que lo arropaba con cariño eran los más tranquilos, casi aburridos pero no tenía ninguna queja. Su contacto con los alfas estaba limitado a unos trabajos ocasionales con los que tenía que lidiar mas nada fuera de lo convencional.

En sus días de celos contaba con la ayuda de Iván y Angela para conseguirle sus píldoras, cuidar de él en su apartamento cuando se enteraba algún alfa del vecindario que también se encontraba en celo.

Todo era tan sencillo que incluso Edward se relajó un poco, vaya, bajó la guardia por unos días. Sólo un día para ser específicos y ese fue el inicio de sus problemas, haberse confiado de que conocía y ubicaba a todos los alfas de su vecindario, de su zona.

Fue tanta su confianza que para cuando dejó su departamento para encontrarse con su mejor amigo y esposa para una agradable cena familiar, Edward se había dejado las píldoras en su sudadera que al final ya no se puso. Paseó por los andadores del complejo departamental con dirección a su automóvil, con música a todo lo que daba en sus earpods, pensando en qué había preparado Angela para la cena. El gazpacho que preparaba la rubia era una delicia.

Entretenido en sus pensamientos no notó a una fémina en medio del pasillo. Era tan bajita que no la vió ni de reojo cuando pasó a su lado pero notarla con la vista no era indispensable; para un omega notarla con el olfato fue mucho más fácil porque aquella mujercita desprendía un potente aroma que gritaba que era una alfa nueva en el edificio. Dando aviso de que venía a anteponerse frente a los demás alfas. Territorial, muy coqueta.