Capítulo 3

21 6 1
                                    

Narra Alex

Me despierto de parte de madrugada al escuchar un llanto, me froto los ojos y parpadeo varias veces adaptando mi vista, me incorporo despacio sentándome en la cama. 

-¿Ayla? 

Busco con la mirada hacia donde proviene el llanto y me levanto despacio, me acerco al armario y lo abro despacio deslizando la puerta corredera hacia la izquierda, la veo sentada encogida llorando abrazada así misma y mi corazón se encoge, me agacho enfrente suya. 

-Ayla, estoy aquí, tranquila. 

Acerco despacio mi mano hacia ella y se encoje llorando esperando el golpe, acaricio suave su pelo apartándolo de su cara, seco despacio sus mejillas. 

-Tranquila, estás a salvo. 

-No debí dormirme. 

-¿Por qué dices eso? 

-Porque dormir es peligroso. 

-Ven, vamos a la cama, prometo velar tu sueño. 

-Pero él va a venir. 

-Te prometo que estás a salvo, no permitiré que nadie te haga daño. 

-No estarás siempre a mi lado. 

-Pero hoy si lo estoy, vamos a la cama. 

Abre despacio sus brazos y la cojo con cuidado en brazos, la abrazo fuerte cuando enreda sus piernas en mi cintura, me dan nauseas pensar que mañana volverá a su vida, no quiero ni imaginar lo que ese tipo le hace, voy a matar a quien se atreva a respirar en su dirección. 

La llevo a la cama y la tumbo despacio, la tapo despacio hasta la cintura y me mira, tiene los ojos rojos, puedo ver el miedo en su mirada, me estremezco al ver como aún tiembla, me tumbo a su lado y sin darme tiempo a nada, me abraza, paso mi brazo suave por su espalda y acaricio suave su pelo. 

-Descansa, Ayla. 

-No puedes soltarme. 

-No pienso soltarte. 

La acaricio y poco a poco voy sintiendo como su respiración se tranquiliza, se a dormido. Paso las pocas horas que faltan para el amanecer despierto acariciándola, velando su sueño, haciéndola sentir protegida. 

Se despierta por los rayos del sol que entra por la ventana y se frota los ojos bostezando, llevo la mirada hacia mí y, aunque sé que está mal, esto es lo que quiero ver todas las mañanas de mi vida, está hermosa.

-Buenos días, Bae. 

-Buenos días, Alex. Perdón por lo de anoche. 

-¿Qué pasó anoche? 

-No te hagas el tonto. 

-Anoche vimos una película mientras te comías las chocolatinas dándome mini trocitos y nos dormimos cuando acabó la película, pésima, por cierto. 

-Shrek no es una película pésima, tu gusto por ver películas de acción si lo es. Y no eran mini trozos, eran trozos normales. 

-Shrek es una película horrible y si has visto mi cuerpo, tus trozos son como hormigas para mí. 

-Retira lo que has dicho de la película o juro asfixiarte con la almohada. 

-La película de Saw es mejor que la de Shrek. 

-¡Retíralo!

-Bae, la película de Saw es mejor que la de Shrek.

Pega un chillido mirándome mal y se abalanza sobre mí, se pone encima y me hace cosquillas, me río por su intento de hacerme cosquillas, la observo atento, está jodidamente hermosa, tiene las mejillas sonrojadas y el pelo despeinado delante de la cara, aún no soy consciente de ello, pero su risa va a ser mi melodía favorita, para de hacerme cosquillas, tiene la vista puesta en mis labios, sé que quiere besarme, desde ayer quiere probar mis labios y yo me muero por descubrir cuál es su sabor, debe de saber a vainilla o a fresa o a ambas, no importa, estoy deseoso de probarla, vuelvo a la realidad cuando escucho su voz. 

-Ya hablaremos sobre tu pésimo gusto sobre las películas, me hago pís, cuando salga del baño quiero el desayuno ya pedido. 

-¿Algo más, Capitana? 

Me mira mal y yo me río sin poder evitarlo, va al baño y muerdo mi labio sonriendo, me encanta hacerla enfadar, cuando arruga la nariz y pone esos ojitos en blanco me entran ganas de achucharla, no sé que tiene, pero me está haciendo perder la cordura. Cojo el teléfono de la habitación y llamo pidiendo el desayuno, pero para desayunar en el comedor, lo dejo encargado y me levanto, abro el armario y saco un bañador azul cielo, me quito el pantalón y tras cambiarme los calzoncillos, me pongo el bañador y una camiseta blanca de tirantes. Pasan diez minutos y sale del baño, llevo la mirada hacia ella, lleva su vestido puesto, se me encoge el pecho al pensar que va a volver a su casa, tiene la mirada apagada. 

-¿Vamos a desayunar? 

-No, lo siento, es que voy a ir a pintar a la playa. 

-Venga, desayuna conmigo. Quiero que conozcas a mis amigos y pases una buena mañana. 

-Desayuno con vosotros y me voy. 

-Está bien. 

Salgo con ella de la habitación y ando despacio hacia el comedor, sintiéndome mejor al saber que durante un rato más la puedo estar protegiendo. 

Llegamos al comedor, ya estaban mis amigos desayunando, nos sentamos y tras presentarla, desayunamos, la veo habla mucho con Pedro y me tenso, no me gusta que hablen tan pegados, no hay necesidad. Paso todo el desayuno sin quitarles el ojo de encima, no entiendo porqué tienen que hablar tan bajito y tan juntos. ¿Quién coño se cree Pedro? Yo la he conocido antes. 

Terminamos de desayunar y se despide de Pedro dándole un abrazo, se acabó. Cojo suave el brazo de ella y la pego suave a mí abrazándola, me mira a los ojos y muerdo mi labio necesitando besarla, ando con ella hacia fuera del hotel. 

-Vente a surfear con nosotros, 

-No puedo, tengo que pintar. 

-Pasado mañana me voy a España, ven conmigo. 

-Sabes que no voy a ir, te vas a casar, yo ahí no pinto nada. 

-Pero te puedes apuntar a una academia de arte y dedicarte a ello profesionalmente. 

-Tengo que irme. 

-Piensa en ello. 

-No tengo nada en lo que pensar, adiós Alex. 

-Adiós, Bae. 

Se aparta de mí y miro como se aleja, me muero por ir detrás de ella, me aterra saber que va a volver a esa casa, me aterra saber de lo que es capaz de hacer ese tío. 

El Arte Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora